Jueves 13 de Marzo de 2025 - 2:51:31 pm

LINO BARAÑAO: “Elegí la carrera de química por mi tío y porque me gustaba (…) armar aparatos”.

Interes General febrero 13, 2025

El ex ministro de Ciencia y Técnica, Lino Barañao, conversó con "Portada 24" (Martes 20 hs por Zonica+) sobre sus comienzos en la profesión.

 

“Mi padre era un empleado de Vialidad Nacional, mi madre era maestra y vivíamos en una casa chorizo típica de la zona. Típica clase media de ese momento en un época donde un empleado público y una maestra podían tener un nivel de vida que hoy se asocia a la clase media casi acomodada. Eran momentos donde la movida social ascendente era una realidad. No teníamos lujos pero teníamos acceso a una vida muy rica en experiencias; en cultura, acceso a la enciclopedia que en ese momento era toda una aspiración. Mis padres se ocuparon mucho de la educación, mi madre fue mi primera maestra. Yo empecé a cursar a los cinco años y recuerdo que la acompañaba. Aprendí a leer en ese momento y después, tras pasar el examen pasé directamente a segundo grado. Era un ambiente donde se valoraba la docencia, la cultura. Yo tenía 12 tíos, y todos venían de Entre Ríos. Mi abuelo había sido escribano y tenía de todo entre esos tíos; desde un vicedecano de la facultad de Agronomía a un carpintero, un mecánico dental y un jardinero. Todos eran dignos e igualmente valorados. Algo que también heredé por parte de mi familia materna, que eran argentinos, fueron las herramientas de carpintería, y por tanto ese respeto por lo manual, por la manufactura. Eso de alguna forma condicionó mi manera de hacer ciencia”, reseña acerca de sus orígenes, Lino Barañao, desde su amplio recorrido en el área química.

Asesor de empresas, Barañao revela que “tenía un tío que era químico, que era mi padrino y que como era mi héroe me condicionó. Al mismo tiempo siempre me gustaba la docencia. De hecho a los 8 años dí mi primera clase, porque como mi madre era maestra en el colegio, cuando faltaba mi maestro, yo tenía hora libre y le decía que me dejara enseñar. Y lo hacía con más éxito que mi madre porque yo ya hacía dibujos en el pizarrón en aquella época, una técnica didáctica que apliqué toda mi vida. Y después fuí al Colegio Nacional Mariano Moreno en el barrio de Almagro. Entré a la facultad de Ciencias Exactas, recuerdo que cursé el ingreso junto con el quinto año y a los 18 años era docente adhonorem en la facultad. Seguí siendo docente y me jubilé como profesor, de hecho toda mi vida he hecho docencia. Y la cuestión es que elegí la carrera de química por mi tío y porque me gustaba poder armar aparatos y hacer cosas. La teoría en sí misma nunca me atrajo, siempre tenía la idea que podía hacer eso como cualquier otra cosa. En cambio una mesa era una mesa e iba a seguir siendo tal. Me inicié en investigación en el año 1965, en el Instituto de Biología de Experimental y Tecnológica, en el cual todavía trabajaba en ese momento el Doctor Leloir. Recuerdo que yo iba los domingos y los únicos que estábamos éramos Leloir y yo”.

“Estaba esa mística de tener un Premio Nobel trabajando ahí, es muy fuerte. Pero yo siempre tuve una visión muy iconoclasta. Es que los que estudiábamos en Moreno no creíamos mucho en nada. Y de hecho me recibí y seguí haciendo investigación ahí. Cuando tenía 23 años organicé un partido de fútbol entre los dos institutos que eran rivales. Yo no sé nada de fútbol. Y ahí logré que vengan los novios de las becarias, de las biólogas, que estudiaban arquitectura y que tenían mejor estado físico. La cuestión es que los hice pasar por becarios del instituto. Lo confieso ahora porque ya prescribió la historia. El tema es que continué con la investigación, específicamente el mecanismo de hormonas que era algo que siempre me interesó. Me doctoré en el año 1981. Además, entre el 80 y el 81 hice una pequeña estadía en Alemania. Fue en Munich y fueron los dos meses más fríos que pasé en mi vida, pero me fue muy bien. Después de eso me fui al Instituto de la Salud en EE UU, en la zona de Washington. Estuve un año ahí y luego con una visa en una revista de ciencias, conseguí un puesto en un hospital de Pensylvania. Ese pueblito tenía una fábrica de chocolates, un parque de diversiones y un hospital. Decidí alejarme de la capital porque era un poquito más populoso, pero hablamos de 50 mil habitantes”, cerró.

