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Federico Fernandez: “Mantengo el estilo, que no te deje un momento de aburrimiento”

Interes General enero 31, 2019

El primer bailarin del Teatro Colon hablo en "Las Venas de la Cultura" sobre Buenos Aires Ballet.

 

          Federico Fernández, primer bailarín del Teatro Colón, es el creador de Buenos Aires Ballet, una compañía de baile que viene realizando espectáculos desde el año dos mil quince. Este proyecto fue impulsado por la necesidad de unir y expandir el arte del ballet clásico a los más diversos escenarios del país y la región.

           Próximamente, el sábado dieciséis de febrero, estarán estrenando una nueva producción, sobre lo cual el artista dijo: “Estoy sorprendido que el ND nos brinde la sala. Es el tercer año que estamos, es un poco sorprendente que suceda eso hoy en nuestro país, porque las salas comerciales necesitan ganar dinero para mantenerse. Ahora vienen facturas que son el doble o triple de lo que eran antes, y nosotros llenamos salas, pero no somos algo redituable para mantener el teatro.”

           “Nos dejan en un muy buen lugar siempre, quizás porque tienen ganas de confiar en la danza o les gusta el espectáculo. Pero no deja de sorprenderme que dejen de lado algunas cosas para que nosotros estemos ahí. Siempre estamos agradecidos.” esto en referencia al Teatro ND Ateneo, ubicado en Paraguay 918 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la cual ya realizaron con anterioridad funciones en los años dos mil diecisiete y dos mil dieciocho.

          El espectáculo consiste en una gala con los mejores Pas des deux del repertorio internacional interpretado por los más prestigiosos bailarines de los primeros coliseos latinoamericanos. Primeras figuras del Teatro Colón, Teatro Argentino de La Plata, Nacional “Danza”, Metropolitano y Teatro Municipal de Río de Janeiro se han reunido con el objetivo de brindar un espectáculo de alta calidad artística, y sobre todo con la pulsión de bailar para aquellas personas interesadas en el valor de la belleza y en la sutil sensibilidad de este arte, que surge de un largo camino de dedicación y exigencia con la convicción de comunicarse a través de la danza. En cada función pueden ir variando los bailarines. En esta ocasión se destacará “La Esmeralda” con Federico Fernández y Eliana Figueroa.

          Al respecto de lo que tiene preparado, el bailarín comentó: “Mantengo el mismo estilo, que no te deje un momento de aburrimiento, pasa de una cosa a la otra. Dura entre ocho y diez minutos cada pieza; son diez, doce piezas. Esta vez lo que tenemos son tres estrenos más neoclásicos y contemporáneos. Dos coreografías de Anabela Tulliano –una coreógrafa que tiene un grupo llamado Kadabra, muy bueno también– un solo y un pas des deux –un dúo–. Emanuel Abruzzo creó un duo que va a bailar con Julieta Zabalza, medio jazzero.”

           “Así que son tres obras nuevas y clásicos que están siempre, nada más que v vamos variando entre el repertorio y quienes lo bailan. Pero en general son siempre primeras figuras del Colón, del Argentino La Plata o, en este caso también, bailarines independientes. Los bailarines más o menos nos conocemos todos.”

          No faltaron detalles sobre el elenco, tampoco: “Lorena Sabena, por ejemplo, hoy es una bailarina independiente, pero estuvo trabajando en Alemania, en la compañía de Julio Bocca, Maximiliano Guerra, el Colón, tiene un recorrido. A su vuelta a la Argentina, está trabajando desde otro lugar, da clases de elongación. Y sigue bailando, obviamente, porque está divina. Julieta Zabalza, que también es bailarina independiente, trabaja seguido con nosotros. Me encanta como baila.”

          “Con Emanuel Abruzzo nos conocemos desde los doce años. No éramos amigos, al contrario, fuimos enemigos en su momento, porque la danza tiene esas cosas de competencia. Quizás, a veces, nuestros maestros no nos fueron del todo cuidadosos en eso, y generaban sin querer algunas rispideces.”

          “Recién nos volvimos a cruzar con una charla, porque no nos hablábamos más que un “hola chau” cuando nos cruzábamos, en el dos mil quince. Nos dimos cuenta que no teníamos tantas diferencias, hoy es uno de mis mejores amigos. Él es obviamente bailarín del Colón, bailó muchísimo afuera también; y es coreógrafo. Hoy ya va por la tercer coreografía que pone en el grupo y creo que pone otra en el Colón este año.”

          Fernández también clarificó lo que significa ser el primer bailarín: “El Ballet Estable del Teatro Colón tiene categorías. Estas son cuerpo de baile, solistas y primeros bailarines. Hace más de veinte años –alrededor de veinticinco– que no hay concurso para acceder a primer bailarín. Somos todos bailarines de fila –lo que se llama cuerpo de baile– y, según los directores que han pasado por el Ballet, han nombrado gente para tal temporada que son sus primeros bailarines.”

          “En mi caso, este es mi año número quince dentro de la compañía, y casi desde el primer momento bailé de solista o de primer bailarín. Cada director que vino me puso, no podían darme un nombramiento, porque digamos que no está dentro de la legalidad del empleo público –yo soy empleado público–, se accede a los diferentes cargos por concurso. Como no hay, me fueron nombrando.”

          “Lidia Segni, que fue la primera que lo logró, me hizo un contrato en el cual a mí y a otra gente más nos puso así. Se va Lidia, asume Maximiliano Guerra, también accedí al mismo cargo, Paloma Herrera también. Así que me mantengo en el cargo que ellos me nombran, no tengo el cargo estable.”

