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Damián de Santo: “Sentí que la ciudad no era para vivir y tener una familia”

Televisión mayo 30, 2019

El actor y conductor dialogó en "Juntos Para Vos" desde Villa Giardino, para hablar sobre sus días en la localidad cordobesa.

Damián de Santo es un reconocido actor argentino, nacido en el barrio porteño de Caballito hace 51 años. Su actualidad lo encuentra en Villa Giardino, la coqueta localidad cordobesa donde recibió la visita de Daniel Meaglia que junto a Lía Salgado tuvieron la oportunidad de dialogar con el conductor.

Damián de Santo comenzó sus estudios de arte dramático a las órdenes de Lito Cruz y estudió en la Casa del Teatro. Actuó en teatro, cine y televisión. Trabajó junto a grandes actores y actrices. Entre sus series destacadas se encuentran “Canto Rodado”, “Aprender a volar”, Amigovios” y “Mi cuñado”. Sin embargo, su paso al reconocimiento masivo fue por su participación en la exitosa serie “Poliladron”, de Adrián Suar. Gracias a ese papel llegaron otros protagónicos en distintas series como “Viudas e hijos del Rock & Roll” y “Educando a Nina”, entre otros. El año pasado dejó de lado su faceta actoral para meterse de lleno en el rol de conductor, siendo el líder del exitoso programa televisivo “Morfi”.

Su presente lo encuentra muy cercano a filmar una película en la localidad cordobesa de Ascochinga. “Todavía no firme el contrato pero en el transcurso de estos días lo estoy leyendo y mandando. Estamos corrigiendo un par de cosas. Es una linda historia. Todavía no puedo contar mucho. Ya podré contar cuando esté todo firmado y presto para empezar a filmar”.

El actor habló sobre su complejo de cabañas “Umbral del sol”, donde trabaja y reside hace más de 17 años. “Con Villa Giardino la historia es que vine a perder el embarazo de 4 semanas de mi esposa. El embarazo venía muy complicado, con mucha perdida. Vanina estaba preocupada y le propuse a nuestro obstetra traerla de vacaciones a Córdoba. Sentía que su cabeza estaba atiborrada de ideas de madre primeriza y estas pérdidas le generaban una angustia aun mayor. El médico me dijo: `uno no tiene acceso a la historia de este bebé, va a suceder lo que tenga que suceder, acá en Buenos Aires o en Giardino´. Así que me dijo que me la traiga, que no haga esfuerzo, que no anduviera a caballo y que fuera lo que Dios quisiera. La verdad es que llegamos acá y ella no tuvo una perdida más. Nos volvimos con una panza de 3 meses. Desde ese día dijimos: `este es el lugar´.” Así fue que la incipiente familia, que esperaba el nacimiento de Joaquín, su primer hijo, decidieron emprender su camino en tierras cordobesas. “Sentimos que le debíamos algo a Villa Giardino. Yo aproveché y lo use como una excusa porque toda la vida sentí que la ciudad no era para vivir y tener una familia. No me sentía cómodo en Buenos Aires. Sentía que podía nutrirme de la ciudad pero a la vez me agobiaba. Cada vez me iba a vivir más lejos. Antes de mudarme a Córdoba terminé viviendo en Villa Urquiza, cerca del primer cinturón de la Avenida General Paz.”

En ese marco, el actor destacó la importancia de la naturaleza. “Necesitaba vivir en la naturaleza porque vale la palabra decirlo: la naturaleza es para alguien que quiere algo natural, la vida natural, los tiempos naturales. Poder hablar con el almacenero sin apuro porque no tenes a alguien atrás apurándote. Acá el tiempo te alcanza. Estoy con mis hijos, comparto absolutamente todo. Están aburridos de verme ya. Quería que les pasara eso y que el día de mañana no vinieran a decirme `tengo que hacer terapia porque vos nunca estabas presente´. Quería estar para ellos y quería pagar el precio de que me odiaran. No me importa, yo soy feliz. El problema es de ellos, que se paguen la terapia”.

El actor recordó sus vivencias previas a mudarse de la gran ciudad. “Yo me crié en Caballito, a dos cuadras de la cancha de Ferro, donde jugábamos a la pelota y estábamos tres días viendo si podíamos romper con una piedra la lamparita del alumbrado público. Nos conocían todos, conocíamos al policía que pasaba con el patrullero. Íbamos a comprar con la libretita al almacén. Todos conocían a mi familia, nos conocíamos todos con todos, nos cuidábamos entre nosotros. Sabíamos donde vivía el malandra. Eso lo tiene un pueblo, no lo tiene más la ciudad. Ni los barrios en los que viví, ni en Urquiza que fue el último donde viví. Todo se va transformando, va cambiando, creciendo, hay un desarrollo lógico pero hoy no me prendo en esa. A los 51 años quiero vivir como quiero. El resto que me toque vivir que sea de calidad”.

