
Lino Barañao: “Hay distorsiones en los institutos de investigación que hay que corregir”
Política febrero 19, 2020El ex Ministro de Ciencia y Tecnología habló en "Sección Ciudad Radio" sobre los desafíos de la producción científica en el país.
José Lino Salvador Barañao es un doctor en química y político argentino. Fue Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación Argentina entre 2007 y 2018. En 2018 el Ministerio fue rebajado a la categoría de Secretaría de Estado del Ministerio de Educación, cargo que Barañao ocupó hasta el 10 de diciembre de 2019. El ex Ministro habló tras su salida al frente del Ministerio y dijo que “en líneas generales lo que falta hacer es lograr una complementación eficiente de la generación de conocimiento e información que genera el sistema científico y la producción, con la generación de empleos y divisas, que es lo ocurre en los países desarrollados donde han instaurado una economía basada en el conocimiento. Acá se ha hecho un esfuerzo importante por fortalecer el sistema científico. He estado 16 años en la gestión del Ministerio y pude ver muy de cerca cómo ha crecido y cómo se instalado en la opinión pública la importancia de la ciencia. Aún así, todavía no ha habido coordinación con la producción salvo algunas experiencias puntuales. Eso es lo que falta por hacer y tengo esperanzas que con la presente administración estén las condiciones para que eso ocurra. Matías Kulfas tiene esa visión productivista y de incorporación de innovación, lo he conocido antes. El Ministro Guzmán, que también lo conozco y sé que él comparte esta visión. De hecho, su mentor Joseph Stiglitz, es uno de los líderes en cuanto a proponer la importancia de la innovación tecnológica para el desarrollo de los países. Hay una oportunidad, esperemos que pueda haber financiamiento porque lamentablemente las condiciones de la macroeconomía siguen siendo muy complejas. Nos tocaron cuatro años muy duros en cuanto al financiamiento por lo que es necesario reactivar el sistema lo más rápido posible, no solo el sistema científico sino también el sistema productivo”.
El doctor analizó las causas de la descoordinación entre el sistema científico y el sistema productivo. “Hay una tradición cultural que no ayuda a esto. En primer lugar, los sistemas recompensa del empresario y del investigador son distintos. El empresario busca la rentabilidad porque de eso depende la supervivencia de su empresa, no es simplemente un afán de lucro. Cualquier persona que tiene dos o tres empleados sabe que tiene que llegar a fin de mes con cierta ganancia porque si no se le complica la vida. El investigador busca el reconocimiento de sus pares: todo el sistema de evaluación está basado en que los propios científicos determinen que lo que uno hizo es una contribución importante, por eso apuntan a la originalidad y a descubrir cosas nuevas, que no siempre tienen aplicación directa, no es la motivación fundamental resolver estas cuestiones. El INTI y el INTA si tienen una visión más orientada a la producción. Se hace difícil compatibilizar estas dos aspiraciones, la del empresario de ser más rentable y del investigador de hacer algo original”.
En ese sentido, el político aseguró que “la tradición científica está muy anclada en la investigación básica, que tienen trabajos de aportes fundamentales al conocimiento pero no tuvieron vinculación con la producción. Esa impronta subsiste en el CONICET: de los casi 10.000 investigadores que tiene el CONICET hoy, menos del 5% hace tareas que tienen que ver con la producción. Uno podría decir que esa no es función del CONICET, que ese organismo debe producir conocimiento original, lo cual es cierto. En una situación ideal, el INTAA y el INTI deberían hacerlo pero lamentablemente el INTI ha decaído mucho en las últimas décadas, se ha deteriorado mucho la tarea de desarrollo y se ha dedicado a hacer asistencias técnicas y trabajo con terceros. En los últimos años hemos incorporado más doctores a estas instituciones. El CONICET tiene 95% de doctores, el resto del sistema tiene menos del 6%, incluyendo al INTI y al INTA. Es una falencia grave porque un doctor se preparó para producir conocimiento y usarlo. Si no tenés doctores en las instituciones de investigación aplicada, tenés un eslabón muy débil. El resto son cargos profesionales pero en algún momento el INTI incorporó muchos sociólogos y antropólogos porque estaba muy abocado a la cuestión de desarrollo regional descuidado el desarrollo tecnológico de punta. Hay que ir corrigiendo esa distorsión con el tiempo. Los doctores que el CONICET entrena para el sistema deben irse incorporando a las universidades, al INTI, a la CONEA, porque esa es la función que debe tener el sistema, un sistema equilibrado donde haya una comunicación fluida desde el laboratorio de investigación básica hasta el producto en el mercado”.
Por otro lado, el ex Ministro dijo que “lo que se invierte en ciencia y trae resultados no es tan grande, es más un tema de orientación e incentivos para que el sector privado pueda invertir en desarrollos tecnológicos. El Estado invierte el 75% del total, siendo que en el resto de los países es al revés, las tres cuartas partes son empresas que investigan. Acá tenemos un sistema perverso que todavía castiga la innovación. Si vos exportas un producto elaborado tenés más retenciones que si exportas el producto en la bolsa granel. Eso es algo que hay que modificar. Tenemos que empezar por dar los incentivos correctos y entender el déficit está en el sector privado. No hay que pedirle más plata al Estado hoy por hoy. Antes de irme hice el cálculo de cuanto se había invertido desde 2003 hasta ahora entre el CONICET, el ministerio y agencias, me dio 9000 millones de dólares. No es poca plata, es una represa hidroeléctrica. En algún lado está ese conocimiento que se generó y tenemos que aprovechar lo que se hizo. El tema es que el conocimiento es perecedero y si esperas mucho tiempo ese conocimiento queda obsoleto. Ahora la agencia de financiamiento de innovación que está dentro del Ministerio se ha descentralizado y probablemente tenga mayor vinculación con el área de Producción. Eso es importante porque de alguna forma contrapesa a la otra institución que es el CONICET, que tiene una fuerte impronta en cuanto a la investigación básica. Es un tema de equilibrio y de redistribución de recursos más que incrementar el presupuesto”.
Al finalizar, Lino Barañao dijo que “el CONICET se dedica a producir publicaciones científicas, trabajos que dan una manera de medir su productividad. Si solamente pones ese criterio corres el riesgo de agravar la brecha que nos separan de los países desarrollados. De hecho, hay una cantidad de trabajos de producción científica argentina que son citados en patentes de Estados Unidos y Europa, con lo cual usaron el conocimiento generado con esfuerzo acá para tener desarrollos comerciales que nosotros después probablemente compremos. Eso es inadmisible. Debemos hacer un esfuerzo particular porque ese conocimiento fructifique acá en el país. Debemos mejorar los instrumentos de vinculación y de incentivos al sector privado, a la creación de empresas de tecnología, agregarle valor a sectores tradicionales”.
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