Miércoles 5 de Febrero de 2025 - 4:55 am

GABRIEL CHAME BUENDIA: El teatro institucional se sostiene a pesar que nos quieren sacar todo.

Teatro enero 31, 2025

El actor y director Gabriel Chame Buendia pasó por "Mañana te Cuento" (Jueves 19 por la RZ) y analizó la compleja situación del sector artístico.

 

Hablar de un proceso es mirar por el espejo retrovisor para valorar el esfuerzo de un largo camino, no exento de curvas y contratiempos. Gabriel Chame Buendia lo resume a su manera: “Estoy contento porque sigo haciendo teatro en mi vida, y al mismo tiempo estoy preocupado por todo lo que nos pasa. Para mí hacer teatro es siempre un punto de inflexión, de lucha, de encuentro social, de poner lo que uno quiere decir de alguna manera. Creo que soy una persona que decidió ser tenaz y tener continuidad con lo que hace. Y tratar de ser consecuente para que lo que hago siga existiendo y no tener crisis, que las tuve y las sigo teniendo, pero no de ruptura absoluta. Sino que pueda continuar haciendo lo que hago desde hace cuarenta años. Y yo no tuve eso de ‘yo no hago más eso’, no, yo hago lo mismo, pero ha evolucionado tanto que no es lo mismo. Eso es lo loco y tiene que ver mi mundo. Seguir con el humor, seguir con el payaso, con el teatro. Hacer tonterías con el cuerpo y que la gente se ría. Es maravilloso ver que el teatro ha sobrevivido a la era digital. El teatro es de lo más analógico que puede existir. Porque murió el disco, murió el vinilo, más allá que ahora esté de moda para algunos, pero esto del teatro donde la gente pueda ir y sentirse contectada con un artista. Y que no importe que sea sólo con el teatro comercial. Creo que tenemos que tomar consciencia de lo importante, y siempre lo remarco tras cada función, es la gratitud para con el público por venir. El público argentino va al teatro. La gente viene de vacaciones a Buenos Aires y una de las actividades es ver teatro”.

En esa mirada, el docente pone de relieve la dimensión social del fenómeno, un término fenómeno que surge de manera implícita: “Hay una locura de cantidad de obras donde si bien podríamos discutir la calidad, pero en cantidad les ganamos a todos. Tenemos la misma o una mayor cantidad que París, y más barato. Y esto es un escenario histórico que fue aumentando con los años, y también gana por dos razones. Una, porque el teatro es muy interesante, es un bichito que se le pega a la gente. Por otro lado tiene que ver con la triste caída del cine. Cuando era chico, para mí el cine era lo más. Era un acto sagrado porque uno entraba ahí y se ponía a soñar. Y poco a poco el cine perdió identidad; sea por lo que sea, por la pantallita, o porque perdió calidad. La cuestión es que el teatro no, fue resistiendo, fue transformándose, poniendo en duda lo que se hacía y dando paso a la renovación. Las crisis económicas del país ayudaron al teatro, sobre todo al desarrollo del teatro independiente. El teatro independiente argentino es una locura absoluta por la cantidad. El teatro institucional se sostiene a pesar que nos quieren sacar todo. Como hacemos todo con nada y somos capaces de hacerlo, no nos pueden sacar nada. No nos pueden sacar porque nos dan muy poco. Tenemos sólo dos teatros institucionales en la Ciudad de Buenos Aires y para la cantidad de teatros que tenemos en el país es una cifra ridícula. Tenemos el Cervantes y el San Martín como únicos referentes”.