Lino Barañao: “Brasil invierte más en ciencia del agro, pero la primera vaca transgénica y el trigo antisequía se hicieron en la Argentina”.

“La ciencia básica argentina estaba empezando a dar fruto en transferencias para el sector productivo”, destaca. “Hay que mejorar el acoplamiento entre la creación de conocimiento y la generación de riqueza o de prosperidad”, advierte. “Nunca en la historia reciente de la ciencia argentina hubo una reducción tan drástica del presupuesto”, cuestiona. “No es cierto que el área de ciencias sociales del Conicet esté sobredimensionada. Un 25 por ciento, o menos, de los recursos se dedican a ciencias sociales”, aclara. “Los países que se basan en la economía del conocimiento tienen menor desigualdad que aquellos que se basan solamente en recursos naturales”, plantea. “Durante todas mis gestiones, mi mayor problema fue coordinar una política coherente con el ministerio de Producción”, reconoce. “En los países desarrollados, la ciencia y la tecnología son las que contribuyen a generar empleo y divisas”, reflexiona. “El Conicet tiene el 97 por ciento de doctores mientras que el INTA y el INTI tienen menos del 1 por ciento”, compara. “No podemos formar a los becarios solamente para que puedan entrar al Conicet y para quedarse en el sistema”, critica. “El INTA y el INTI dicen que el becario de Conicet no les sirve; los becarios quieren publicar un trabajo porque si no, se caen de la carrera de investigador”, analiza. “Hay muchos investigadores que prefieren dejar el Conicet y pasar a ser los directores de una empresa”, describe. “Hoy Argentina está entre los países de la región con más empresas de la llamada “deep tech”, señala. “En los últimos años, dado que había fondos acá, los investigadores tendieron a quedarse en los grupos en los que se formaron y en la Argentina. Hay que revertir eso. No es bueno para la ciencia argentina. No es posible seguir hipertrofiando el sistema”, dice. “Los investigadores tienen que poder insertarse en el sistema productivo. Para eso, hay que mejorar el tipo de formación doctoral”, propone.

El experimentado exministro de Ciencia y Técnica estuvo a cargo del área por once años, en las presidencias de Cambiemos y antes, en las dos presidencias de Cristina Kirchner. En el gobierno de Néstor Kirchner, fue presidente de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, otra pieza clave de la ciencia argentina. Es doctor en Ciencias Químicas por la UBA, donde fue profesor titular. Hoy asesora a empresas biotecnológicas y es vicerrector de Ciencia y Tecnología en la Universidad Maimónides.

En medio de la polémica por el ajuste de la ciencia argentina, Barañao hizo su análisis. Aquí, la entrevista completa.

Ciencia argentina. Milei versus Macri, ¿las cosas están peor o llega un shock necesario?

-Comparada con la gestión de Cambiemos en la que usted fue, primero, ministro y luego secretario de Ciencia y Tecnología, ¿cuán grave es la situación actual? En aquel momento, la comunidad científica también le hacía duros reclamos al gobierno del entonces presidente Mauricio Macri. ¿Cómo compararía la situación actual con la que te tocó llevar adelante en esos años, entre 2015 y 2019?

