
MARTÍN MALLO: “Pensás a Mario Palanti en 1919, que fue el arquitecto, y la realidad es que fue un adelantado”.
Arte mayo 30, 2025Martín Mallo estuvo en Radio Zonica y habló sobre los avances edilicios en el Palacio Barolo, una de los icónicas construcciones que revela la identidad porteña.
“El Palacio Barolo es como una pequeña obra de arte. Habría que ver por dónde comenzar porque estamos hablando de uno de los edificios más lindos de la Ciudad y también de uno de los más innovadores dentro de su época. Su cuidado es un trabajo que lleva mucho tiempo porque estamos hablando de un edificio de 102 años. Las empresas con las que trabajamos nosotros aportan mucho, teniendo en cuenta que no cuenta con ningún aporte estatal. Sigue siendo un edificio como cualquiera de la Ciudad: privado, con un consorcio encargado del mantenimiento pero forma parte del patrimonio arquitectónico de la Ciudad”, precisa Martín Mallo, a propósito de un Palacio Barolo que el próximo 7 de julio cumplirá 122 años desde su inauguración.
“En la actualidad hay 50 personas que trabajan allí. Tenemos visitas guiadas todos los días menos los martes, de 10 a 19 hs. El edificio tiene un rootstock que refleja las innovaciones que tiene el lugar. Pensás a Mario Palanti en 1919, que fue el arquitecto, y la realidad es que fue un adelantado. Era un vanguardista. Además en la fundación (Amigos del Palacio Barolo) realizamos actividades que pretenden difundir el patrimonio y el legado de innovación que tiene el edificio a través de Palanti”, complementa.
A la hora de un sucinto racconto, Mallo reconstruye: “La historia arranca en 1919 con un empresario textil que fue Luis Barolo, que era de origen italiano y tenía campos en el Chaco y la propuesta que él le hizo a Palanti en su momento, fue el de construir un edificio de oficinas. