Su faceta como diputada le permitió recorrer establecimientos educativos que determinaron un diagnóstico, que derivó de manera natural en el libro Pupitres a Medida, de Marina Kienast: “Es el resultado de recorrer escuelas. Todos sabemos que la educación está mal hace bastante tiempo. Vemos la decadencia y todo lo que está mal y nos quedamos en eso. Pero también se deben estar haciendo las cosas bien. Y fui a buscar escuelas escuelas que estén haciendo cosas distintas y desde su propia perspectiva. La realidad es que me topé con casos de transformación, del que tenemos resultados pero que se conoce muy poco. Así que hay que salir un poco del ámbito de las mediciones para ver cómo está la realidad de los chicos. Encontré ejemplos de transformaciones que se pueden aplicar al sistema público. El privado tendrá sus problemas pero tiene una mayor autonomía para lidiar con las dificultades”.

La legisladora de La Libertad Avanza señaló que “el sistema público está muy dejado en lo que corresponde a la innovaciones porque el Estado tiene una burocracia para controlar, pero no están para los avances. Lo que sucede es que hoy en día y los adelantos tecnológicos que se están dando, demanda mucho. Imaginate hoy un chico que está en el jardín, que no tiene ni idea de cómo será su futuro laboral. Entonces si no generamos instituciones educativas dinámicas que tengan la capacidad de innovar por sí mismas, el Estado no va poder hacerlo”.

“Y eso requiere modificaciones normativas, que nos llama a la acción para saber cómo hacemos para que la ley habilite esa innovación. A nivel comercio todos cambiamos a partir de las ventas online. Ahora, el cambio de cabeza para la educación también requiere una interpelación desde algún sector. Puede ser desde la formación docente, desde los padres, desde una charla comunitaria. Una vez que cambie ese paradigma se van a sentir mejor porque yo lo que quiero es que los docentes y directores sean los protagonistas de ese cambio”, puntualizó, con una perspectiva que pretende remover vetustas estructuras y programas fuera del timming de la época.

“Porque es donde va quedar la capacidad instalada en las escuelas y no van a depender de un programa o una currícula nueva. Lo ideal es que tengan autonomía pedagógica y autonomía financiera. Si uno dividiese los fondos educativos destinados a una ciudad del país y lo dividiera por la cantidad de alumnos, no te da que se invierta eso en cada alumno”, concluyó Kienast.

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