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Álvaro Zicarelli: “Santiago Cafiero es un analfabeto en materia de política exterior”.

Política agosto 8, 2023

Álvaro Zicarelli, analista político y ensayista, pasó por "El Arranque" y dio a conocer "El Gran Juego", su último libro. Además, compartió su mirada respecto a la coyuntura social.

Detrás de cada libro hay un trabajo minucioso, una selección pormenorizada, un esfuerzo de horas que Álvaro Zicarelli refleja, a propósito de “El Gran Juego”, su reciente trabajo. “Tuve que incorporar una disciplina que no tenía, es decir, anotar, seleccionar como para dejar registro. Sumada a alguna opinión sobre una obra de teatro o un programa de TV. Nunca lo había plasmado en un ensayo. Es un viaje de ida, aunque no sé si voy a producir cada año y medio un ‘bebé”. Pero por proyección habrá un cuarto y un quinto en los próximos años. Luego de leer y releer, me siento en la computadora, separe y dejé a punto lo que se denomina como reseña bibliográfica. Seleccionar las partes, fotocopiarlas y después sentarme como un monigote sin puntos ni comas, previo a haber diseñado un potencial índice que me da una estructura. Pasa que en el recorrido me encuentro con una melange de ideas que es donde aparece mi gran amiga Florencia a quien considero el azote de la corrección. Separé mi tiempo para eso en dos días de la semana, 8 horas. Suena medio arrogante pero me va bien, y sobre todo en el mundo del libro electrónico. Vendo el triple allí. En el primer libro vendía una edición y media, alrededor de 3.700 libros físicos, pero vendí más de 10.000 electrónicos. Lo bueno es que cada libro genera un disparador para el siguiente. Éste es un sucedáneo del primero y tendrá unas pistas del próximo”.

 

En línea con los conflictos geopolíticos actuales, Zicarelli define que “El mundo nunca deja de cambiar, lo que pasa es que hay momentos en donde el cambio es más estable, más pausado. De repente, como vivimos en un mundo altamente complejo y dinámico, donde muta todo un lapso más corto de tiempo, entramos en una fase de consolidación de un cambio que se viene dando por lo menos desde hace 10 o 15 años que es la salida de la multipolaridad post 11 de septiembre de 2001 con los atentados a las Torres Gemelas y al Pentágono, las guerras de Afganistán e Irak para darle paso a la bipolaridad, con las superpotencias que se disputan la hegemonía económica, política, militar y cultural a escala global. En este libro planteo ese retorno a esa dinámica, la entrada a una segunda fase de esa dinámica, y qué parecidos y diferencias hay con la Guerra Fría de la segunda posguerra”.

 

“Para quienes defendemos el equilibrio de poder, a ver, voy a decir algo que no es simpático. Y es que no existe ni va existir la paz perpetua. Fue lo único en lo que Kant se equivocó. Lo que existe es la ausencia de guerra. Existe la paz pero como intervalo entre las guerras. Y el antónimo de guerra no es paz, sino comercio y cooperación. Las guerras comienzan cuando esos esquemas comerciales, económicos y políticos, se rompen. O sea, hay dos poderes que vienen acordando un equilibrio y sucede algo que lo rompe para dar inicio al conflicto. En estos procesos de guerra fría lo que encontramos son guerras de proximidad, donde en realidad están en pugna dos potencias, por un lado Rusia, por el otro Ucrania con la Otan. Pero en realidad lo que está en el centro es en nombre de EE UU y de China, Rusia y la Otan juegan indirectamente”, destacó.

 

A la hora de poner el foco en la actuación del país desde el plano de la Cancillería, Zicarelli explicó: “Para poder cambiar la coyuntura tenemos que participar activamente, y para poder participar activamente no podemos seguir repitiendo los mismos errores. Un craso error histórico de la Argentina y más con gobiernos populistas es el razonamiento ‘el mundo no importa, vivimos con lo nuestro’. Así nos va, así tenemos las crisis energéticas que tenemos, no podemos desarrollarnos en Vaca Muerta, no ingresan bienes de capital para modernizar la industria y el Agro porque nosotros nos creemos más vivos que los demás o priorizamos industrias que no generan valor agregado. No voy a decir nombres pero se prefiere tener una economía altamente subsidiada que le permita a una famosa empresa que empieza con E producir 10 mil termos y tener 600 empleados y vanagloriarnos de una empresa nacional en lugar de abrir nuestra economía y a integrarla a las economías más competitivas. Pienso en la Patagonia o en el Atacama que puedan transformarse en zonas de lanzadera de cohetes de Elon Musk, y que todos nuestros estudiantes de robótica, ingeniería, de aeronáutica trabajen para Space X Argentina, sin pensar que eso es imperialismo”.

