MARIO SIPERMAN: “Vamos a seguir festejando hacer música, el hecho de los 40 años es como una pequeña excusa publicitaria”.
Espectáculos diciembre 19, 2025En medio de los festejos por las cuatro décadas, el tecladista de los Fabulosos Cadillacs, Mario Siperman, compartió vivencias de la icónica banda argentina en La RZ.
“La verdad es que no nos imaginábamos hace cuarenta años que íbamos a seguir tocando juntos sino a seguir tocando rock. Uno cuando tiene 20 años y empieza a tocar en una banda se imagina a los 60 años siendo un viejito con bastón, jubilado. La verdad es que seguimos juntos con muchas ganas de tocar, disfrutando. El show de Ferro fue increíble, viste que hoy en día te vas a las redes a ver qué onda, qué pasó y creo que fue un show cero haters. Todo el mundo fascinado, nosotros también y eso se transmitió al público de una manera increíble. Creo que el show de Ferro fue el show más largo que hicimos en nuestra vida, fue un show de tres horas. El sábado tuvimos de invitado a Pablito Lescano para Padre Nuestro, y cuando terminó el tema seguimos tocando con él unos cinco minutos más, una zapada cumbia, cumbia zapada rock medio improvisada y hubo un par de cositas que no estaban en la lista, fueron saliendo sobre la marcha. Aparte, de Los Condenaditos hacemos una versión muy larga que incluye parte de El Fantasma y el Muerto también. Y hay partes que sí, fueron bastante improvisadas donde pueden pasar algunas cositas. El primer show que hicimos, entre comillas profesional, fue cuando estábamos festejando los cuarenta años, que fue en Mar del Plata, en un pequeño bar en el cruce de las calles Almafuerte y Alem. Recuerdo que era un barcito para 20 personas. Ese fue el primer show de la banda. Previo a eso tocamos en el cumpleaños de un amigo de el vaino (Anibal Rigozzi). Fue en enero de 1985”, evoca el tecladista de Los Fabulosos Cadillacs, Mario Siperman sobre el reciente show de la banda.
Con una mirada retrospectiva, señala que “es toda una vida tocando juntos, con muchas cosas lindas, también pasaron cosas feas como la muerte de Toto (Gerardo Rotblat). No podes esperar que en cuarenta años todo sea una fiesta, obviamente van pasando cosas como nos pasan a todos los seres humanos. La balanza está inclinada 99.9 hacia el lado de la felicidad, es así. Somos unos afortunados de poder vivir de la música, tocar las canciones que componemos, viajar por el mundo, disfrutar. La verdad es que es increíble. El año que viene ya tenemos como seis o siete shows. Hasta marzo tenemos descanso, y luego empezamos en México con el Vive Latino que es un festival gigante, en Guadalajara, Monterrey, algunas ciudades más después en abril nos vamos a Chile. En Mayo vamos a EE UU de nuevo. Creo que, y es una primicia que no sé si debería decirla, creo que vamos a Rosario. Vos sabés que los más fans viajan a donde sea. Trataremos de hacer un poco más acá en el país. En el Movistar hicimos dos shows hace dos años, es un muy buen lugar donde tocar, el tamaño justo, además que se vea y que se escuche bien desde todos lados. Podría ser ahí también. El Movistar Arena está a la altura de cualquier estadio arena de cualquier lugar del mundo, en cuanto a lo técnico y a la calidad del lugar. Está buenísimo. Dos o tres podemos hacer tranquilamente”.
“Todavía no hay nada preparado en cuanto a canciones nuevas. Recuerdo que en un recital en México hubieron casi 300 mil personas en El Zócalo, que es como si fuera Plaza de Mayo pero en Ciudad de México. Estamos hablando de un lugar tres veces más grande que Plaza de Mayo. Es un lugar increíble donde está la catedral que es del siglo 16 con toda una edificación de épocas coloniales. Es un lugar bastante mágico, en un costado hay unas excavaciones con unas pirámides aztecas, es decir, tocas en esos lugares que son mágicos con esa cantidad de personas, obviamente es algo que no te vas a olvidar en tu vida. Igual no te olvidas en tu vida de ningún show. Tengo muy presente todos los shows de Los Cadillacs. Hay una tanda de entre quince y veinte canciones que no pueden no estar; El León, Carnaval toda la vida, Demasiada presión, Dr Cadillac… esas canciones que van a estar siempre en la lista. Los condenaditos es un tema que mucha gente todavía no lo conoce pero es uno de los puntos más fuertes del show. A veces está bueno que haya temas que no son tan conocidos, que sorprendan un poco a la gente y aparte vos sabes que el fan fan, el que va a todos los shows sabe todos los temas y quiere algún tema rarito como para escuchar. Y a nosotros también nos gusta que haya temas que van entrando y saliendo, van rotando”, cuenta Siperman.
