Héctor Fernández Rubio: “No me avergüenza ser hijo de laburantes inmigrantes españoles, me honra”
Arte diciembre 28, 2021El actor conversó con "Naturalmente Hablando" sobre su historia familiar y el cariño y reconocimiento de la gente luego de años de trayectoria profesional.
Héctor Fernández Rubio es actor de teatro, cine, teatro, televisión y radio. Es socio de la Asociación Argentina de Actores desde 1965, y hace 14 años es Maestro de Ceremonias en Ceremonial y Protocolo de la Secretaría de Cultura de la Nación.
A partir de la pandemia transcurrida y que hasta la actualidad sigue presente, Fernández Rubio dijo: ¿Sabes cual es el problema? Creo que cada uno de nosotros tiene que tomar conciencia de lo que es, lo que hace, cómo lo hace, dónde lo hace, pero no tener miedo. Creo que lo peor que no puede pasar es que la gente nos infunda el miedo. Por ejemplo, y te soy sincero, las únicas personas que les creo que lo que me dicen son al Dr. Stole, al Dr. Quiroz, Ministro de la Salud de la Ciudad, y a mi querido Nelson Castro amigo de años. El resto lo tomo con pinzas porque son muchas noticias, no son buenas, pero también son muchas acciones que nosotros cometemos. El gobierno que tenemos hizo dos encuentros en Plaza de Mayo, en el último y esto va más allá de la política, tiene que ver con lo humano, ninguna de las personas tenía protección. Puede ser que mucha de esa gente esté vacunada, pero esto también dice que y los antivacunas no lo quieren reconocer, porque te hacen el argumento de que con las vacunas también te contagias, y por supuesto, pero cuando no las teníamos el año pasado, no daban a basto las camas y respiradores. Esto no es un invento de un político y de nadie, esto tiene que ver con que cada uno razone un poco con la inteligencia que tenemos, o con el cariño que no tenemos a nosotros mismos, creo que eso es lo fundamental para cuidarnos. Hay que tratar, en lo posible, de no llenarse tanto la cabeza con las noticias. También los gobernantes tienen que ayudar no solo desde la concientización, sino dando el ejemplo.
Respecto a su relación y vínculo con sus padres, el actor afirmó: Mi viejo llega al país en 1928, con el hambre de España, y con la guerra civil que estaba dando vueltas. Duerme 24 hs a bordo y, cuando llega el barco, lo suben a una ambulancia y lo llevan 101 días al Hospital Muñiz porque en el barco contrajo fiebre tifus. Estuvo 101 días para curarse porque no había antibióticos, ya existía el Hotel Muñiz que era de agudos e infecciosos. Sale de ahí, no conocía a nadie y llega a un almacén y bar. Lo toman por la comida y dejarlo dormir en el sótano, y entra a trabajar. Yo siempre decía que ese lugar me produce una atracción especial. Una vez vienen mis padres a mi cumpleaños y, cuando los voy a acompañar a tomarse el ómnibus para irse a Lanús, nos vamos a tomar un café para que los conozcan mis amigos de San Margaret, y mi papá se pone a recordar todo. A partir de ahí mi papá trabajó y al año se hizo ciudadano argentino para meterse en los transportes de la armada, que iban al sur. Y empezó a militar con Hipólito Yrigoyen, pero ferviente, porque además mi viejo hasta un momento dado no parecía tan gallego sino argentino, porque amaba el tango. Uno de los tantos trabajos que tuvo fue de clack de un teatro, gente a las que les pagaban para aplaudir cuando entraba o salía una figura, entonces siempre fue un gran admirador del teatro.
Su madre, un gran pilar en la vida. Genoveva era la mujer que mejores milanesas hacía en la vida, las comidas de las mamás son las mejores. Ella llegó a Argentina en 1930 a los 18 años, en un barco que venía en tercera, tenía el pelo largo hasta más abajo de la cintura, y se lo trenzaba por los piojos, pero además el barco se movía tanto que lo único que retenía eran bananas. Se pasó todo el viaje comiendo bananas, y cuando llegó a Argentina, el primo que traía a las primas y hacía todos los papeles, la puso de niñera. Ella siempre contaba que la primera noche que estuvo de cuidadora de los niños, en el momento de cenar, se sentó en la mesa y le dijeron que no, que tenía que cenar en la cocina, y nunca se olvidó de eso. A mi me causa gracia cuando a veces la gente me ve y dice “vos debes de haber tenido una vida, sos un finoli” y yo no les puedo contar a todo el mundo mi historia, pero no me avergüenza ser hijo de dos labrantes inmigrantes españoles, me honra porque fueron los que me enseñaron que lo único que uno puede ganarse la vida es trabajando. Y también me enseñaron la dignidad, el don de la gente, el respeto por mí mismo y por los otros, el valor que tiene la palabra que uno empeña y la honestidad. Mis padres fueron honestos ya exageradamente, y eran de los que pensaban que no es rico el que más tiene, sino el que menos necesita.
Para finalizar, Héctor Fernández Rubio comentó sobre el cariño que la gente tiene para con él. Lo que dicen la mayoría de la gente en las redes es “no puedo creer que Efraín me salude para mi cumpleaños”, porque mi estilo es: levantarme, prender la computadora y ver cuanta gente cumple años, tengo 5000 personas en Facebook así que todos los días son 10 o 20 cumpleaños. Y muchos me dicen “No puedo creer que me haya saludado”. La gente que se lacre está absolutamente equivocada. A mi me enciende el alma que la gente rememora su historia, que venga un muchachón con sus hijos y me diga “yo tomaba la leche con usted y lo amo” y tenga a los hijos en mano, eso no tiene precio. Hubo una señora que me corrió una cuadra para decirme “Yo no solo lo vi en Efraín, lo vi en el año 1981 en la ópera Don Malandro” y me quedé helado. Si eso no es quererte, ¿Qué es?
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