 

“En primer lugar hay que cambiar de gobierno, segundo, volver a tener un canciller. Santiago Cafiero es un analfabeto en materia de política exterior. Es una persona que se vanagloria de no saber inglés y de además de matarse de risa por ello. Por lo que veo y su preocupación por el perfil a la hora de sacarse una foto, creo que el muchacho aceptó no como premio consuelo sino porque piensa que puede levantar más minitas, sino yo no puedo entender cómo alguien se suicida políticamente, porque creo que en el país más subdesarrollado del mundo, en el país con el sistema político más endeble y vulgar, el político más desastroso jamás aceptaría acceder a un ministerio tan relevante y estratégico donde la formación y el conocimiento es crucial… y el lo hizo porque, repito, debe querer levantarse minitas. Es como Alberto (Fernandez) que debe estar armando un montón de viajes por el tiempo que le queda”, concluyó.

 

Álvaro Zicarelli: “Mi voto surgirá entre Milei y dos halcones que quedaron en Juntos por el Cambio”

El analista político liberal eligió a sus candidatos para la Presidencia, la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires. Su visión del país, su pasión por la historia y quiénes son los genios de cada siglo.

“Tengo 41 años. Soy analista político de temas nacionales e internacionales, escritor, ensayista y ya hace un par de meses que empecé a surfear también el trabajo en materia de crítica cultural. Me cuesta mucho encasillarme y definirme puntualmente sobre lo que hago por dos razones. Porque son muchos los temas que me interesan y creo que el principal motor es que me aburro muy rápido de las cosas. Entonces tengo que estar permanentemente descubriendo nuevos horizontes de trabajo, de investigación y de descubrimiento”. Así se presenta Álvaro Zicarelli, ante la consigna de definirse para quienes aún no lo conozcan. Cómo ve al país, sus candidatos preferidos para las próximas elecciones y su afición por la historia.

 

¿Qué te llevó en tu vida de chico a interiorizarse, a focalizarte, a decir “me quiero dedicar a la política”? ¿Por qué?

Yo creo que la política me eligió. No la elegí, creo que hizo bastante más política en elegirme. Pero, en realidad, mi primera gran pasión y una de mis pasiones actuales fue la historia y es la historia. Desde el zambullirme en el nacimiento y auge de las grandes civilizaciones, pasando por la globalización, que es un fenómeno que existe desde que el hombre es hombre. No es un fenómeno netamente del capitalismo o de la edad moderna, sino que es del Neolítico en adelante. Desde que el hombre decide asentarse, crear ciudades, comerciar entre ellas y vincularse, la globalización existe.

Después, puntualmente, me apasionó siempre la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría y obviamente la política como teoría y como actividad humana está presente. Es imposible analizar todos esos procesos que te conté sobre el auge, el desarrollo y la declinación y la caída Roma sin los procesos políticos internos. Sin la república, la tiranía, el imperio y la microfísica del poder, que Foucault analiza muy bien. En Roma, las cuestiones de pasillo y de palacio, eso llevarlo al resto de las épocas que podes estudiar. La política es inexorable, insoslayable.

Esto está un poco trabajado en lo que va a ser mi próximo libro, cuando explico por qué me interesa la política mundial. La política te lleva a decir en un momento bueno, ya no quiero leerla, ya no quiero estudiarla, quiero vivirla, quiero estar del otro lado del escritorio.

Me dijiste hace un segundo que te gusta mucho la historia. ¿Cuál fue el mejor momento de la historia de Argentina?

La generación del 80. Es difícil elegir uno. Yo te voy a decir uno y otro que creo que llevó al esplendor el proyecto de la generación del 80. Proyecto que, en realidad, estamos hablando por ejemplo, de las dos presidencias de Julio Argentino Roca, proyecto que era el de Sarmiento y a su vez el de Sarmiento era el de la generación del 37. Roca es el que lleva a la práctica la gestión, el proyecto político, económico y cultural de la generación del 37 y de uno de los hombres más geniales que ha visto este solar que es Domingo Faustino Sarmiento. El desarrollo de la educación laica y pública, la apertura de la economía argentina hacia los grandes mercados internacionales, que nos llevó a estar en el 7º lugar de la economía por cuestiones per cápita. Disputándole incluso, en América, la hegemonía económica a los Estados Unidos, siendo un modelo y motivo de admiración para los estudiosos de Europa.

Bueno, algo que muchas veces se oculta, es que Roca fue el que hizo este país laico. Le quitó el monopolio de la educación pública y de las cuestiones civiles a la Iglesia. El matrimonio civil, con la Ley 1420. Obviamente hay otros presidentes posteriores: Nicolás Avellaneda y Carlos Pellegrini. Pero Roca es como la síntesis dialéctica de todos estos procesos.

