
Alejandro Alonso: “El peronismo es una cuestión de piel”
Arte mayo 21, 2019El escritor visitó "Incluite en el Arte" para hablar sobre su libro "Los rengos de Perón"
Alejandro Alonso es la pluma detrás del libro “Los rengos de Perón: crónica de un militante del Frente de Lisiados Peronistas”, donde relata sus vivencias en la militancia siendo discapacitado dentro de una organización peronista. El escritor nacido en el año 57 en el barrio porteño de Flores recordó su infancia en el barrio. “Toda mi niñez e infancia transcurrieron bajo gobiernos militares, eso tenía que ver con qué modo fui aprendiendo la realidad. En la escuela nos decían `somos el granero del mundo´, `tenemos los cuatro climas´. Después de muchos años me di cuenta de la miopía de la educación argentina, el caballo blanco de San Martín y la revista Billiken. Así fuimos creciendo hasta que a los 14 años tuve un accidente jugando al futbol que me dejó ciego y tuve que volver a aprender el barrio y las calles.” Antes de aquel accidente, Alejandro Alonso recordó vívidamente el barrio de Floresta. “Mi gran amor era jugar al futbol, con toda la simbología que tiene un barrio, su perfume, su aroma, sus plazas, la Iglesia de la Candelaria, el cine Fénix, muy emblemático para nosotros porque era el cine majestuoso del barrio. A mí me asombraban esas cosas, los mercados, las calles. El advenimiento del tren y la euforia que significaba tomarse el tren en la estación Floresta para ir al centro, que estaba llena de palmeras. El primer centro que teníamos era Flores, con sus galerías y las pinturas que estaban estampadas en los techos. Ese mundo que para un chico de 10 años es un mundo que comienza a develarle una serie de misterios que desconoce pero básicamente ahí empecé a sentir que algo distinto me pasaba porque cuando jugábamos a la pelota y perdíamos, yo lloraba distinto a los demás pibes. A los años me di cuenta que tenía que ver con la poesía, con sentir la vida de una manera distinta”.
En ese contexto, Alejandro Alonso habló sobre sus primeras experiencias políticas. “Fui a una escuela muy combativa, el Mariano Moreno, que es el segundo colegio en importancia después del Nacional Buenos Aires. Había mucha puja ideológica. De pronto yo quedé ciego y me puse a estudiar vehementemente porque me di cuenta que siendo ciego y bruto iba a ser muy difícil. Entonces me agarró la obsesión por el estudio, siendo que antes de quedarme ciego era un atorrante, no me gustaba la escuela, solo me gustaban las mujeres y el futbol. No había otra cosa. Por eso la experiencia de haberme quedado ciego es muy fuerte. Un chico perdiendo en pocos meses la visión y tiene que empezar a amar la vida de otra manera. Cuando sos chico te sentís eterno, esa sensación de que podes contra cualquier cosa.” Además, el escritor recordó a su madre y a su padre en su formación. “Tuve una madre muy acompañante, distinto a mi padre, que se metió para adentro, se entristeció cuando yo me quede ciego. Yo también me puse triste, pero más adelante, porque había perdido algo muy importante. Mi viejo era un joyero bohemio, un gran artista, lo que hoy sería un feriante en Recoleta. Recuerdo que un día el me llevo a la avenida Alvear, sin hablar y sin decirme nada. No me dijo nada pero me dio el permiso para saber que eso también nos pertenecía, que por ahí podíamos ir. Me llevo a un gran restaurante que se llamaba La Emiliana, que hoy no existe más y nos sentamos a comer, sin hablar. Él me enseño a descubrir ese mundo.”
En esa adolescencia convulsionada en el colegio Mariano Moreno el escritor recordó que “fui elegido delegado estudiantil. Pensa que hace 45 años elijan a un pibe ciego como delegado estudiantil es algo elogiable. Hoy sería transcendente en la televisión. Yo no creo en los héroes individuales, el héroe siempre es colectivo. Siempre hay que tener eso en claro, que uno es hijo de una época, hijo de un contexto, hijo de un grupo de estudiantes. Por ellos yo me metí en el quilombo que era el 73 con todo el cambio social que se estaba viviendo. Un día escuché que había un grupo de pibes con problemas físicos que estaban luchando por una ley laboral. Ese fue un disparador muy importante en mi vida”.
El escritor habló sobre sus primeros acercamientos al movimiento peronista. “Ese perfume embriagador de la revolución, tan cercana, tan a la mano, la vuelta de Perón, el peronismo, Ezeiza, era una vida sumamente tumultuosa. Sin embargo, gran parte de las cosas buenas que me pasaron cuando quedé ciego, fue encontrarme en el club del barrio Vélez Norte, donde los pibes iban a nadar, los padres jugaban a las cartas. Ahí sentí el primer momento de la contención. La rehabilitación tiene más que ver con la solidaridad. De hecho, el bañero del club era un tipo epiléptico. Eso solo puede pasar en un barrio. Todo estaba metido dentro de la misma cajonera. Me acuerdo una noche antes de que ganara Cámpora, veníamos con otro pibe cantando la marcha peronista y la gente se fue sumando. Los vecinos abrían la ventana y continuaban cantando la canción”. Además, Alejandro Alonso manifestó que “el peronismo no es que no tiene doctrina o no es racional. El peronismo se te mete en la sangre, es una cuestión de piel. En una de las calles de Floresta había una figura pintada de Evita. Los pibes la detestaban. Yo no. Me pasaba que a esa edad escuchaba algunos discursos de ella y se me llenaban los ojos de lágrimas. No tenía razones para ser peronista. Si bien venia de una familia de trabajadores, mi viejo era socialista. Él había pasado el 45 con cierta decepción porque le pedía a Perón lo que Perón no era. Perón era un gran transformador pero no era lo que mi viejo anhelaba. Él creía más en la revolución cubana. Entre el mundo de mi viejo y el mío había cierto abismo”.