-La situación actual es muchísimo más grave en dos sentidos. Uno, el financiamiento. Si bien durante la gestión de Macri hubo una disminución del presupuesto del sector público, no fue selectiva en contra de la ciencia. Se mantuvieron los programas esenciales, se siguió con la financiación de proyectos, se siguió incorporando gente a las instituciones científicas, se concluyeron obras emblemáticas como el edificio Cero + Infinito, que había sido licitado en la gestión anterior. Es decir que el sistema continuó avanzando.

“Durante todas mis gestiones, mi mayor problema fue coordinar una política coherente con el ministerio de Producción”

-Se refiere al edificio de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.

-En cambio, en este momento, según los datos disponibles, para todo la función ciencia y técnica, el monto ejecutado es la mitad de lo que se ejecutó el año pasado. Si consideramos que hubo un 200 por ciento de inflación, aproximadamente, esto implica que se gastó un 25 por ciento de los valores históricos. Nunca en la historia reciente de la ciencia argentina hubo una reducción tan drástica del presupuesto. Pero hay otra cosa más grave. Durante el gobierno de Cambiemos, se mantuvo toda la estructura de la ciencia, no sólo la estructura formal del ministerio de Ciencia, la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y el Conicet sino también la estructura de personal. Durante esa transición, mantuve todo el equipo que me había acompañado desde 2003, un equipo altamente jerarquizado y profesionalizado. Y esa estructura tiene su lógica. El ministerio es el que dicta la política de ciencia y negocia los programas internacionales con el Bid y el Banco Mundial.

-Préstamos que van directo a ciencia.

-Son exclusivamente para ciencia. Implica que hay que hacer una propuesta con lo que se va a hacer, para qué va a servir y cuál es el beneficio concreto y cómo se va a monitorear y evaluar. Son discusiones muy arduas con los organismos en cada programa. No es ciencia por la ciencia misma. Esos lineamientos se bajan a la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica que diseña instrumentos de financiamiento. Y luego los organismos ejecutores, como el CONICET, las universidades, el INTA o el INTI, se presentan a esa línea de financiamiento. Es decir, el ministerio orientaba la investigación. Determinaba que todo lo que hicieran los investigadores encajara dentro de prioridades justificadas previamente. Con el cambio de administración, desaparece el ministerio y el área de Ciencia y Tecnología específicamente pasa a ser una Subsecretaría que abarca Innovación pública, que es otra cosa, y queda al mismo nivel que el CONICET. O sea que los tres organismos están ahora al mismo nivel: no hay una jerarquía que permita bajar líneas o establecer prioridades. Y lo más grave es que el ente de financiamiento, que es la Agencia de Promoción, en este momento no tiene capacidad de ejecutar fondos porque le sacaron el llamado SAF, un servicio financiero que permite que el presidente de la Agencia pueda asignar fondos. Eso pasó a jefatura de Gabinete. Ahora, el actual subsecretario de Ciencia y Tecnología no tiene ni la capacidad de comprar una docena de medialunas. Hasta que no se revierta esa situación, no es posible ejecutar los fondos. Y hay fondos ya depositados. Hay financiamiento del BID disponible. En total, habría unas centenas de millones de dólares que podrían ser usados. El BID los prestó sobre programas previamente establecidos. Ya están depositados y podrían ser directamente aplicados al financiamiento de proyectos. En la historia de la ciencia argentina, nunca se dio que hubiera dinero sin ejecutar. Siempre falta y la lógica es que había que gastar todo. Es un pecado porque ese dinero pierde su valor.

Calidad científica. ¿Avance o retroceso en la Argentina?

-Hay dos debates que se cruzan. Uno es la mirada crítica que tienen los libertarios y el mismo Milei sobre la gestión de Cambiemos en relación a su gradualismo. Y hay otro debate que se cruza con ese en torno al sistema científico argentino en los años kirchneristas y el sesgo que adquirió, sobre todo en las ciencias sociales, hacia campos de investigación que no son prioritarios para el país, con investigaciones de títulos cuestionables o con focos cuestionables. La pregunta es: ¿qué punto del sistema científico nacional es atendible que se cuestione? Algún punto que Cambiemos debió haber cuestionado, revisado y mejorado pero no se atrevió o no tuvo el consenso o la voluntad política de hacerlo, y que el gobierno actual lo hace pero excediéndose.

