Joan Garriga: “Creo que la sabiduría y la verdadera madurez vienen de la mano de la humildad”
Interes General febrero 18, 2022El autor conversó con "Intensa-Mente" sobre las temáticas que se desarrollan en su último material literario y cómo aplicar las mismas en la vida diaria.
Joan Garriga es un psicólogo, co fundador del Instituto Gestalt de Barcelona, así como también es terapeuta Gestalt, e introdujo las constelaciones familiares en España.
Respecto a su último libro “Decir sí a la vida” y cómo integrarlo en lo personal, el autor afirmó: Creo que es inevitable que tengamos que decirle “Sí” a la vida, porque en la última instancia la vida hace lo que quiere, a veces nos complace, a veces no lo hace. La manera de decirle “sí” es apelando a una instancia interior que está desposeída de deseos y temores, esto también nos lo decía Buda: sufrimos, pero sufrimos porque queremos que las cosas sean de cierta manera, o no queremos que sean como son. Una persona quiere tener hijos, pero a veces los hijos no vienen; una persona se quiere mantener sana pero le detectan una enfermedad. Lo que yo veo en el trabajo del acompañamiento a las personas, en el universo terapéutico, es que la mayoría de problemas se sostienen o enraízan en el hecho de que sucedieron cosas que no pudimos procesar, no pudimos integrar, abrazar. Hay una gran autora budista que aprecio mucho, que se llama Chodrón, tiene un libro maravilloso “Abrazar lo inabrazable”, porque hay cosas que parecen inabrazables, pero cuando no lo hacemos quedamos atados al pasado, y quedamos en contra de la vida, en posiciones antivida, quedamos enojados, víctimas, o resentidos, vengativos, perfeccionistas. Creo que vale la pena hacer el proceso interior, no es que uno se levanta por la mañana y diga “Le voy a decir sí a la vida y a lo que me está pasando”, sino que uno hace el proceso emocional interior, a veces heróico, y es muy difícil. Este “Sí” tampoco es conformismo, la gente que milita más por los procesos de decir “Sí” y reverenciando y abrazando, inclinándose a la vida tal como ha decido ser, generalmente son personas más fuertes, templadas, más generosas y amorosas, no albergan tanto resentimiento, y en las familias esto es crucial. Lo que vemos es que siempre la familia, en algún momento ha sido tocada por el dolor, una familia es una matriz de fuerza, bendición y prosperidad, pero también es una matriz de dolor, y han hechos que sucedieron y no han sido integrados. Se despliega el “No a la vida” por el “No” a lo que sucedió, y eso es peligroso porque luego despliega un montón de complicaciones, podríamos decir que penosamente, un sufrimiento inevitable que nos decía el Buda que nos tocará vivir, luego construimos o edificamos por generaciones, un sufrimiento que podría ser evitable. ¿Cómo decirle “Sí” a la vida? No tomando completamente en serio nuestros yoes, el yo que quiere tener hijos, pero si esto no es posible, hay ida y ser después de esto. Esto es lo que he tratado de decir, junto con muchas otras cosas, en el libro.
En cuanto a la existencia de un título alternativo respecto al publicado, Garriga dijo: Estuve pensando qué título le ponía. Cuando pensé en el libro se me ocurrió un título muy provocativo, que luego desestime, que era “Sufrir es fácil porque sabemos cómo”, que todos sabemos cómo hacerlo. El libro también vale de cómo hacemos para sufrir, hay que tener toda una maquinaria, un protocolo y conocimiento, nuestra naturaleza profunda no sufre tanto sino que está en sintonía con la vida. Pero también pensé en el título “Discípulos de la realidad” porque el libro también está auspiciado por una frase de Espinoza, que nos viene a decir que realidad y perfección son la misma cosa. Esto es difícil de asumir, porque a veces se dice que la realidad es injusta, sí, pero no se piensa como injusta sino que la realidad es. Lo que observo en mi práctica terapéutica, es que quien se hace más discipulo de las realidad, se mantiene en sintonía con una cierta dicha de vivir, y quien se opone a la realidad acaba desarrollando unas camisas de fuerza muy pesadas que toman la forma del victimismo, enojo o depresión. Ya sabemos que la vida no es fácil, y pasan cosas que no queremos o no pasan cosas que sí queremos, pero al final creo que no nos queda más que ser humilde y abrazar lo que la vida ha querido. Hay gente que se enoja cuando digo estas cosas, porque dicen que ellos eligen la realidad que les pasa, y a mí me parece muy pretencioso eso, me parece un pecado en el que se ha incurrido en el mundo del desarrollo personal, que ha acabado generando a gigantes pretenciosos. Creo que la sabiduría y la verdadera madurez vienen de la mano de la humildad.