Damián de Santo habló sobre la vida en Villa Giardino. “En Buenos Aires te llega todo por teléfono y te transformas en un ermitaño. Acá solo nos metemos adentro de nuestra casa cuando hace frio o está lloviendo. No hay otra cosa que nos meta adentro de casa. Salimos, caminamos, vemos la construcción de las casas alrededor, como florecen. Vemos las hojas caer. Miramos el cielo. Acá decimos: ` ¡Qué bueno que va a llover, van a crecer las plantas!´. En Buenos Aires si llueve es un bajon, maltratan la naturaleza cuando ella está ahí y les brinda todo. La naturaleza nos brinda todo. Yo quería vivir en medio de todo esto. Lo logramos con la flaca y mis dos hijos”. En ese marco, destacó la simpleza de la vida en el interior. “Con el tiempo las grandes comunidades son las que funcionan. Las comunidades que funcionan son esas donde está el médico que conoces, el abogado que conoces, el empleado que conoces, el almacenero que conoces. Que tus hijos van a jugar a la pelota con los hijos del almacenero o van jugar al golf juntos. Acá no juega solo la élite al golf. Acá jugamos todos al golf. Desde el portero de la municipalidad hasta el más rico. Es un deporte para todos. No es que quiero decir que Giardino es la normalidad de la humanidad. Pero en los pueblos existe la tolerancia absoluta por el otro, porque uno depende del otro permanentemente. En la ciudad vos te podes mimetizar, si estás angustiado nadie te va a parar en el subte a preguntarte si te pasa algo. Si alguien te frena vas a pensar que te quiere robar. Acá no. Juego al fútbol con mis amigos y después me como dos kilos de asado. Pero me hace feliz. Prefiero tener una pancita y ser feliz antes que ser un flaco histérico”.

Aún así, el actor habló sobre las cosas que extraña de vivir en la ciudad. “Realmente extraño el coletazo de la profesión. Por ejemplo, entrar gratis a todas las obras de teatro, ir al cine, juntarme con amigos de la profesión a comer, la buena pizza de fugazzeta de El Cuartito. Extraño los cafés del centro. Irme al centro de Urquiza y tomarme un café con algún amigo. Esas cosas extraño. Lo que no extraño es ver a mi hijo llegar del colegio y tener que meterlo rápido adentro de la casa para que no disfrute ni el perro ni la vereda ni los amigos del barrio”.

El ex conductor de Morfi recordó su paso por el ciclo televisivo. “Uno toma distancia, ve el sacrificio y entiende que valió la pena. Para mí fue algo lindo, no sé si desafío porque me gustó siempre la idea de conducir. El primero que me dijo que tenía que conducir fue Julián Weich. Luego Gerardo Rozin me dijo que se iba y que quería que lo condujera yo, así que me largué. Después fue todo un tema, viajar todas las semanas de Córdoba a Buenos Aires. Viajaba los domingos en micro y me volvía los viernes en avión a Córdoba. Volvía con la fascinación de volver a casa con mi familia y la alegría de tener un laburo cuando me iba para Buenos Aires los domingos. La pase muy bien, trabajé junto a un gran grupo. Soy muy amigo de Santiago de hace muchos años. Me encantaba estar con la Guinzburg, que es una diosa y Zaira que demostró que es una gran compañera. Ella me enseñó mucho, a disfrutar el timming de la conducción y me apoyo muchas veces, me tapo los baches que yo podía generar.” Además, el actor destacó que “quería que la gente me viera tal cual soy. Por ahí tienen una imagen diferente a lo que uno es en verdad. Yo soy así en todo, cuando salgo a la vida, a la calle. Por ahí cuando armo y compongo un personaje es otra cosa. Pero en la calle soy el mismo que conducía en Morfi. El compañero, el bailador, el compinche con los cámaras, con los compañeros de trabajo. La pase muy bien, aprendí un montón”.

Al finalizar, habló sobre la profesión y los miedos. “Tengo miedos como todos. Si no hay susto, ese miedito al inicio, tenes que cambiar de profesión. Porque el miedo es a fracasar, a que las herramientas que vos tenes no te alcancen. Pero uno da muestras siempre de que tiene las herramientas, que la experiencia está y que el cuerpo tiene esa memoria. Uno puede dejar de laburar un año, un año y medio pero arrancas y es como si no hubiese pasado nada”.

Podés escuchar “Juntos Para Vos” los jueves de 15:00 a 16:00 horas por Radio Zónica.

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