“Esto quiere decir que la gente produce teatro de manera comercial y en la faceta independiente, pareciéramos que estamos alejados pero al mismo tiempo estamos trabajando por el mismo objetivo, con resultados diferentes, o con pensamientos ideológicos o estéticos distintos, pero estamos haciendo teatro. Yo estoy a favor del Cervantes y del San Martín al ciento por ciento, pero es muy poco. Eso quiere decir que no saben qué sacarnos porque no hay nada que puedan sacarnos porque lo hacemos de todas maneras; desde el ámbito privado o desde el terreno independiente. Y a pulmón lo hace el sector comercial porque hay que poner dinero para apostar para lo que se hace, más allá que te guste o no lo que se haga. Hablo más desde una política de cultura, de seguir generando. Por eso es impresionante cómo acá la gente defiende y hace. Hay una motivación básica de trabajar con las obras de Shakespeare y es que se trata del mejor. Te gusta Messi o Maradona porque son los mejores, porque uno no puede creer estar en contacto con un tipo así. Lo que me sucede es que Shakespeare es un pretexto para poder hacer lo que quiero hacer, si bien me ayuda mucho a llevar adelante un teatro donde puedo contar cosas que me interesan, pero sobretodo que lo pueda hacer desde un lugar del juego, lúdico”, cierra Chame Buendia.

Luego de diez años de éxito con Othelo. Termina mal, Gabriel Chamé Buendia presenta junto con su equipo de actores otra obra de Shakespeare, siempre a través del humor y la lúdica del gag físico y poético.

En Medida por medida se desarrolla una cuidadosa exposición dramática de la naturaleza moral del hombre en relación a la justicia humana y el vicio y se invita a la reflexión sobre la ley, la corrupción y la religión. La obra oscila entre lo ético, lo sexual y el poder, contrastando la conciencia y el instinto. En ese sentido, la mujer ocupa un lugar central con un tema muy actual: el abuso de poder en lo político y lo sexual.

También hay una clara relación con la Biblia, en especial con el versículo del Evangelio según San Mateo: “No juzgues si no querés ser juzgado, porque con el juicio que juzgás te juzgarán y con la medida que medís te medirán”.

Shakespeare, como es usual, no hace ningún juicio de valor moral, simplemente delata lo trágico de nuestras contradicciones. No llega a ninguna conclusión, sólo nos llena de preguntas, preguntas políticas y espirituales al mismo tiempo.

 

Medida por medida es la historia del Duque Vincentio de Viena, quien se ha dedicado más a su desarrollo espiritual que a gobernar. Así, descubre que su pueblo sufre una decadencia moral pero, sintiéndose incapaz de poner orden, decide anunciar un viaje y dejar en su cargo a Ángelo, a quien valora por su intachable conducta y rigidez. Sin embargo, en lugar de viajar, el Duque se disfraza de fraile y observa el accionar de Ángelo y de su pueblo.

Ángelo impone de manera inflexible las normas y recupera una vieja ley que castiga con pena de muerte la lujuria. Un joven llamado Claudio es detenido por dejar embarazada a su novia y es condenado a muerte.

Isabel, hermana de Claudio y bella novicia, ruega a Ángelo por la vida de su hermano. Ángelo, inflamado por el deseo, lainstiga a tener relaciones sexuales con él a cambio de perdonar la vida de Claudio. Isabel se niega y prefiere que su hermano muera a entregar su cuerpo.

El Duque descubre estos sucesos e interviene a escondidas hasta llegar a un inesperado final.

Sobre esta pieza, el director Gabriel Chamé Buendia dice: “Shakespeare nos interpela cuestionando la esencia de las leyes y poniendo en duda los valores que nos gobiernan: ¿leyes o abuso de poder? ¿rigor o compasión? Sobre el extremismo de las ideas, Borges decía: ‘Hay que tener cuidado con los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos’. Medida por medida (La culpa es tuya)propone una reflexión acerca de un presente infantil y vigente: culpabilizar al otro, una forma de relacionarnos hoy en día. La cultura de la culpa. La política de la culpa. La culpa de lo políticamente correcto. La nobleza del hombre está íntimamente unida a su bajeza, ésta es la moraleja de Medida por medida”.