¿Qué pasaría si Sarmiento se levantara de la tumba?

Creo que hasta que le acierte no para de jugar a la ruleta rusa. Yo no soy muy del “what if”. Del de que hubiera pasado si o qué pasaría si. Pero, entiendo que un hombre con una vocación de progreso, con una vocación de superación frente a la adversidad, no toleraría que un país con toda la potencialidad en materia de recursos naturales, climatológica, pero también de capital humano, esté viviendo la situación que está viviendo hoy, que es más propia de un país del tercer mundo.

Creo que estaría muy angustiado. Más que angustiado, estaría muy enojado. Sarmiento se enojaría y Sarmiento combatiría fuertemente este proceso decadente.

Por eso yo, cuando me preguntan quienes son los dos modelos de hombres de acción, pero también de pensamiento y de cultura, siempre digo: en el siglo 19, Domingo Faustino Sarmiento, y en el siglo 20, Winston Churchill. Eran hombres de una vasta cultura, eruditos, autodidactas mayormente, pero con mucho carácter.

¿Y en lo que va del siglo 21?

Si lo conocés, presentamelo. No existe nadie que me motorice la admiración, no. Incluso hasta estudiarlos como los estudian no. Lo lamento, no causa gracia,

Por ahí no nació todavía.

Lo que pasa es que, si no nació y vamos a suponer que desarrolla una actividad similar a la de Churchill o la de Sarmiento, a los 40, yo quizás no lo llegue a ver.

Eso es lo que me preocupa de la finitud de la vida, las cosas que no voy a llegar a ver. En esto, hago causa común con mi querido amigo Carlos Maslatón. Él dice que va a vivir hasta los 400 años y que incluso está realizando investigaciones para que le extiendan la vida. No sé si biológica o artificialmente. Me encantaría ver lo que va a pasar dentro de 100 años en un mundo tan dinámico, tan complejo y donde los saltos evolutivos son cada vez en más corto tiempo.

Si ya nos asombra lo que está pasando en materia tecnológica. Te voy a nombrar a uno, Elon Musk, que podría ser un nombre, pero no te lo señalé porque no es político, por ahora. Elon Musk, que claramente es el Leonardo da Vinci de nuestra época. Por su nivel de creatividad.

Mirá qué curioso, una de las empresas de Elon Musk se llama The Boring Company, la compañía El aburrimiento, porque justamente es otro de los grandes problemas que él tiene, el tedio del aburrimiento, él desarrolla todo lo que desarrolla para luchar primero contra su aburrimiento.

¿Qué es ser de derecha?

Qué pregunta, yo no la tengo muy muy respondida. La primera vez que se empezó a utilizar los términos izquierda y derecha para ubicar a los individuos dentro del espectro ideológico, fue en las asambleas constituyentes del proceso revolucionario francés. A la derecha se ubicaban los monárquicos constitucionalistas, los republicanos moderados o aquellos que entendían que todo el régimen no debía ser no desmembrado o disuelto, sino perfeccionado. Y a la izquierda, principalmente los jacobinos, que querían los cambios radicales de raíz, modificar todo el régimen.

Uno puede decir que en ese momento era la izquierda defendiendo la igualdad. Lo que pasa es que, en el origen de la revolución, la igualdad ante la ley, la misma igualdad frente a la norma y frente a las oportunidades después fue generando una igualdad uniformada. Somos todos iguales, todos pensamos igual y todos disponemos de lo mismo. Eso derivó en el terror y en los totalitarismos que hemos desgraciadamente visto durante el siglo 20. La derecha en ese momento defendía el orden, la idea de no hacer cambios radicales y de cambiar y mejorar lo que ya está, es la idea de mantener todo dentro de un esquema de orden.

Hoy la izquierda abandonó sus banderas originarias, como por ejemplo la defensa irrestricta de la libertad como un valor universal y de la modernidad. Dentro de la modernidad, hablo por ejemplo, la defensa de la ciencia y de la técnica. La izquierda pasó a ser defensora de esa igualdad uniformadora y de una forma de orden sobre la base de un pensamiento único. Diametralmente opuesto a lo que históricamente la izquierda, por lo menos democrática, defendía.

Hoy, la izquierda en América Latina y el resto del mundo es anticientífica y anti tecnológica. Sobre esos posicionamientos sustentan sus pensamientos. Principalmente la postmodernidad, desde la absoluta irracionalidad. Con tantas cosas como el lenguaje inclusivo y el populismo. Porque el populismo es anticientífico por algo muy simple. Si no entienden que dos más dos es cuatro y que si vos tenés 100 y gastas 150 ahí tenés un déficit y perjudicas a la economía en la que vivís, claramente vas a estar en contra de la propia matemática.

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