-En primer lugar, los cambios en política en general y en ciencia en particular tienen que ser graduales. Los programas de investigación se formulan, se presentan, se aprueban y se ejecutan en períodos de años. Estos cambios de orientación que implican, por ejemplo, poner a la ciencia más en contacto con la producción y con las empresas lleva mucho tiempo. Uno de los asesores de los programas que tuvimos con el Banco Mundial me comentó que en Oxford y en Cambridge, llevó veinte años legitimar la vinculación de la universidad con el mundo de la empresa. Sin ese proceso, no hubiéramos tenido la vacuna Oxford AstraZeneca. Hay que ser cuidadoso en cómo se va cambiando el sistema de recompensa, los premios y castigos para reorientar las investigaciones. Segundo, el tema de que el área de ciencias sociales está sobredimensionada no es así. El Conicet en particular tiene compartimentalizada las áreas de ciencias básicas, ingenierías, y un 25 por ciento, o menos, de los recursos se dedican a ciencias sociales, que incluyen ciencia política, economía, educación. Uno siempre va a encontrar algo que le parezca irrelevante. Pero, comparado con organismos internacionales, estamos muy bien.

-¿En qué sentido?

-Todo lo que el CONICET produce se publica en revistas internacionales con referato: los trabajos científicos se mandan a revistas que tienen un comité editorial, con gente de distintos países, que evalúa ese trabajo por su calidad y su originalidad independiente de donde venga. O sea que un científico argentino compite con un inglés o con un coreano.

-Sin embargo, la presencia de investigadores argentinos en las publicaciones con referato y el puntaje H Index Scopus, esta especie de ranking de investigadores en función del tipo de revistas en las que publican y la cantidad de citas, está teniendo algún tipo de cimbronazo; hay una disminución en los últimos años.

-Sí, porque ha bajado el financiamiento. Segundo, hay un fenómeno interesante: en los años ´80s, cuando muchos volvimos al país, si alguien no hacía una estadía de tres o cuatro años en el exterior, no podía ingresar al Conicet. Uno traía nuevo material, nuevas tecnologías, nuevos contactos. En los últimos años, dado que era relativamente fácil hacer investigación acá porque había fondos y era más fácil ingresar a la carrera habiendo publicado acá, se relajó un poco ese requisito. Los investigadores tendieron a quedarse en los grupos en los que se formaron. Ése es un aspecto que hay que revertir. No es bueno para la ciencia argentina; no está bien que la gente se quede. Yo formé once personas en mi grupo de investigación. Todos son directores de sus laboratorios en distintas instituciones. Eso hoy no es posible: no es posible seguir hipertrofiando el sistema. No es bueno que los investigadores se queden con la misma temática y que no tengan una experiencia afuera para renovar la tecnología que se tiene. Pero a pesar de que hay un estancamiento producto del menor financiamiento, la calidad de las investigaciones, sobre todo si se las evalúa por originalidad, cuánto se publica en las revistas más competitivas, se mantiene. Y hay casos muy conocidos de investigadores que son editores de esas revistas, es decir que son convocados para juzgar trabajos internacionales. Pero lo más importante que venía ocurriendo es que, producto de este cambio de orientación acorde con la que ocurre en el mundo, la ciencia básica argentina estaba empezando a dar fruto en transferencias del sector productivo

$data['img_url']

La RZ en donde quieras

Descarga la app disponible en tus plataformas favoritas

La Radio

La RZ nació hace 10 años. Junto a Radio Zonica y Zonica+ forma parte del #GrupoZonica; líderes y precursores de los medios digitales en Argentina.

Conocé más
Micrófono