Costa: “El director te esculpe y es un ejercicio de humildad”.
Espectáculos junio 24, 2023La artista y cómica, Costa, pasó por Mirada de Espectador en la RZ y conversó en torno a su show Costa Presidenta Balotaje.
“Este año está siendo fuerte, yo nunca había tenido un cartel tan grande. Me di cuenta que lo mío no es la política sino la actuación en el escenario. Hay armonía en todos lados, incluso la parte de atrás, la que no se ve. En la escena siempre desde el equipo nos sorprenden. Es lindo trabajar con gente que se compenetra con mucha pasión y con dedicación”, detalló Costa.
Además, indicó: “Esta idea nació como todo en mi vida. Diciendo que no para terminar diciendo que si. Me habían llamado para hacer un papel en una comedia de enredos, la de Mariano Martínez (Tom, Dick & Harry). Yo tenía esa propuesta y me interesaba mucho para hacerla, me parecía que iba barbara para mi. Y una producción grande de Carlos Rottemberg, y yo tenía mi palabra con mi productor Alberto Raimundo que tenía que ver con continuar laburando. Entonces voy a cenar con él para decirle que no iba a continuar trabajando porque yo en el verano iba hacer esa comedia”.
En esa dirección, sostuvo: “La cuestión es que cuando llegué al hotel, me senté y Alberto me dijo que tenía muchas novedades, a lo que le respondo que yo también tenía novedades. Entonces me dijo que tenía ganas de hacerle un homenaje a Enrique Pinti. Primero me dijo que había alquilado el teatro Regina y que íbamos a festejar mis 21 años arriba del escenario. Y yo con un productor que te dice que ya había alquilado una sala, no podes decir otra cosa que sí. Entonces empezamos a ver el tema del nombre. Cambiamos los monólogos. Y ahí me dice Costa Presidenta. Ese espectáculo tiene que llevar ese nombre. También surgió la idea de Costa en su Salsa, por Salsa Criolla, pero lo evaluamos y nos pareció mucho. Es decir, me falta mucho recorrido para eso”.
En cuanto al show, Costa reveló que: “Ella se permite un juego que es arriesgado porque sale a hablar mal de mí pero ahí es donde brilla. O sea, arma la escena de complicidad con el público, como cuando en la tragedia interviene el bufón. Ella tiene ancestros teatrales”.
“Roberto Peroni es el mejor actor que tenemos en la cartelera porteña del momento. Yo fui a ver Patagonia donde él hacía una escena donde vendía tours en Bariloche como transformista. Pero sus únicas armas para el transformismo eran un labial rojo y una peluca. Y hacía varios personajes. Pero, ¡hay que crear una mujer con un labial rojo y nada más! Norita Tours. Entonces sucedió que yo estaba buscando un director para todo este delirio que te estoy contando y le pregunté a Alberto si Roberto se iba a animar. Me dice ¿Cómo que no? Yo a Roberto lo admiro de toda la vida. Siempre fue un artista querido. Entonces sale de la obra Patagonia, lo abrazo, me pongo a llorar y le dije que Alberto quería hablar con él. A la media hora Alberto me dice que ya había director para nuestra obra”, precisó la actriz.
En tal sentido, afirmó: “Y armó el show de una manera tan amorosa, con guiños tontitos que nosotros hacemos como esto de devolverle la risa a los argentinos, donde vamos incorporando chascarrillos y muletillas de los cómicos. Entonces se empiezan a citar frases de Carlitos Balá, de Marrone, y cuando yo tenía que despedir a los malvados, yo digo que se van para atrás. Y el me dice que no diga “se van para atrás”. Decilo con un grito potente. Esas cosas como director tan amoroso sumado a que una vez me dijo que a la emoción hay que dejarla llegar, no hay que anticiparse. Porque me había puesto a llorar. Porque pese a que te emocione con anterioridad a la escena, me va a conmocionar de todas formas. El director te esculpe y es un ejercicio de humildad”.
“Estamos todos los viernes, doble función los sábados, los domingos y cuando hay feriados hacemos doble función. Las entradas se pueden conseguir en la boletería del Teatro Premier o por la web a través de Platea Net. Lo más lindo que tiene el show es que somos todos artistas honestos”, apuntó.
“Yo, después de muchos años de análisis, de parir en esos divanes. Un dia mi analista me dijo que dejara de mirar la foto y que empiece a mirar la película. Esa foto mía en una plaza es tristísima. Pero si ves la película es de felicidad. Yo me quedé dos veces en la calle. La primera fue la que acabas de citar y la segunda fue en otra plaza de Villa Urquiza cuando volví de Mar del Plata sin un peso, y ahí el que me rescató fue mi amigo Diego Moyano”, expresó.