Alejandro Alonso recordó su primer acercamiento al grupo de lisiados que luchaban por una ley laboral en los años 70. “Los vi en la televisión a estos pibes luchando por sus derechos y mi madre me dijo que me anotara. Llamé y fui a visitarlos a una casa que tenían en La Paternal. Me recibió Claudia Inés Grumberg, que luego fue la primera compañera desaparecida, el 12 de octubre de 1976. Una persona y una voz muy linda, muy cálida. Yo fui a ese grupo como van todos los pibes. Quizás a los militantes los desilusione pero fui a ese grupo buscando novia. Yo quería encontrar el amor, no sentirme solo. Ahí fue recibido por los compañeros. El que se destacaba era Jose Poblete, que era un pibe joven que tenía una doble amputación y yo no entendía como ese chico que tenía unos años más que yo podía estar por encima de gente más grande. Después entendí que era porque tenía un talento y un liderazgo poco común.” Fue en esos tiempos donde se fundó el Frente de Lisiados Peronistas. “El primer suceso que se da, el primer acto piquetero en el país, fue porque los chicos de entre 15 y 20 años que trabajaban en un taller de beneficencia armando cajas para discos descubren que cobraban 4 veces menos que las personas que no tenían discapacidad. Cuando descubren eso, en la primera época de Cámpora, deciden tomar la cooperativa y cortar el túnel de la Avenida Libertador. La foto de la portada del libro es muy simbólica porque es una foto de la primera represión a personas con discapacidad. En vez de mandar a las policías mandan a los bomberos. Los envió López Rega, porque el 25 de mayo de 1973 acusa a este grupo de ser los que encabezaban las marchas y llevar las armas y la droga de la organización Montoneros. Empezó una persecución contra nuestro grupo. Yo me incluyo en el año 74 y ellos logran una ley laboral que es la ley actual para personas con discapacidad que es una ley de la dictadura, firmada por Videla. Pasaron más de 40 años y no hay una ley mejor”.
Sobre su acercamiento al mundo literario, el escritor recordó que “a la poesía se la tengo que agradecer a una compañera. Me había pasado que en esa época todos los militantes teníamos que trabajar para ser parecidos a los obreros. Si vos querías ser revolucionario tenías que agarrar el bolso e ir a laburar. Yo conseguí trabajo en un taller grafico del Banco de la Provincia de Buenos Aires gracias a esa ley que habíamos conseguido unos años antes. En el taller tenía una compañera que tenía 6,7 años más que yo. Me empezaron a pasar cosas y empecé a escribir una noche. Ella nunca se enteró pero yo si me enteré que podía escribir”.
Sobre la actualidad, el escritor contó que tiene un viaje planeado a España para presentar su libro. “En principio voy a España a comer jamón crudo. En segundo lugar, vamos a explicar la historia de este libro a España. Imaginamos que se concretara, hay un buen augurio, y estamos trabajando con la organización nacional de ciegos. Ya estuve en España en años anteriores, en pequeños pueblitos y en las ciudades de Barcelona y Madrid. Ahora tenemos la idea de ir a Alicante, Valencia. Queremos llevar esta historia que tiene que ver con la discapacidad, con la transformación social y hablar de peronismo, que es muy difícil de explicar. Es un fenómeno casi inexplicable”
En Argentina, el escritor continúa presentando el libro. “Me junte con Héctor Ramón Cuellar que me acompañó en esta aventura. Primero lo presenté en la Feria del Libro en el 2015. Después lo hemos presentado en universidades, en unidades básicas. No fui a iglesias pero el padre Paco me dijo que tenía que ir a presentarlo ahí en la Isla Maciel. Yo voy a donde me necesiten, tengo una cosa de pastor evangélico. No tiene golpes bajos el libro, siempre digo lo mismo: hablar de la discapacidad es muy fuerte, yo no soy un tipo superado, sufro todos los días la ceguera. Me duele siempre, es una cosa que no se va. Es muy fuerte porque no pude ver la cara de mis hijas ni de mi mujer. Igual sigo viviendo y debo contar lo que me pasó. A mí me embarga cierta tristeza que después me hizo escribir. Ciertamente no ha resultado fácil pero no es el merito personal lo que me hizo llegar a mí sino a toda la gente que me fue acompañando. Como dice Cortázar `somos los que nos anduvieron´”
Podés escuchar “Incluite en el Arte” los martes de 19:00 a 20:00 horas por Radio Zónica.