 

Ficha técnico artística
Autoría:
William Shakespeare
Adaptación:
Gabriel Chame Buendia
Traducción:
Gabriel Chame Buendia
Actúan:
Matías Bassi, Nicolas Gentile, Elvira Gomez, Marilyn Petito, Agustín Soler
Diseño de vestuario:
Cecilia Allassia
Diseño de escenografía:
Pastorino
Diseño sonoro:
Gabriel Chame Buendia, Sebastián Furman
Administración:
Micaela Fariña
Redes Sociales:
Juan Gabriel Yacar
Diseño De Iluminación:
Pastorino
Fotografía:
Carlos Furman
Comunicación:
Juan Gabriel Yacar
Diseño gráfico:
Patricio Vegezzi
Asistencia artística:
Lorena Booth
Asistencia de escenario:
Mariano Katz, Sebastian Tornamira
Prensa:
Marcos Mutuverría
Producción:
Gabriel Chame Buendia
Edición Audiovisual:
Malena Massat Fariña
Dirección:
Gabriel Chame Buendia
Duración: 105 minutos
Clasificaciones: Clown, Teatro, Presencial, Adultos

TEATRO POLITEAMA ARGENTINO

Paraná 353 (mapa)
Capital Federal – Buenos Aires – Argentina
Entradas desde: $ 22.000,00 – Martes – 20:00 hs – Hasta el 25/03/2025
Entradas desde: $ 22.000,00 – Viernes – 22:30 hs – Hasta el 28/03/2025

Gabriel Chamé Buendía: “Reír es un hecho democrático”

El actor y director que presenta dos adaptaciones de Shakespeare en el circuito teatral porteño, afirma estar muy feliz “que haya mucha gente que viene a mis obras sin haber visto ni leído nada de él”.
Gabriel Chamé Buendía dirige obras de Shakespeare desde hace más de treinta años. Actor, director y profesor de teatro, tiene en cartel hasta este domingo 15 Medida por medida, en el Teatro Sarmiento, y continúa, desde hace de diez años, con Othelo. Termina mal, actualmente en el Metropolitan Sura.

En Medida por medida, Vicentio, un duque vienés (Matías Bassi), sale del aprieto de su frágil gobierno con la excusa de un viaje diplomático. Se esconderá bajo los ropajes de un fraile, no sin antes dejar al pueblo bajo la mano dura de Ángelo (Nicolás Gentile). Ángelo, más rígido e impertérrito, impone una ley que castiga a la lujuria con pena de muerte. El chivo expiatorio será Claudio (Agustín Soler), que deja embarazada a su novia (Marilyn Petito), y solo será perdonado de su condena si Isabel, la hermana de Claudio (Elvira Gómez) accede a tener relaciones sexuales con Ángelo.

Con un elenco casi idéntico al de Othelo, Medida por medida logra descostillar al público con risa, a la vez que demuestra lo actual que es el teatro shakespeariano. En sus palabras: “Propone una reflexión acerca de un presente infantil y vigente: culpabilizar al otro, una forma de relacionarnos hoy en día. La cultura de la culpa. La política de la culpa. La culpa de lo políticamente correcto. La nobleza del hombre está íntimamente unida a su bajeza, ésta es la moraleja de Medida por medida”.
Chamé Buendía cuenta detalles de su relación con el teatro de Shakespeare, la comedia, y el valor que tiene la risa hoy en día.

—Desde hace años hacés obras de Shakespeare. ¿No te aburrís?
—Para nada, son todos argumentos buenísimos. Es uno mejor que otro. Después, lo que me puede aburrir, o, más bien, me da vergüenza, es seguir haciéndolo. No puede ser que haga otra más de Shakespeare. Me dan ganas a veces de romper un poco, de hacer otras dramaturgias, pero agarré una especie de envión y seguí haciendo Shakespeare. En Francia hice Cimbelino, de la época de La tempestad. Nadie la conoce, y es buenísima, te divertís como loco.

—En una entrevista dijiste que Shakespeare siempre buscó lo popular. Hoy muchas veces queda posicionado en lo académico, en lo difícil, lo complejo, lo que se tiene que leer en ámbitos educativos porque se tiene que entender y estudiar. ¿Qué desafíos lleva popularizarlo?