“El tema Tus tontas trampas está bueno pero la letra ya es medio pelotuda, para unos señores de 60 años ya no va. Representa una época a la que le tenemos cariño pero la verdad es que tenemos 40 canciones mejores. Basta de llamarme así es un tema del primer disco que todavía está vigente. También Estamos perdiendo es un tema del primer disco que a veces metemos un pedacito durante Los Condenaditos. Silencio Hospital suele aparecer cada tanto. Vamos a seguir festejando hacer música, el hecho de los 40 años es como una pequeña excusa publicitaria. No más que eso”, concluyó.
Las mil vidas de Mario Siperman, de Los Encargados a Los Fabulosos Cadillacs y más allá
Mientras se prepara para volver al teclado de LFC, el músico repasa sus inicios y su presente como productor.
Tecladista, productor y también arquitecto, miembro fundacional de Los Fabulosos Cadillacs, con un paso previo por los adelantados del tecno-pop argentino Los Encargados, Mario Siperman está más inspirado que nunca. Aunque parece haber vivido ya varias vidas desde su infancia en Barrio Norte.
“Vengo de una familia tranquila –relata el músico, que este mes retoma los escenarios con los Cadillacs en Estados Unidos–. Mi viejo, abogado, pero medio deforme, en algunas cosas muy progresista y en otras muy severo. De chico fui un gran nadador y entrenaba en C.U.B.A. (Club Universitario de Buenos Aires), pero cuando entró la música fue un cambio radical. Mi papá tenía un amigo hippie. Con OSDE, pero hippie. Leone Sonino, que tenía una discoteca alucinante. Fue mi escuela musical, escuchando a Hendrix, The Who, Billy Bond y la Pesada en un departamentito de un ambiente rodeado de arte. Leone vivía en colores y mis viejos en blanco y negro. Un tipo muy meticuloso, pero que confiaba en mí. ¡A mis siete años me prestaba sus vinilos! Me enseñó a sacarlos con cuidado, a ponerlos en la bandeja, y fue una puerta abierta”.
El piano llegaría en séptimo grado. Mario tenía un dúo algo inspirado de Sui Generis con su amigo Gustavo Liamgot. El Dúo Imagen. “Rosita, mamá del dentista de mi viejo, fue mi primera maestra de piano. Y mi primer piano había sido antes de Daniel Barenboin, que es primo de mi mamá. ¡Lamentablemente no agarré el talento, pero sí un piano suyo!”.
La entrada a la secundaria coincidió con el peor momento de la Argentina. “Empecé en el Nacional Buenos Aires justo en 1977, con la dictadura militar, y terminé en 1982, guerra de Malvinas. Pero en el colegió me pasó algo importante: fui compañero de Hugo Foigelman, primer tecladista de Los Encargados. Cuando a Hugo le toca más de un año de servicio militar en la Marina, me recomienda para reemplazarlo en el grupo y así empecé a tocar con ellos en 1980 con un sintetizador Yamaha CC15, que me habían regalado para un cumple. Cuando Hugo volvió de la colimba, no lo llamé para decirle que vuelva a la banda. No sé si fui un mal tipo o ni siquiera lo pensé en ese momento. Si Hugo lee esta nota, quiero pedirle disculpas”, dice entre risas. (Nota: Foigelman, de todos modos, volvería a Los Encargados y grabaría el único disco de la banda, Silencio, en 1986).
Los Encargados fue una de las expresiones más vanguardistas de la escena argentina a principios de los ochenta. También, una de las más incomprendidas. Siperman tocó (junto con Daniel Melero, Luis Bonatto y, como invitado, Ulises Butrón) en el infame festival B.A. Rock IV, en 1982, canchas de rugby de Obras Sanitarias, donde programaron al trío electrónico entre bandas de rock y cantantes folk, con dramáticas consecuencias.
