
Fabio Quetglas: “Las sociedades están frustradas por las altas expectativas no cumplidas”
Política noviembre 29, 2019El diputado nacional por la provincia de Buenos Aires visitó "Vamos por las Sobras" para hablar sobre políticas públicas en el siglo 21.
Fabio Quetglas es un abogado argentino, diputado nacional por Juntos por el Cambio por la provincia de Buenos Aires. El funcionario habló sobre los cambios y procesos que afrontan las sociedades en la actualidad. “En tiempos convulsos como los que vivimos, tengo una perspectiva genérica de que occidente está viviendo un proceso de desmodernización. Esto es porque los 3 pilares de la modernidad que eran, en primera instancia, la democracia liberal, como un sistema político que implicaba un cierto nivel de participación de la ciudadanía en el gobierno, un reconocimiento de que el poder viene de abajo y no que venía de los dioses. En segundo término, la convivencialidad, la existencia de espacios comunes donde los distintos sectores convivían, y el tercer pilar la ciencia, que solía ser, en una disputa sobre distintos temas, un valedor del conocimiento científico: Juan opina A, Pedro opina B, entonces preguntémosle al físico, al astrónomo, etc. La ciencia hoy está siendo cuestionada, la convivencialidad está siendo cuestionada, la gente se encierra a vivir entre iguales y no hay espacios de encuentro. Por último, la democracia liberal también está siendo cuestionada también. Entonces se caen los pilares. Hay un agotamiento de la modernidad, que dio un montón de cosas en determinado momento pero este modo de vida no termina dando por lo menos lo que mucha gente espera.”
En ese contexto, el diputado manifestó que “la desmodernización es el correlato de lo que llamaría la doble revolución, que es la revolución de las expectativas. Si una persona puede hablar por teléfono con una persona que está en Australia a costo cero, ¿cómo no vamos a poder resolver el tema del hambre? La convivencialidad con la tecnología nos produce altas expectativas de que todo podría ser resuelto y eso produce frustración, como correlato de una expectativa no cumplida. El trípode que construyó la modernidad está siendo erosionado y las categorías con las que pensamos la realidad son categorías insuficientes. Aparece la recurrencia de abusar de términos como el populismo frente a cosas que no podemos explicar. El caso de Chile es un caso concreto que no podemos encuadrarlo porque queremos ponerle un nombre pero lo más importante es hacer un esfuerzo intelectual para tener miradas interesantes, inteligentes y diversas antes de ponerle un nombre y pensar si es una revuelta o no. Los tiempos convulsos son tiempos de aprendizaje y hay que darse un baño de humildad para entender que hay fenómenos que se escapan de nuestra comprensión inmediata y hay que hacer un esfuerzo. No se trata de buenos y malos o de conspiraciones sino que están pasando cosas que merecen nuestra atención”.
Respecto a los problemas no resueltos por las sociedad modernas, como el hambre, el abogado argumentó que “hay un montón de problemas que están resueltos técnicamente, como el tema de la comida. Existen los recursos, la tecnología y podemos producir alimentos y distribuirlos para 7000 millones de personas pero hay otras restricciones en el aparato de respuestas del sistema público. Por ejemplo, todos sabemos que tenemos que tirar la basura en el tacho de basura. Pero en la ciudad de Buenos Aires, por el que pasan 6 millones de personas, si solo el 1%, o sea 60.000 personas, no tira la basura en el tacho y la tira afuera, la ciudad es un basural, siendo que lograste disciplinar al 99% de la sociedad. Entonces hay gente que dice que es fácil, que es solo extender la mano y llegar al tacho. Es muy fácil que Juan lo haga, que Pedro lo haga, pero es difícil que 100 sobre 100 lo hagan. Las propuestas políticas de cosas que están resueltas técnicamente tienen niveles de dificultad política, que no deben ser obviadas. ¿Tenemos la capacidad para producir alimentos para 7000 millones de personas? Sí, pero, ¿tenemos la capacidad institucional para transformar eso en una mesa saludable para todas esas personas? Ahí empiezan las dificultades de todo tipo, en relación a incentivos, instituciones, legislaciones, ganadores, perdedores, actores y política”.
Sobre la cuestión laboral, Fabio Quetglas manifestó que “vamos rumbo a un mundo con menos trabajo tal como lo concebimos históricamente. Es algo que precisamos porque el trabajo además de producir bienes y servicios, es un tremendo organizador social. Nos levantamos a cierta hora por el trabajo, hacemos ciertas cosas, socializamos en el trabajo, conseguimos novia en el trabajo, etc. Si ese organizador social tan dominante desaparece, ¿qué pasa? Ya estamos viviendo esos cambios, porque si ustedes ven el trazado de colectivos de ciudades metropolitanas que fueron industriales como esta, que tienen una rutina definida, hoy en día ese barrio obrero uno sale a las 6, otro sale 10 minutos más tarde, otro sale más tarde, uno se queda en la casa porque labura desde ahí, otro va para el centro. La sociedad lentamente ha ido adaptándose en una sociedad ordenada exclusivamente por el trabajo y hoy hay muchos vectores distintos de organización social. Hoy en día le ofrecen a millenials muy calificados mejores condiciones salariales para que se queden en el trabajo y el pibe se quiere ir a la India. Estamos viviendo ese cambio.”
En ese sentido, el funcionario dijo que “las sociedades maduras deben organizarse para que un conjunto de bienes y servicios públicos, constitutivos de una dignidad elemental puedan ser provistos de la mejor manera posible, en el sentido de pisos de equidad que disminuyen otros costos sociales. Una cosa es ser un país, otra cosa es ser una sociedad y otra cosa es ser un mercado, a veces son un conjunto. Si somos una sociedad que tenemos expectativas y metas económicas, pero creo que debemos cuidar el tejido social. Esos pisos, como el acceso a la educación gratuita, el acceso a los servicios sanitarios, tiene una paradoja porque estamos dispuestos a acceder que la universidad sea gratuita y nos cuesta un poco más aceptar que la comida sea gratuita. Hay que trabajar temas de conciencia alimentaria, de mayor conocimiento y trabajar la idea de la soberanía alimentaria, de la que se habla con mucha liviandad pero si nosotros no sabemos cocinar, alimentarnos nos va a salir el triple”.
Al finalizar, el diputado nacional dijo que “el tema de la comida no se politizó durante mucho tiempo y en el último tiempo se politizó pero mal. Es un tema muy interesante de politizarlo en el mejor sentido. Tenemos un problema de obesidad infantil que es una bomba de tiempo. Siempre pienso por la positiva y en qué podemos hacer, cuál es nuestra contribución a una conversación publica de mejor nivel también. En los comedores populares se come muy mal, se comen harinas, no se come bien. La sofisticación alimentaria habla mucho de la sofisticación de una sociedad. Creo que corresponde incorporar la ética en los debates, sabiendo que eso no hace que las soluciones sean automáticas”.
Podés escuchar “Vamos por las Sobras” los jueves de 18:00 a 20:00 horas por La RZ.