Por último, evocó: “En casa no se escuchaba otra cosa que Tango y Folclore. Y la primera música que se cuela en casa es Drácula en 1991. En aquel entonces, en todos los colegios se hacía esa obra, y ahí fue que me inserté en el teatro. Esa fue la primera música, mi primera rebeldía. Mientras mis compañeros se escapaban de la escuela para ir a fumar, yo lo hacía para ir a las clases de teatro. En casa era muy resistido eso. En mi casa era un no a todo. Mis viejos no fomentaron para nada mi crecimiento artístico. Papá llegó a ver que yo trabajaba y que me iba bien de noche, cuando andaba en las discos y en los pubs”.
Costa, imparable y sin tapujos: “No tengo problema en opinar de lo que sea, porque no le debo nada a nadie”
Actriz y panelista, hace televisión, radio y teatro. Habla de obesidad, sexualidad y política, sin tapujos.
Protagonista de una obra en la calle Corrientes, Costa Presidenta, donde comparte cartel con Los Macocos, en el Premier; panelista en dos programas de Telefe (Cortá por Lozano y El debate de GH), columnista en el ciclo radial de Santiago del Moro (El Club del Moro por La 100), la actriz y humorista Costa está pasando por un momento de plenitud.
En todas las franjas horarias
-Fue mucho recorrido, pero la popularidad llegó con la radio y la tele en los últimos años.
-Hay gente que no sabe todo ese camino transitado y está bien. Algunos solo escuchan la radio, algunos que sólo ven Gran hermano y no saben ni mi nombre y me putean según el fandom del participante.
-Desde la radio a la mañana, el programa de Vero Lozano a la tarde y GH, a la noche, ocupás todas las franjas horarias.
-Si, la verdad es que no tengo tiempo para nada más: ni de ponerme de novia, ni de pelearme. Estoy cansada, pero con alegría.
-Claro, tiene que ver con estar haciendo cosas que te gustan y querés.
-Sin dudas, con los quilombos de laburo lógicos. ¿Pero cuántos artistas pueden decir hoy que viven de su profesión? Somos muy pocos, y somos unos privilegiados.
-Compartir escenario con los Macocos que tienen una gran trayectoria, te permite llegar a más público. ¿Te pasa que los que te escuchan en la radio o te ven en la tele, vayan a verte al teatro y sea la primera vez que van a ver una obra?
-Eso sucede y es el mejor elogio que me pueden hacer. Que alguien que no conocía un teatro, me diga que me vino a ver, es genial. Y también una responsabilidad social, desde mi lugar de la alegría, porque la gente se prepara, se cambia, se perfuma, paga su entrada, viene.
Su pasión por las tablas empezó de adolescente en Córdoba, su provincia natal. Pero fue en Buenos Aires donde Costa (ex Gonzalo Costa, Costita y Costi) logró vehiculizar su deseo y comenzar una carrera como actriz, cantante y humorista que ya supera las dos décadas, siendo su especialidad los monólogos. Paralelamente se convirtió en panelista, de radio y televisión, y su visión de la realidad tomó rápidamente peso en la opinión pública. Hoy todas las mañanas cumple ese rol en El club del Moro, por La 100, junto a Santiago del Moro, y por las tardes en Cortá por Lozano, por Telefe, secundando a Verónica Lozano. Pero donde reina realmente es en el teatro, al que no abandona pese a su estelaridad en los medios de comunicación. Hoy estrena en el teatro Premier su décimo espectáculo; el que, a diferencia de la mayoría, no es un unipersonal sino ““una superproducción donde logro darme todos los gustos, desde trabajar junto a Los Macocos, Celeste Campos, Damián Bravo y un ensamble de cantantes y bailarines, a ser dirigida por Roberto Peloni”. Y como la corona de reina ya no le basta, ahora va por la banda presidencial y el bastón de mando. A la hora de titular el show tampoco se anduvo con chiquitas: Costa Presidenta se llama este “mix de comedia, music hall, revista y hasta cabalgata musical”, nacido como un homenaje a Enrique Pinti. “De chica me decían siempre que yo hablaba tan rápido como él. Tal vez algunos me lo decían para ofenderme, sin embargo, para mí no había un comentario más hermoso que ése. De grande me quedaron las ganas de decirle personalmente cuánto lo quería y admiraba y todo lo que me había ayudado a pensar. Hoy le rindo tributo con un espectáculo sobre la historia argentina, muy en su estilo”, sostiene la artista, quien entiende –al igual que lo hacía su homenajeado– “que el teatro es una misa que exige disciplina prusiana”, que la misión de los artistas “es contar la alegría y llorar la tristeza” y que “el teatro debería ser más popular de lo que es, un derecho universal”.
