Gabriel Cartañá: “La envidia es el deseo de que lo que tiene el otro no lo tenga”

Interes General septiembre 30, 2024

El psicólogo y escritor estuvo en el programa "La Hora Ganada" y habló acerca de las emociones.

La nota comenzó con la siguiente pregunta: ¿Qué es la envidia?

La gente cree, la gente piensa que la envidia es el deseo de tener lo que el otro posee. Y no es cierto. Es una de las emociones más miserables que hay. ¿Por qué? La envidia no es el deseo de tener lo que el otro tiene, sino el deseo de que lo que el otro tiene no lo tenga. Ah, claro. Si yo envidio de repente, no sé, tu reloj, por decir algo, yo tal vez tengo un mejor reloj que el tuyo. O tengo el mismo reloj que el tuyo. Por lo tanto, yo no puedo desear algo que ya tengo. Pero lo que deseo es que vos no lo tengas. Por eso la envidia es miserable. Y por eso pasa mucho cuando una persona tiene éxito, hay mucha gente que le tiene envidia.

Luego, diferenció el ser ambicioso con ser pretencioso: “En el caso del ambicioso, que obtiene aquello que desea, siente más placer por el logro que por lo logrado. Exacto. Siente satisfacción por haber logrado aquello que por el objeto que logró. Mientras que el pretencioso siente que solamente obtuvo aquello que merecía, que está bien lo que obtuvo y lo que merecía. Ahora, ¿qué ocurre cuando no lo obtienen, tanto el ambicioso como el pretencioso? El ambicioso, cuando no obtiene aquello que desea, simplemente se resigna y se pone manos a la obra para el próximo desafío. Y listo. El pretencioso siente que la vida es injusta con él. Exacto. Entonces siente que a partir de ese momento la vida le debe algo, porque cree en la justicia al pretencioso. El ambicioso sabe que la justicia es un concepto humano y que a veces la vida es justa y a veces injusta y a veces te da lo que te merece y a veces no te lo da y lo acepta con filosofía y da el guía. El pretencioso a partir de ese momento va por la vida como un acreedor, considerando que la vida le debe cosas. Y es una forma de… De victimizarse también”.

Siguiendo con las emociones, llegó el turno de hablar de la culpa y de la infidelidad: ¿qué pasa con personas que tal vez son infieles compulsivamente pero no sienten culpa?

No sienten culpa. La infidelidad entra en el grupo de las cosas que no sienten culpa. Hay otras personas que no sienten culpa frente a la infidelidad porque armaron argumentos intelectuales, racionales, que justifican su accionar. Hay otras personas que no sienten culpa porque sienten que están validados porque la pareja no les otorga lo que ellos creen que tienen por derecho natural tener en el ámbito sexual, ¿no es cierto? Entonces, ella no se muestra, o él, no digo ella o él, no se muestra de determinada manera. Entonces, como yo no obtengo lo que creo que tengo justo derecho a tener y ella o él no me lo quiere dar, lo busco por fuera. Una persona puede, en una relación monogámica, acostarse con otras personas sin ser infiel, a espalda de la pareja, o, mejor dicho, te lo pongo privado, te lo pongo así. Una persona puede ser infiel sin haberse acostado con nadie. Es decir, sin haberse acostado con terceras personas nunca, y sin embargo ser infiel. Va a depender del contrato de cada pareja. En una relación monogámica. En una pareja monogámica.

“La fidelidad tiene que ver no con la cuestión sexual, sino con ser fiel a un acuerdo, a un pacto. Si yo me establezco un vínculo contigo, establecemos un pacto. Y el pacto es ponerle que establezcamos una relación monogámica. Lo que vamos a establecer son prohibiciones. Yo tengo prohibido estar con tercera persona y vos también. Esa es exclusividad, esa es la prohibición. Pero también ese pacto implica obligaciones. Bien, ahora, ¿qué pasa si yo abandono el sexo? Por motus propio. Y decido no engañarte, pero no tener sexo contigo tampoco. Te obligo a vos a un celibato que vos no elegiste. Entiendo. A una abstinencia que vos no elegiste. Entonces yo estoy siendo infiel al pacto por omisión. Exacto. Porque no estoy cumpliendo con los requisitos que con el pacto hice”, concluyó Gabriel.

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