Una frase destacada de su libro, “Si nos gusta andar en bicicleta, no tenemos que comprar la personalidad de ciclista”. Además hoy en día que esto conviene decirlo, porque la oda y los movimientos sociales van hacia una rigidificación de la identidad “Yo soy, yo soy, yo soy”, y al final uno no se da cuenta de que acaba siendo prisionero de sus propias identidades. Ha construido una cárcel llena de barrotes que son sus identificaciones, pero esto es muy cuestionable, porque las identidades son funcionales, no son esenciales. Uno tiene una identidad de padre, pero cuando nos morimos perdemos todas las identidades, uno tiene la identidad de ciclista pero simplemente va en bicicleta. Tomarse tan en serio nuestras identidades, lo que está de moda, nos acaba alejando de nosotros mismos, de este ser que despliega las identidades que necesita para funcionar cada día, pero no necesita matar o morir por ellas. Claro que en psicología también habría que decirle a algunas personas que conviene que construya una identidad fuerte para luego flexibilizarla, conviene que construyas un sentirse alguien antes de pasar a sentirse nadie, que también sería un logro espiritual. En este sentido digo que siempre en el sufrimiento hay involucrada una identidad, y una pregunta que me resulta interesante hacerse cuando sufrimos es preguntarse “¿Quién sufre adentro?”.
En cuanto a los talleres que brindará para entender la importancia de encontrar el propio lugar, el psicólogo aseguró: Hay una gran liberación cuando uno encuentra este lugar. Hace poco, una mujer que participó de unos encuentros online, me decía que por primera vez había sentido que reconocía a su madre, que por primera vez se había sentido pequeña ante ella, que había sentido ternura ante su madre. Esto iba en la dirección de encontrar el lugar entre su madre, ellas siempre había sido poco respetuosa, invalidaba uhco a su mamá, tampoco elaboramos mucho en que obedecía, pero hay que distinguir si uno está en la posición de hijo o si está en la posición de aliado de uno de los cónyuges en contra del otro. Si uno está en la posición de padre, o si realiza su papel de padre en realidad está proyectándose en su hijo a si mismo y en la infancia que uno habría deseado. Son cosas muy elementales pero de una gran profundidad, y cuando las personas encontramos en primer lugar nuestro lugar de hijo, en segundo hacemos crecer en nosotros este lugar para ser pareja de otra persona, a la medida también de nuestra proyección y deseos de cómo queremos a una pareja, y encontramos también nuestro lugar de padres, lugar de presencia y grandeza. Hoy en día a veces se tiende a nutrirse en exceso de los hijos, los hijos se han convertido en el centro de las familias como una reacción de que los hijos fueron poco importantes antes, pero ahora en muchas familias ocupan el centro. A veces veo en constelaciones donde el padre sólo mira al hijo, donde la madre sólo mira al hijo, y el hijo tiene que aguantar esta mirada donde toda la energía está focalizada en él. Siempre imagino que este hijo muchas veces profundamente se pregunta “¿Por qué no se miran entre ellos?”, porque esto significa que tienen mucha parentalidad pero entre ellos poca conyugalidad, y de alguna forma buscan un calor o alianza con el hijo que les llene el corazón.
Para finalizar, Joan Garriga comentó sobre la importancia de encontrar el equilibrio dentro de una pareja, y las consecuencias. Es maravilloso cuando una pareja encuentra una danza de libertad, de respeto, de equilibrio, de confianza, pero a veces también vamos a la pareja con nuestros asuntos pendientes. Entonces uno va con que le faltó el amor de la madre y quiere encontrarlo en la pareja, va desde esta posición y toma un lugar dependiente; y el otro que no le faltó la madre pero trato de salvarla o ayudarla, entonces empieza una danza donde uno se pone de dador y el otro de reclamador. Pero todo esto son tramas que están destinadas a fracasar, porque el que espera recibir porque la madre no le dió, la final tampoco puede tomar, aunque el otro estuviera tan disponible, porque cuestiona su rol de reclamador. En las parejas la gente se quiere, pero a veces tiene muchas dificultades para encontrar las posiciones. Yo siempre digo que hay que hacer crecer dentro este lugar para ser buena pareja, y esto pasa en primer lugar por haberse puesto más en paz con los padres, tener más flexibilidad y dejarse a uno mismo ser bastante como uno es, porque este es el primer paso para dejar al otro ser bastante como es también, en lugar de exigirle una posición.
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