“Estábamos vestidos con unos enteritos blancos y nos pusieron después de Pedro Conde, una especie de Piero, y antes de Riff. Era la perfecta combinación para un desastre. Subimos y duramos literalmente treinta segundos. Empezamos a tocar ‘Necesidad’ y arrancó una lluvia de piedras, naranjas, de todo. A Bonatto le pegaron un piedrazo en la cara. Cuando bajábamos del escenario, no me olvido más, Dani me miró y me dijo: ‘¡Esto fue un éxito!’”, cuenta Siperman, con otra carcajada.
Grabaría con Los Encargados dos discos nunca editados. “El primero lo hicimos en el estudio de Daniel, tengo algunas canciones en casete. Al segundo le pusimos más trabajo y es una pena que no haya salido. Lo grabamos en el estudio Moebio y no pudimos sacar las cintas por falta de plata. Solo rescatamos algunos temas tiempo después, como ‘Sinfonía estúpida’ y ‘Caminando limpio bajo la lluvia’, que salieron como bonus tracks en la versión remasterizada de Silencio de 2005. Una de las cosas que más me pegaban era que los otros integrantes eran mucho más grandes, me llevaban cinco, seis años. Con Dani aprendí mucho, mayormente todo lo que soy como productor. Pero la diferencia de edad era importante. O sea, no salía con ellos a la noche. Ahí empezamos a armar los Cadillacs con amigos más cercanos”.
Los Fabulosos Cadillacs se iniciaron tocando ska y, con sus explosiones sonoras y búsquedas estilísticas durante más de 30 años, llegaron a ser una de las grandes bandas de América Latina. “Éramos amigos, estábamos todo el día juntos. Flavio (Cianciarulo) y el Vaino (primer guitarrista Cadillac y actual manager) iban al ILSE (Instituto Libre de Segunda Enseñanza), colegio donde terminaban los que se quedaban libres del Buenos Aires. Con ellos nos íbamos de veraneo a la costa y así empezamos a tocar. Dejé una banda ‘profesional’ como Los Encargados para tocar en un grupo de pibes que estaban aprendiendo. Pero para mí eso era lo mejor de todo”.
La familia Siperman tenía una casa en Mar del Plata. “Era divina, pero estaba casi abandonada. Mis viejos no querían ir y entonces la copamos con los chicos en el verano 83-84. Estábamos Flavio, Vaino, Gabi (Vicentico), un baterista llamado Hernán Gallardo, Luciano y yo. Me acuerdo de que cargamos los equipos hasta el tope de mi Renault 12 y del Citroën 3CV de Luciano. Y Hernán fue con su batería en tren”.
El grupo, entonces llamado Cadillac 57, había actuado en algunas fiestas, pero tendría su debut formal en Mar del Plata. “Allá empezamos a convertirnos en una banda. Íbamos a la playa todo el día, volvíamos, ensayábamos y salíamos a caminar vestidos de una manera muy especial, con moños y sacos. Hasta que un día el Ruso Azlor, un delirante divino, nos dijo que parecíamos Madness y si queríamos tocar en su boliche, en Almafuerte y Alem, que se llamaba Vía Fellini. Nos hizo sacarnos fotos e incluso nos consiguió un Cadillac, que no era 57, ¡pero lo importante era la actitud!”.
El resto es historia conocida: mientras Siperman estudiaba arquitectura (“no ejercí, pero pude hacer una reforma en mi casa y que todo quede en pie”), transitarían el under porteño, cambiarían de nombre a Los Fabulosos Cadillacs (por un error en la promo de un show), llegarían el LP Bares y fondas, los hits, la consagración, algún tropiezo, siempre seguido de un regreso y alguna reinvención estimulante, hasta los discos filoexperimentales Fabulosos Calavera (1997) y La marcha del golazo solitario (1999).
“Esos trabajos y la entrada de Ariel Minimal, en la guitarra, fueron refrescantes para la banda. Pero también muchos estábamos teniendo familia y las giras se hacían un poco cansadoras, y terminamos parando todo en 2001”, dice Siperman, que aprovechó la pausa para cambiar de aire e incluso sacarse de encima equipamiento. “Fue como un silencio. Vendí muchos equipos y estaba como desolado ante todo el ambiente musical. Ya tenía armado mi estudio, El Loto Azul, y empecé a trabajar con el sonido, masterizando o grabando cosas de otros. Ya había producido a Turf en su primer disco (Una pila de vida, de 1997) y me había gustado estar en la sala de control. Grabé los primeros discos de Mimi Maura, compuse la música para una película (Tesoro mío, de 2000) y también trabajé en el mastering de los discos del programa de tele Escalera a la fama y con bandas como Mambrú y Bandana”.
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