—Yo creo que mis versiones de Shakespeare no son aburridas, no solamente por lo que hacemos nosotros, sino porque los argumentos son interesantes. Yo meto cosas de actualidad, por supuesto, pero Shakespeare por sí solo ya es entretenido. Era un hombre de teatro, que tenía un teatro y tenía que llenar la sala, compitiendo con otras salas y otros directores en Londres. Tenía una capacidad con la pluma a nivel poético y a nivel filosófico que es delirante, pero los argumentos son fáciles, los entendés, te enganchan. Sobre todas las cosas, el teatro de esa época era más dinámico. Ahora en las series te repiten lo mismo una y otra vez hasta el final. Lógicamente, lo culto se adueña de las cosas, y a Shakespeare lo ponen en la Universidad, empieza a ser traducido de una manera siniestra, inaccesibles para pibes jóvenes. Es la literatura que nos quiere robar el teatro, los literarios son muy universitarios. En un punto, los académicos enfrían la comida. Yo estoy muy feliz de saber que hay mucha gente que viene a mis obras sin haber visto ni leído nada de Shakespeare, y escucharlos decir que la pasaron fantástico.

—¿Cómo pensaron la puesta de Medida por medida?

—Siempre empiezo con Shakespeare, siempre empiezo con el texto. Tardo varios años en elegir qué obra hago, me la paso leyendo, yendo de una a otra. Después toca encontrar el espacio y la forma de producción. Pensar la forma, cómo se va a producir, quiénes van a conformar el equipo, todo esto tarda un montón en definirse. Recién una vez que tengo todo eso me pongo a traducir, lo cual también tarda muchos meses. Es mucho texto, ¿viste? Yo siempre llego al ensayo con la obra traducida y adaptada.
—¿Qué querés decir con “adaptada”?

—Tiene que ver con los recortes y con la elección de escenas. Arrancamos a ensayar con los personajes ya sabiendo quién hace qué personajes. Una vez que tenemos todo eso, empieza una investigación más profunda en relación a los personajes y a la búsqueda de los gags físicos, qué juego cómico va con qué escena. Yo siempre tengo una segunda escritura, que es la del cuerpo en una acción.

—¿Cómo escribís el cuerpo?

—El cuerpo tiene que ver con con la lúdica, tiene que ver con un lenguaje que entretiene al espectador desde desde lo visual. Parto de la idea de que el espectador es como un niño, no hay que soltarlo ni un segundo porque se distrae. El juego visual del cuerpo para eso es muy atractivo, como una golosina. El gag visual no tiene por qué ser cómico, puede jugarse desde movimiento de la escenografía, o desde lo poético. Y tampoco tiene que ver con un tipo de cuerpo específico: el tema es poder leer los cuerpos de los actores, y la expresividad que tienen, sea ágil o nula. Se escribe en el cuerpo, pero con el cuerpo. Hay una escena de Medida por medida en la que aparecen unas patas por debajo de la mesa, y el espectador sabe que las patas no son del mismo cuerpo del actor que está sentado en la silla. Tanto el espectador como nosotros sabemos que es falso lo que se ve, pero en paralelo también estamos diciendo que el tipo es un pretencioso, que todo es absurdo, que el tipo está diciendo que va a matar al hermano. El cuerpo permite construir un doble mensaje entre estupidez y violencia. Busco un ritmo armónico, visual, sonoro y hablante y con eso logro una verdad lúdica. Vos sabés que es mentira lo que estás viendo, pero lo aceptás porque es bello. En fin, son formas de lenguaje, ¿viste?

—Absolutamente. Y formas de lenguaje que no son cotidianas en el teatro.

—Sinceramente, no pertenezco al status quo de la teatralidad contemporánea. Yo soy medio antiguo, soy medio de otro siglo. Me gusta el melodrama, me gusta Chaplin, me gusta la comedia del arte, donde la forma muchas veces es más importante que una verdad psicológica. Me gusta mucho saber que pertenezco a una cadena de otros hombres de teatro, y que esos tipos que vivieron hace cientos de años hacían lo mismo que yo hago ahora. Es un delirio. Había un tipo, que se subía al escenario y boludeaba delante de otro boludo que lo miraba, y hacía chistes físicos para que la gente se divierta, mientras contaba una historia profunda. El teatro nos regala algo atemporal, algo que es netamente humano. Los temas que vemos y actuamos son temas que se repiten desde el inicio del teatro, no hemos zafado de estas problemáticas.

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