José Colángelo: “A esta profesión la amo porque no sabría vivir sin el piano”

Música enero 2, 2019

El gran pianista argentino hizo un repaso de sus comienzos, su carrera y la actualidad del tango en dialogo con "ModoTango.Ar".

“Yo que he vivido esa infancia tan linda, de casa, de jardín, de las gallinas en el fondo del patio. La infancia de no cerrar la puerta con llave”, empieza graficando el pianista, director y compositor de tango José Colángelo.  “El viejo tomaba los mates en la puerta de calle y la vieja no barría la vereda, barría la cuadra entera”. 

Fue en medio de calles de tierra y barriletes que José descubrió el amor por el piano,  influenciado por Leonardo su padre, que tocaba el bandoneón. “Empecé con Margarita Echeto, una gran profesora. A los cinco meses me dijo “Josecito, vos te vas a aburrir” y me preguntó si tenía algo de música en casa. Le dije que sí, que mi papá tenía mucha música de tango. Cuando empecé a tocar tango en el piano, mi viejo volvió a agarrar el fueye. Se abría la ventana de la sala de mi casa y tocábamos. Así que la primera persona con la que yo toque fue con la persona que más quise, que más ame, que más admiré, que era mi héroe, mi viejo”.

El contacto con el tango fue una vocación innata. Luego de ensayos, orquestas de barrio y tocar gratis en programas de radio, llegaron las primeras personas que lo llevaron al profesionalismo. “Leopoldo Federico es quien me da la entrada grande, yo tenía 21 años. Pero antes de eso, hay un señor muy importante en mi vida, Alcides Rossi; yo debuté con él en Radio Splendid a los 17 años, era menor de edad. Mi viejo tuvo que firmar por mí”, cuenta el pianista sobre sus comienzos. “Después de que terminé con Alcides empecé con Ángel Domínguez, que tenía una orquesta en Radio Splendid junto a los cantores Osvaldo Ribó y Carlos Almagro. Estuve mucho tiempo con él. El me enseñó lo que era el tango, me enseñó a marcar, fue una relación increíble”.

La relación con Leopoldo Federico marcó un antes y un después en su vida. “Mi relación con Leopoldo fue hermosa. Yo no sé como hizo el gordo Federico. Averiguó donde vivía, un día apareció y tocó el timbre de casa. Salió mi vieja, vio a un hombre muy grande y él le pregunto sí estaba yo. Mi madre se asustó pensando que había hecho algo malo. Él me vino a buscar para que toque con él”.  Así empezaba una fructuosa relación artística entre ellos. “Yo no lo podía creer. Empecé así. No tenía ni bolsa para llevar la ropa, me la presto Julio Sosa. Pasaban esas cosas tan lindas. Fueron tres años de convivencia con Julio y Leopoldo. Era tanto lo que se trabajaba, en mi vida voy a volver a hacer lo que hice en una época muy mala para el tango”.

Además, el pianista se detuvo a evaluar porqué aquella época es irrepetible. “Ya la noche no es la misma, no estamos en el Buenos Aires que vivimos nosotros. Ahora es una ciudad donde vienen cincuenta micros, bajan quinientos tipos, se comen el bife de chorizo, la mitad bosteza, no tienen idea de quien está tocando. Perdió totalmente el sentido la noche. Se ve una soledad y una tristeza ahora, es terrible. Si no hubiese turismo en este momento en Buenos Aires, la mitad de los lugares cerrarían, no podrían seguir”.

El dialogo concluyó con unas sentidas palabras sobre la importancia del tango en su vida. “El tango no se puede bailar como otra música ni tampoco se puede tocar como otra música. Hay que tener algo bastante importante, hay que sentir, te tiene que pasar algo por adentro. Yo a esta profesión la amo porque no podría vivir sin el piano”.

ModoTango.Ar se emite por Radio Zonica, los miércoles de 14:00 a 15:00