¿Y en qué consiste Costa Presidenta? “La historia es la siguiente –relata Costa–: Los Macocos son unos reptilianos malvados (suerte de raza superior que viene a comandar el mundo) que quieren ser muy ricos, más de lo que son. ¿Y para serlo qué se les ocurre? Formar parte del Estado. ¿Dónde si no te podés convertir en rico tan fácilmente? Entonces deciden poner a dedo un Presidente para usufructuar del Estado, algo muy ficcional, muy poco probable en la Argentina, claro… Y como a lo largo de la historia hubo un montón de presidentes hombres y hasta una presidenta mujer se les ocurre imponer un presidente gay. Pero luego deciden ir por más, ¿y qué podría ser más que un presidente gay? ¡Una presidenta trans! Y ahí asumo la presidencia del país y ellos, durante toda la obra, tratan de dominarme, pero si ni mi padre logró conseguirlo alguna vez… A partir de ahí se suceden un montón de hechos desafortunados que terminan muy afortunadamente, para el pueblo y para mí, porque aprendo que puedo ser Presidenta, sí, pero que prefiero ser artista; para lo que al fin y al cabo nací y el público me eligió. En síntesis, me sentaré un rato en el sillón de Rivadavia para devolverle la risa a los argentinos y luego volveré a ser quien soy”, asegura Costa, antes de ponerse seria y adentrarse en el terreno de la política, las cuestiones de género y los futuros candidatos presidenciales.
–¿Siempre te interesó la política o fue algo que surgió hace unos años, cuando debutaste como panelista en el ciclo de actualidad Intratables?
–Siempre me interesó la política. Yo vengo de una casa muy politizada, donde se hablaba permanentemente de política. Mi papá era de ultraderecha y peronista, un hombre muy facho que fue criado por un comisario. Y mi madre amaba a ese hombre, por lo tanto pensaba como él. No había espacio en mi casa para un pensamiento disidente. Cuando yo descubrí a Eduardo Galeano y Las venas abiertas de América latina mi padre tuvo el primer infarto, y cuando empecé a leer a Marx y La dialéctica del amo y el esclavo, imagínense: ¡un síncope! Aún no sé si para mi papá fue peor enterarse que tenía una hija trans o una hija radicalizada. Este sería un buen tema para desarrollar en mi próximo espectáculo, ¿no? A mi viejo, más allá de mi sexualidad, le fue difícil que yo tuviera pensamientos propios. Para él era insoportable que alguien lo confrontara con ideas diferentes a las de él. De hecho, a los 13 años me dijo: “tenés ideas propias, eso es peligroso”.
–Hace un tiempo dijiste: “Estamos gobernados por inoperantes, nuestra clase política es una vergüenza”. ¿Seguís pensando lo mismo?
–Tal vez fue un comentario demasiado generalizado, pero a mí me dan vergüenza las cosas que pasan. Yo siento que no tenemos una clase dirigente que esté a la altura de un pueblo tan honesto, tan solidario y tan trabajador como el nuestro. Por eso me da tanta bronca cuando en los medios, en los cuales yo también trabajo y de los que formo parte, te cuentan la historia del argentino que vive en Estocolmo vendiendo empanadas y es rico. Ese regocijo que tienen los medios en que la salida está en Ezeiza… cuando la salida no está en Ezeiza: la salida está acá, laburando como laburamos todos. Es muy doloroso dejar tu patria, lo sé porque tengo a mi hermano viviendo en Italia desde hace 21 años. Se fue con la crisis de 2001, se había quedado sin nada y tuvo que elegir entre empezar de nuevo acá o en el exterior, y él eligió hacerlo en el Viejo Mundo. Allí le va bien, pero cada vez que hablamos me dice: “estoy cansado de pasar las fiestas solo”. Él vive con su pareja, Carlitos, pero han pagado muy caro el precio de irse a tratar de vivir mejor. Ojo, no juzgo a los que se van del país, pero no acepto que se romantice la situación. Ningún argentino es realmente feliz en el exterior, sin sus cosas, sin su idioma, alejado de su familia. Al respecto, recuerdo una frase del film Martín H, que dice Federico Luppi: “¿Qué es la patria? La patria es donde están tus amigos”. Por eso me da bronca que la clase política se olvide de por qué está ahí, en el poder: los políticos están ahí para hacer que la gente viva bien y no tenga que irse a buscar un futuro a otro lugar. También me molesta cuando aparecen las nuevas corrientes ideológicas que sostienen que hay que hacer desaparecer el estado: no, el estado tiene que estar presente para ayudar, para que todos vivamos mejor. ¿O acaso no quieren que todos vivamos mejor?
