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Esteban Ocampo: “Se presenta otra oportunidad donde tenemos que elegir modelos de país”.

Interes General agosto 18, 2023

Esteban Ocampo, escritor y ex integrante del Regimiento de Granaderos a Caballo, compartió en "El Arranque" un repaso histórico a propósito de un nuevo aniversario del fallecimiento de José de San Martín.

Para el historiador Esteban Ocampo, esta fecha lo interpela: “Fundamentalmente lo que uno rescata de la vida del general San Martín es que fue una persona coherente. Una persona que hizo lo que pensaba en cada uno de los distintos pasos que fue dando a lo largo de su vida. Uno piensa en el legado, en las cosas que nos deja. Una figura que es muy rica para seguir estudiando, y es muy rica para poder inspirarse porque nos va mostrando en distintos aspectos y en diferentes ámbitos de su vida cosas que nos llevan a inspirarnos para vivir. Dejando de lado lo que fue su versión militar, es muy rico poder estudiar al San Martín ciudadano, al San Martín padre. Es muy rico poder estudiar al San Martín político, del cual no está tan difundida su obra. Siempre hablo esto de poder inspirarnos, no de copiar porque nosotros los seres humanos somos únicos e irrepetibles. Porque muchas veces se habla de porqué no copiamos a los próceres… En realidad no nos inspiramos en los próceres, más bien tomamos esos valores, esos puntos dentro de sus vidas entendiendo que fueron seres humanos importantes”.

 

Leer el pasado con ojos del presente precisa de una dimensión justa. Para Ocampo “la historia es totalmente dinámica. Uno no puede ser tajante en cuanto a las cosas del pasado porque aparece la expectativa o la búsqueda para poder encontrar algún documento, o algún testimonio que quizás cambie lo que se ha escrito en el pasado. Hoy San Martín nos observaría como una sociedad que tiene que enfrentar los mismos desafíos que él enfrentó en aquel momento. De todos modos siempre trato de comentar esto, San Martín en la previa de la campaña del cruce de la Cordillera de los Andes, tenía 5 mil hombres en su ejército. De esos 5 mil, el 70 por ciento nunca habían entrado en combate y tenía que trasladar por una de las Cordilleras más altas del mundo (5 mil metros), esos hombres, 10.600 mulas, 1.600 caballos, toneladas de pertrechos, toneladas de comida, un hospital móvil, cañones. Todo a lo largo de esa geografía para enfrentarse sin descansar a un enemigo que era mayor en número (7 mil hombres), y de esos hombres todos ya sabían lo que era combatir. Y por otro lado, que lo estaban esperando. En ese gran desafío que tenía por delante, le supo escribir a su gran amigo Tomás Guido antes de partir a esa campaña para decirle que lo que no lo dejaba dormir todos los días no era la oposición que iba a tener por parte del enemigo, sino el enfrentarse a esos inmensos montes, a esas Cordilleras. Y nosotros, todos los días nos enfrentamos con Cordilleras, y más en el contexto en el que estamos viviendo en los últimos días con toda esta incertidumbre y todas estas cuestiones vinculadas con la economía”.

 

“A la hora de analizar la grieta actual, el pasado puede ser un buen ejercicio para entenderla: A partir de 1820 con la guerra civil que nos va acompañar hasta 1850, ese panorama de divisiones comenzaba a ganar fuerza. Por un lado con aquellos que buscaban que el país se potenciara, que se desarrollara, que hubiera un trabajo muy importante en cuanto a poder crear escuelas y a estimular la educación. Veíamos a San Martín y a Belgrano trabajando de la mano, que lamentablemente por el hecho de su participación activa dentro de todas las campañas militares, quizás le privaron la posibilidad de involucrarse más en la política y poder enfrentarse contra ese otra bando netamente político que no creían en ese mensaje y no creían en ese rumbo para el país”, soslayó.

 

Por último, Ocampo sostiene que “siempre que uno habla del pasado tiene que ponerse en el contexto de la época a la cual se refiere. Hay muchas cosas que si nosotros vemos con la mirada del presente, muchas situaciones que se dieron en aquel momento pueden ser hasta horrorosas. Pero esta es una situación muy parecida, un poco siguiendo los discursos que han quedado consolidados como candidatos para estas elecciones, que nos presentan distintos modelos de país. En aquel momento también se presentó ese escenario. En el Congreso de Tucumán que se inauguró en 1816 se fueron dando esas distintas discusiones, de cómo seguir un camino o de cómo tomar otro. En el caso de Belgrano volviendo desde Europa, había ido a encontrarse con lo que estaba sucediendo allá, y trajo sus ideas y trató de convencer al resto de los diputados para que pudiéramos seguir diferente al que se siguió. Quizás la historia hubiera sido distinta para nuestro país. Pero bueno, se presenta esta oportunidad donde tenemos que elegir modelos de país, tomar decisiones fuertes para nuestro futuro y también tener responsabilidades al momento de tomar esas decisiones. Yo, a veces lo hablo con mis hijos que son adolescentes o cuando voy a dar charlas a escuelas para profundizar sobre Argentina, desde nuestro pasado, nuestros próceres. Además, aprovechó para trabajar este concepto que por ahí no está tan desarrollado, que es el de la responsabilidad. Uno tiene que ser responsable no solo de las consecuencias negativas sino de las positivas”.

 

José Francisco de San Martín nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, que en la actualidad forma parte de la provincia de Corrientes. Hijo del capitán don Juan de San Martín y de doña Gregoria Matorras del Ser, vivió en Yapeyú que era la capital de uno de los cuatro departamentos en que habían sido agrupados los treinta pueblos de las misiones guaraníticas donde su padre ejerció las funciones de teniente gobernador hasta 1775. En 1781 su familia se radicó en Buenos Aires y dos años después emprendió viaje a España arribando al puerto de Cádiz en marzo de 1784.

 

José de San Martín se incorporó en 1789 como cadete al Regimiento de Murcia del arma de infantería y mientras formó parte del ejército español combatió inicialmente en África contra los moros y en las guerras sostenidas con Francia, Inglaterra y Portugal. Esto determinó su participación en treinta y una acciones bélicas, siendo una de ellas el combate de Arjonilla. Por su actuación en batalla de Bailén donde resultaron abatidas las legiones invasoras del emperador Napoleón I, fue ascendido al grado de teniente coronel y condecorado con medalla de oro. Por este tiempo, pasó a ser oficial de caballería hasta que en 1811 se retiró del ejército real para trasladarse a Londres, esperando concretar su propósito de regresar a América.

San Martín y otros rioplatenses desembarcaron el 9 de marzo de 1812 en Buenos Aires, para contribuir a la independencia de los pueblos. A poco de su llegada, el Triunvirato le confió la organización de un escuadrón de caballería que luego se transformó en el Regimiento de Granaderos a Caballo. Mientras instruía a su ejército, contrajo matrimonio con María de los Remedios de Escalada y el 7 de diciembre de 1812 fue nombrado coronel del flamante regimiento.

 

El 3 de febrero de 1813, San Martín obtuvo su primera victoria al frente de 120 granaderos, tras derrotar en la batalla de San Lorenzo al ejército español en un combate que duró tan solo quince minutos. Luego de las derrotas sufridas por el Ejército del Norte a cargo del general Manuel Belgrano en el Alto Perú (actual Bolivia) en Vilcapugio y Ayohuma, el gobierno de Buenos Aires decidió socorrerlas con el envío de refuerzos al mando del coronel San Martín. Este asumió el mando del Ejército del Norte el 29 de enero de 1814, tras disponerse el relevo del general Belgrano.

 

El 10 de agosto de 1814, el director supremo Gervasio Antonio de Posadas designó a San Martín gobernador intendente de la Provincia de Cuyo con jurisdicción sobre las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis. A los dos meses de asumir el cargo, sucumbió el régimen independentista de Chile a manos de las tropas represoras enviadas por el virrey del Perú. Esto determinó que el Libertador replantease su plan de acción militar, optando por la estrategia de atravesar la cordillera de los Andes. El plan continental sanmartiniano fue aprobado por el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata poco después de haber declarado estas su independencia el 9 de julio de 1816.

 

Tras concluir la preparación del Ejército de los Andes, a mediados de enero de 1817 se inició el cruce de la cordillera venciendo al ejército realista el 12 de febrero en la batalla de Chacabuco. Esta victoria les dejó libre el camino de Santiago, la capital de la antigua Capitanía General o Reino de Chile. Las tropas realistas que aún permanecían en el sur de Chile fueron reforzadas desde el Perú e iniciaron un avance sobre Santiago. En la noche del 19 de marzo de 1818 lograron sorprender en Cancha Rayada al rioplatense, que se dispersó parcialmente. San Martín rehízo sus efectivos y el 5 de abril siguiente obtuvo un gran triunfo en la batalla de Maipú.

 

Asegurada la independencia de Chile, San Martín organizó el Ejército Libertador del Perú. La expedición, que partió el 20 de agosto de 1820, desembarcó el 7 del mes siguiente en la bahía de Paracas donde inició su campaña que culminó el 10 de julio de 1821 con su entrada triunfal en Lima proclamando la Independencia el 28 de ese mes en la Plaza Mayor de Lima. San Martín ejerció funciones de gobierno con el título de Protector de la Libertad del Perú hasta que en julio de 1822 después de entrevistarse con el general Simón Bolívar en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil decidió renunciar a su cargo.

 

El 4 de diciembre de 1823, San Martín llegó a Buenos Aires y por pocos días se hospedó en una quinta de la familia Escalada ubicada en el antiguo partido de San José de Flores (ahora Parque de los Patricios). Con posterioridad resolvió trasladarse a Europa para darle una mejor educación a su hija, partiendo de Buenos Aires el 10 de febrero de 1824. Mientras su hija Mercedes continuaba sus estudios en Bruselas, quiso retornar a Buenos Aires para atender sus asuntos personales embarcándose a fines de 1828. Pero al enterarse en Río de Janeiro del movimiento revolucionario iniciado en Buenos Aires por el general Juan Lavalle y del posterior fusilamiento del coronel Manuel Dorrego, optó por no desembarcar en la capital porteña y hacerlo en Montevideo. El 17 de abril se marchó de Montevideo para regresar a Bruselas pasando previamente por Inglaterra y Francia.

 

San Martín y su hija dejaron Bruselas y a finales de 1830 se instalaron en París. El 13 de diciembre de 1832, la hija del Libertador contrajo matrimonio con Mariano Balcarce. En 1834 adquirió una vivienda en Grand Bourg que habitó hasta 1848 con su hija, su yerno y sus nietas. Ese mismo año se trasladó a Boulogne-sur-Mer para estar más cerca de Gran Bretaña, temiendo una posible partida por causa de la gran agitación reinante en Francia. Allí falleció don José de San Martín en la tarde del 17 de agosto de 1850 acompañado por su hija Mercedes, su yerno Mariano Balcarce, sus nietas, el representante de Chile en Francia don Francisco Javier Rosales y el doctor Jordán, quien lo asistió como médico. En 1880, sus restos fueron trasladados desde Francia a Buenos Aires para ser depositados en el mausoleo que al efecto se erigió en la Catedral donde es custodiado por una guardia del ejército que él mismo creó.

 

A continuación, transcribimos algunos párrafos de la última carta que San Martín le escribió a Rosas el 2 de noviembre de 1848. “Mi respetable general y amigo: A pesar de la distancia que me separa de nuestra patria, usted me hará la justicia de creer que sus triunfos son un gran consuelo a mi achacosa vejez. Así es que he tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción es tanto más completa cuanto el honor del país, no ha tenido nada que sufrir, y por el contrario presenta a todos los nuevos Estados Americanos, un modelo que seguir y más cuando éste está apoyado en la justicia”.

 

En otro pasaje menciona los sucesos por los cuales debió mudarse a Boulogne-sur- Mer: “Para evitar el que mi familia volviese a presenciar las trágicas escenas que desde la revolución de febrero se han sucedido en París, resolví transportarla a este punto, y esperar en él, no el término de una revolución cuyas consecuencias y duración no hay precisión humana capaz de calcular sus resultados, no sólo en Francia, sino en el resto de la Europa; en su consecuencia, mi resolución es el de ver si el gobierno que va a establecerse según la nueva constitución de este país ofrece algunas garantías de orden para regresar a mi retiro campestre, y en el caso contrario, es decir, el de una guerra civil (que es lo más probable), pasar a Inglaterra, y desde este punto tomar un partido definitivo”.

 

También describe cuáles son las causas que ocasionaron el malestar en Europa: “En cuanto a la situación de este viejo continente, es menester no hacerse la menor ilusión: la verdadera contienda que divide a su población es puramente social; en una palabra, la del que nada tiene, tratar de despojar al que le posee; calcule lo que arroja de sí un tal principio, infiltrado en la gran masa del bajo pueblo, por las predicaciones diarias de los clubs y la lectura de miles de panfletos; si a estas ideas se agrega la miseria espantosa de millones de proletarios, agravada en el día con la paralización de la industria, el retiro de los capitales en vista de un porvenir incierto, la probabilidad de una guerra civil por el choque de las ideas y partidos, y, en conclusión, la de una bancarrota nacional visto el déficit de cerca de 400 millones en este año, y otros tantos en el entrante: éste es el verdadero estado de la Francia y casi del resto de la Europa, con la excepción de Inglaterra, Rusia y Suecia, que hasta el día siguen manteniendo su orden interior”.

 

Por último, le agradece su noble actitud hacia su persona y reconoce su delicada situación de salud: “Un millar de agradecimientos, mi apreciable general, por la honrosa memoria que hace usted de este viejo patriota en su mensaje último a la Legislatura de la provincia; mi filosofía no llega al grado de ser indiferente a la aprobación de mi conducta por los hombres de bien. Esta es la última carta que será escrita de mi mano; atacado después de tres años de cataratas, en el día apenas puedo ver lo que escribo, y lo hago con indecible trabajo; me resta la esperanza de recuperar mi vista en el próximo verano en que pienso hacerme hacer la operación á los ojos. Si los resultados no corresponden a mis esperanzas, aun me resta el cuerpo de reserva, la resignación y los cuidados y esmeros de mi familia. Que goce usted la mejor salud, que el acierto presida en todo lo que emprenda, son los votos de este su apasionado amigo y compatriota”.

Actividades 

Para conmemorar el 173° aniversario de su Paso a la Inmortalidad, el Instituto Nacional Sanmartiniano realizó un responso y ceremonia en homenaje al Libertador General San Martín colocando ofrendas florales a los pies del Mausoleo que guarda sus restos en la Catedral Metropolitana, San Martín 27, CABA.

Además, en la pantalla de CINE.AR PLAY se emitirá “El exilio de San Martín” (Argentina – 2006 – 90 min), escrita y dirigida por Alejandro Areal Vélez, con Alberto Ivernen interpretando al General José de San Martín y con relatos en off de Alfredo Alcón.

A su vez, el canal Encuentro emitirá a las 22.30 h “Revolución. El Cruce de los Andes”, film protagonizado por Rodrigo de la Serna con la dirección de Leandro Ipiña.

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