Daniel Miglioranza: “La belleza está en la realidad y los poetas la muestran”
Teatro septiembre 14, 2021El director charló en "Mundo Magazine" sobre sus comienzos como actor y su carrera.
Daniel Miglioranza es un director y actor de cine, teatro y televisión. Estudió cuatro años en la Facultad de Derecho hasta su elección por la carrera de actor. En 1975 Alfredo Alcón lo convocó para actuar en la obra “Panorama desde el puente”, de Arthur Miller, dirigida por Carlos Gandolfo.
Participó en decenas de obras de teatro además de un prolífico paso por el cine argentino. El actor contó que “nací en Lujan pero pase mi infancia en Carlos Keen. A los 18 años me anime a hacer con mis amigos y mis compañeros, que ya estábamos estudiando con Tina Elba, el seminario de capacitación teatral con la Dirección de Cultura. Nino Orlando me prestaba el auto, otro amigo tenía una cámara súper 8 en blanco y negro y así hice mi primer incursión dirigiendo un guión de “La prodigiosa tarde de Baltazar”, un cuento de García Márquez que ese sí que es un maestro. Descubrir el realismo mágico para mí fue extraordinario en su momento”.
En ese contexto, el actor relató que “estaba leyendo a otro maestro a Pablo Neruda, con tanta maestría y ese don tan maravilloso que tienen los poetas de vivir en estado de poesía, de descubrir la verdadera realidad. Es como quitarle el velo a este círculo de maíz que nosotros creemos realidad y ellos la muestran tal cual es. El poeta logra mostrarnos una realidad que es muchísimo más, no es que embellezcan la realidad sino que la belleza está en sí misma, la belleza está en la realidad pero ellos la descubren y nos la muestran.”
En ese marco, el director de cine aseguró que “para nosotros es una realidad vivida desde una zona que yo imagino porque nosotros los seres que no tenemos ese don, aunque a veces uno se anime a escribir cosas, pero hablando de los grandes, ellos tienen esa cosa, esa maestría, ese don de mostrarnos que la realidad es muchísimo más bella y aún desde el dolor. Leía de Neruda hace un rato “Boda a la alegría”, que también pedía perdón a la alegría por haberla desdeñado y después decir eso: “que no se sorprenda nadie porque quiero entregar a los hombres los dones de la tierra porque aprendí luchando que es mi deber terrestre propagar la alegría y cumplo mi destino con mi canto”.
Por otro lado, el actor recordó su infancia y contó que “mi vieja me enseñaba recitados criollos antes de aprender a leer y escribir, que aún me acuerdo de algunos. Mamá era una actriz frustrada. En Carlos Keen había un grupo de teatro pero a ella la dejaban solamente ensayar, no la dejaban interpretar en el escenario. En esos tiempos ser actor era un tema. Creo que entre las grandes cosas que hizo el General San Martín, en el año 1821 en el Perú se nos dio derechos humanos a los actores porque antes se nos tiraban a las cunetas. Imaginate que llega un grupo de actores en el año 1700 a un pueblo y allí hay esos murmuros, que no se dice aquella cosa que sucede, que todos saben pero que nadie habla y ellos se enteraban de esas cosas y luego las representaban en las plazas con nombres cambiados. Nadie quiere verse el grano diría Alfredo Alcon, otro maestro. A los actores los sacaban corriendo”.
En ese sentido, el artista habló sobre la obra “Las Mujeres del General” y contó que “San Martín vivió con esa búsqueda. Encontrarse en esas mujeres, en la relación con el amor, con las partidas, con dolor además de todo lo que llevaba en si como su enfermedad, con su ansia de libertad. Liberó tres países el padre de la patria, él quería ser un hombre común mostrado aquí en la relación con las mujeres que eligieron Rafael y Eduardo para construirlo de alguna forma, para confrontarlo, la conciencia”.
Al finalizar, el actor recordó su encuentro con Alfredo Alcón y contó que “estaba haciendo “La cocina” de Arnold Wesker y había empezado en hacer “La planeta” que era un éxito fantástico en el teatro independiente y fue Alfredo a verla. Después nos fue a saludar a todos y al tiempo supimos que estaba buscando actores para completar el elenco y buscaba al chico de la cocina. Alfredo consiguió mi número, me llamo a Lujan. Pensé que eran mis amigos que me estaban haciendo una joda pero era Alfredo. Me dijo que tenía que dar una audición. Estuve dos horas improvisando con el maestro Gandolfo, que me enseño tanto y le agradezco, tanto me guio en la vida, me cuido. Estuve allí con esa hambre, la cosa que uno tiene a esa edad, esa pasión. Termine y me hicieron el contrato nomás. Fue algo muy mágico”.
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