–En materia política, ¿te preocupan más los temas que tienen que ver con cuestiones de género o los generales?
–En cuestiones de género en este país estamos muy avanzados, muy bien. Me refiero a las leyes. Después, resulta muy difíciles aplicarlas. Tenemos una Ley de Cupo Laboral Trans que es divina, pero todavía faltan comunicar más sus beneficios. Por ejemplo, no todas las empresas privadas saben que si contratan a una persona de condición trans, por un año el Estado se hace cargo de las cargas sociales. Yo trabajo mucho con una gente divina que se llama Contratá trans, y son un puente entre las empresas y la comunidad. En ese punto vivimos en un país bastante justo. Pero por otro lado está desaparecido Tehuel. Soy una de las pocas personas que todavía lo recuerda: Tehuel salió un 11 de marzo de su casa a buscar trabajo y nunca más volvió. ¿Y por qué no volvió? Porque los chicos trans tienen muy pocas oportunidades laborales, casi siempre terminan en laburos donde son explotados, sin derechos ni respeto por su condición. Así que en este país que te estoy elogiando no tenemos nada que festejar hasta que el papá de Tehuel sepa qué pasó con su hijo. Es verdad que hay gente presa, ¿pero confesaron? No. Entonces Tehuel es un desaparecido en democracia, un chico que salió a buscar trabajo y no volvió. Y eso es terrible. Entonces vuelvo a la pregunta anterior: ¿para qué está la política? La Ley de Cupo Laboral Trans es divina y si se aplicara correctamente Tehuel estaría con vida, porque no habría tenido que salir a buscar trabajo con dos satánicos que le habían prometido que iba a laburar de mozo en una fiesta. Fue un crimen de odio, pero no se sabe bien cómo fue.
–¿Qué otros derechos trans faltan conquistar?
–Que se promulgue la Ley Integral Trans y la reparación económica a las chicas más grandes, las que pasaron los horrores de la dictadura. Ellas son unas verdaderas sobrevivientes y el Estado les debe una reparación porque en su momento no las protegió, como no protegió a nadie. ¿Cuánto dinero puede significar esa reparación para el Estado?, porque, además, ¿cuántas mujeres trans quedan vivas de aquella época? Vanessa Show es una, pero ella no vivía aquí sino en Europa, por eso está viva… También habría que acordarse de las chicas travestis muertas en democracia, las que mataban a mediados de los años 80 en la Panamericana. Se descubrió que las mataba el comisario. También habría que reparar a sus familias, no es algo tan costoso, es diez veces menos que el sueldo de cualquier político.
–¿Por qué aún no cambiaste tu DNI y seguís manteniendo el que incluye tu nombre masculino de origen, Gonzalo Costa?
–De pesada y complicada que soy. O, como dice Cecilia Milone, de peleadora, de puñetera. Es que yo siempre me sentí mujer, sabía que era una nena y me llamaba Gonzalo, entonces lo del nombre me tiene sin cuidado. Hace un tiempo me hicieron una nota para la ONU y me preguntaron: ¿Cómo es vivir dentro del closet? Y qué sé yo, les respondí, si yo nunca viví dentro de un armario. Yo siempre fui así. De grande me lo quise cambiar por si tenía un novio, por si le molestaba llamarme Gonzalo, pero después me dije: si realmente me quiere no le va a importar. Así que tampoco me lo cambié. Después dudé en el momento de ponerme tetas. Un amigo me dijo: “¿te vas a poner prótesis y te vas por seguir llamando Gonzalo?” Sí, insistí. Por último casi me lo cambio el año pasado, cuando logré comprarme por primera vez una casa, por cuestiones de la escritura. Pero, de golpe, apareció la escribana con la escritura ya hecha, que decía: “La Señora Gonzalo Costa”. Ahí dije: ¡Lo logré! Yo creo que hay que tener más respeto por las individualidades, habrá quién se lo quiera cambiar y quién no, como yo. Vero Lozano ahora me dice Constanza y la gente cree que hoy me llamo así. A mí me da lo mismo que me llamen Gonzalo, Costa o Constanza. Yo soy yo. Y tampoco te puedo asegurar que nunca cambie oficialmente de nombre, nada está firmado en piedra. Si mañana se me ocurre ponerme Shirley Temple lo haré.