          “Tampoco tengo contrato, yo soy planta permanente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, pero del Ballet Estable. Y tengo un nombramiento como primer bailarín porque es lo que ejerzo. Pero no me lo dan el cargo, porque es por concurso. Podría haber un decreto, podrían haber un montón de cosas con el poder de darnos a los que estamos hace años bailando, como Juan Pablo Ledo, que es otro colega y nadie puede negar que es un primer bailarín. En los papeles, él es cuerpo de baile como yo.”

          El Ballet Estable del Teatro Colón nació de la inquietud que en el siglo XIX surge en Buenos Aires de contar con artistas nacionales que saciaran la sed de ballet despertada por la visita de innumerables compañías extranjeras. Fue en 1925 cuando se concretó el debut de la compañía. Durante la segunda visita de los Ballets Russes de Serguei Diaghilev en 1917, el mismo Nijinski habría alentado en ese sentido a Cirilo Grassi Díaz, uno de los artífices del proyecto junto con Carlos López Buchardo. El estilo del Ballet del Colón quedaría desde entonces signado por la impronta del ballet moderno, representado por Mijail Fokin y su entorno, y de allí que el primer director de la compañía fuera Adolf Bolm, formado en el Mariinski de San Petersburgo e integrante de los Ballets Russes. Suya fue la primera coreografía del Ballet en su debut: El gallo de oro de Rimski-Korsakov.

          En esta primera etapa, se formó la camada original de legendarias primeras bailarinas: Dora del Grande, Blanca Zirmaya, Lida Martinoli, María Ruanova y Leticia de la Vega, desatando verdaderas pasiones del público hacia una u otra. También notables directores internacionales tuvieron en sus manos la magnífica tarea de guiar los pasos del elenco, comenzando por Bolm, y continuando con Margarita Wallmann, Tamara Grigorieva, Bronislava Nijinska, Boris Romanoff, María Ruanova.

          Desde el comienzo, todos los grandes coreógrafos del mundo han trabajado con el Ballet del Colón, montando sus obras o creando nuevas para nuestros bailarines, desde Fokin y Nijinska, George Balanchine, Leonide Massine, Antonia Mercé, Tatiana Gsovsky, William Dollar, Serge Lifar, Anthony Tudor, hasta los más cercanos en el tiempo Jack Carter, Rudolf Nureyev, Pierre Lacotte, Natalia Makarova.

          De su seno surgieron y brillaron innumerables artistas con carrera internacional: Olga Ferri, Esmeralda Agoglia, Antonio Truyol, Enrique Lommi, Vasil Tupin, Adela Adamova, Irina Borowska, Mercedes Serrano, Violeta Janeiro, José Zartmann, y en la actualidad Paloma Herrera, Maximiliano Guerra, Julio Bocca, Iñaki Urlezaga, Marianela Nuñez, Herman Cornejo, Luis Ortigoza, y muchos otros. Entre ambas generaciones, surge el recuerdo del tremendo golpe asestado a la compañía en 1971, cuando nueve de sus integrantes perdieron la vida en un accidente aéreo, entre ellos, el inolvidable José Neglia, magistral Niño brujo, Premio Nijinski 1962; y su pareja de baile Norma Fontenla, de personalidad avasallante. Ese vacío motivó el apresurado surgimiento de la generación que los sucedió, y que salió airosa del desafío, desembocando en la actual generación de brillantes bailarines que lo integran.

          Actualmente, la dirección artística del ballet estable se encuentra a cargo de Paloma Herrera, y tanto Emanuel Abruzzo como Federico Fernández forman parte del elenco. Se accede a la posición por concurso tal como cualquier otro empleo público. La reglamentación no impone exclusividad, por lo que los artistas incorporados como planta permanente mantienen el derecho de realizar proyectos aparte, como es el caso con el Buenos Aires Ballet.

           “Cuesta entenderlo, pero nosotros somos empleados municipales” afirmó Fernández. “Somos artistas, pero de un teatro público. Lamentablemente, el ballet nunca pudo acceder a la estabilidad, aunque debería.”

          El bailarín también es notorio gracias a tomar partido por sus convicciones, como se evidenció en su fuerte y público repudio a “Argentum” de Ricky Pashkus, el show con motivo de la Gala del G20, por no convocar a los cuerpos artísticos del coliseo: “En lo artístico mucho no me meto, porque es subjetivo, lo que puede estar arriba del escenario te puede gustar o no. Después, si deciden que participe o no el propio Teatro Colón, también puede ser una decisión (errada, para mí). Pero, lo que yo no puedo tolerar es la flexibilización laboral, lo que pasó con esos bailarines y esos trabajadores. Jugaron con el sueño de una persona para bailar en el Colón.”

           “Nadie te va a decir que no, les pagaron veinte mil pesos por no sé cuánto tiempo de ensayo, los hacían laborar en Tecnópolis, en un piso que no era el adecuado para poder ensayar y bailar. El que se quejaba, quedaba afuera.”

           “Esta gente, estos bailarines y artistas no iban a decir que no a subirse por primera vez al Colón o, los que alguna vez subieron, volver a hacerlo. No les pagaban los viáticos, ni traslados, ni almuerzos, ni nada. Lo que yo veía era mi futuro. Porque hay un Teatro Colón lleno de gente, donde se ve un espectáculo al mundo en el que el presidente llora y aplaude. La gente que estaba ahí no puede decir porque el Ballet Estable no podría trabajar en las mismas condiciones. Sin piso flotante, por menos plata, ninguna posibilidad de exigir algo.”

Podés escuchar “En las Venas de la Cultura los jueves a las 18:00 hs por Radio Zónica.

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