Eduardo Allende: “No conozco un solo tipo adicto que esté feliz”
Sociedad marzo 2, 2022El jugador y miembro de GEBA conversó con "Gimnasia y Esgrima Radio" sobre su paso por el consumo de drogas y cómo salió adelante en su vida.
Eduardo Allende es un miembro del club con historia. Da clases de gimnasia y fue jugador de voley y diferentes equipos representativos de GEBA. En esta oportunidad compartió con “Gimnasia y Esgrima Radio” su experiencia de vida.
Sus inicios en el club. Todo fue a través de la presentación de dos socios, amigos de mi padre, en el año 1969. Los cinco miembros de la familia nos asociamos al club, mis padres, hermanas y yo. Tenía cuatro años cuando entré al club, iba a la colonia de vacaciones, y durante al año mi papá me mandaba a judo, pero yo me escapaba antes de que terminara la clase, me ponía los patines de hielo y me mandé a la pista a hacer dibujos prácticamente, me caía cada dos por tres. Me gustaba eso, la pista, patinar, no me gustaba el judo, pero eran otros tiempos en donde los mandatos y las cuestiones que tenían que ver con ser el único varón, la prolongación de apellido y futuros nietos, etc, eran las que primaban. Yo ya había nacido desde la matriz de mi vieja con plumas, ya estaban gestándose. A los siete u ocho años recuerdo que ya patinaba bien, muy bien, de hecho formé parte de un holiday on ice donde hacíamos una coreografía de blancanieves, yo era uno de los enanitos.
Respecto a pasar del patín al voley, Allende dijo: Cuando dejé el patín, automáticamente pasé a jugar volleyball en el playón de San Martín. Solía jugar los fines de semana pero sin saber jugar, las personas del playón de aquellos años son personas de las que no me olvido más. Ingresé en un equipo societario para empezar a jugar, evidentemente estaba hecho para mí y viceversa, algo pasó entre el volley y yo para que de algún modo, en aquellos años repito muy machistas, pasasen de el maricon, el afeminado, el pibe transgresor, el palomita, a ser un jugador que despertaba aplausos. Ya pasabas de la burla a la ovación porque tenía un juego y particular. Saltaba como campanita la de Peter Pan, pero le pegaba unos tumbazos terribles a la pelota y rompía bloqueos y demás. Ni siquiera noté la inclusión, fue un momento inclusivo en mi vida en general. Imaginate lo que era en el colegio, los chicos éramos bastante hirientes, los chicos y los padres. “No te juntes con él porque ese un puto”. La contracara de esto es que este propio padre, afterhour, me hacía alguna propuesta, entonces era medio raro. Era algo bastante promiscuo y perverso. Estamos hablando de cuando tenía 12, 13 o 14 años.
Actualidad del club respecto a la inclusión entre las personas. Hay muchísima diferencia, ya es natural el ser homosexual, te miran desde otro enfoque. Lo que tendría que haber sido o es, simplemente no fue, no coincidió el tiempo con la evolución. Creo que ha habido una evolución social muy grande, un cambio muy grande respecto a las personas que tenemos diferentes formas de expresarnos, un timbre de voz que también es diferente. En realidad lo que me hizo mucho daño fue acumular resentimiento, no tener una vía donde yo pudiese verter qué era lo que sentía, qué era lo que me pasaba, porque todo era mudo y en silencio, desde mi casa también. En la adolescencia padecí un abuso, que no tuvo acceso carnal por suerte, pero porque entró un preceptor. Lo que venía sucediendo hace bastante tiempo atrás me pasaban como una pelota, de uno a otro, como empujándote y burlándose y era bullying, eso me dio mucho odio y mucho resentimiento. La verdad es que no fue grata mi infancia, excepto el momento del verano en donde gracias a mis padres, nos íbamos a Miramar a veranear por tres meses.
En cuanto a poder despegarse de su historia, Eduardo afirmó: Yo renazco una vez que suelto las sustancias. En el club conocí todo, porque era muy chico cuando ingresé y mi burbuja era el club y mi casa. La verdad es que no quería ir a la escuela, aparte mis hermanas siempre promediaron en 9,75 y esa vara, y mi boletín era como una hemorragia de aplazos. No me encontraba, no podía hacerlo, salvo en las clases de educación física, donde te hacen el test de Cooper. Después me destaqué en salto en alto y en 100 metros llanos, y eso me eximía de algún modo de las materias. Sólo tenía que entrenar, estaba en el equipo de atletismo del colegio y zafaba de las clases. El club fue mi guarida, ahí pude compartir con personas quién yo era, y en libertad.
¿Cómo fue el paso de las drogas en su vida? Desde los 19 años hasta el 11 de febrero del 2008, ahí es donde suelto las sustancias. Mi adicción fue a la polisustancias, comencé a fumar marihuana, que en aquellos años era algo snob y distinto. De ahí pasé al LCD, un ácido lisérgico, una estampilla chiquita que va directamente al sistema parasimpático a los 45 minutos de la ingesta. Es alucinógenos y te reís de cualquier cosa, los objetos de van deformando y desfigurando, es alucinógeno, el tema es que la marihuana ate genera una cubierta adiposa en el axón y en la dendrita, eso interrumpe la correcta sinapsis de ambos para que se genere el pensamiento. ¿Qué pasa? La marihuana con esa capa adiposa, y el ácido lisérgico que la necrotiza, la mata, neurona que muere es neurona que no vuelve a aparecer. Me gustó, me enganché, obviamente que cualquier persona no es adicta, tenes que tener un perfil, una historia o determinada muestra en tu ADN que te habilite ese camino que, en un momento crees que es fantástico, y en otro momento estás en la enfermedad, y te cubrís diciendo que no. Lo único que le importa a uno es buscar justificaciones y tirar mierda a lo que fue o vivido, para que todo cierre y puedas salir a consumir. Hasta que en algún buen momento conoces a algún dealer que es de la villa, te metes ahí como cabeza de gato, vas recorriendo pasillos que no tiene nombre ni número en las puertas, y te quedas atrapado ahí. En mi casa un buen día me cerraron la puerta e iniciaron una acción civil para internarme. El point que saque si vos no tomas la decisión de dejar las sustancias, no lo vas a hacer, si te obligan a internet y vos no lo queres hacer, te convertís en un paciente figura que fue mi caso. Yo tuve 17 internaciones en diferentes comunidades terapéuticas, había roto con las tres oportunidades que nos daba la sedronar, y luego fui a comunidades pagas, en el Hospital Alvear, en el Borda, me escapaba, iba a la villa y volvía para consumir dentro del hospital. No estaba bien, al punto tal de que la jueza civil dijo que ella no iba a dejar los fueros hasta que yo no soltase las drogas, y yo me reía mucho. Yo sigo con un equipo interdisciplinario y psico asistencial, tengo una cobertura médica que es PAMI, que me la dieron como beca. Al fin y al cabo terminé en situación de calle, indigente, durante los últimos dos años de consumo, era un espectro. Dormía dentro de los volquetes y un buen día ese mismo 11 de febrero del 2008 estaba dentro del volquete con la basura y caí dormido, el tema era meterse para esconderse del patrullero o de la ambulancia. Recuerdo despertarme ver una luz muy intensa, después de trabajarlo me parece que no era una luz que no era el sol, era otra. Me levanté y llegué al dormi de Caritas, te requisan, te autorizan a dormir, te dan un desayuno y te dejan salir. La trabajadora social sabía de mi situación, me seguía, la verdad que Graciela Pereyra es una persona inolvidable, maravillosa que se cubrió de barro para sacarme de ahí, ella aparece en el dormi, me da unas monedas para ir a la Fundación Atreverse, me dijo que si quería me bajaba en la villa, o si quería iba a la fundación, pero no tenía otra oportunidad más. Estaba vestido mal, todo sucio, desdentado no tenía ni una sola pieza dentaria, la cocaína y la pasta base, cuando la aspiras anula un proceso de deterioro dentario que es endógeno. En lugar del proceso normal del deterioro de una pieza dentaria, que es que se rompe el mail y luego llega al nervio, acá era distinto, inhalando cocaína pudris los nervios y así vas perdiendo los dientes. Estaba lleno de marcas que desconocía de que eran. Caminé mucho hasta llegar al colectivo que tenía que tomar, el 133 línea a la que nunca más volví a tomar, llegue a Puente Saavedra, fui hasta Urquiza y entré en la Fundación.
Para finalizar, Eduardo Allende compartió un mensaje para quienes no pueden hablar sobre sus realidades, y el lugar que ocupa GEBA en su vida. Por favor levanten la mano las personas que se encuentran en consumo, las personas que sienten que son menos que otros, levanten la mano y pidan ayuda. Dejen de consumir porque no sirve, no conozco un solo tipo adicto que esté feliz, no conozco a una sola persona que esté feliz con su ser, no hay, no existe. Tampoco creo que exista una persona que robe y que tenga una casa opulenta y que duerma tranquilo, es mentira, siempre tenes una luz que te persigue, otra luz que te acosa, otro que te está mirando, no estás tranquilo cuando estás en esa infracción. El club es ese espacio en donde vos podes ser, en donde podes plasmar aquello que te está pasando a través de algo lúdico, sea un deporte de grupo, sea uno individual, sea un juego de mesa o el albedrío, bien entendido, de poder ser, poder saltar una valla, buscar una meta.
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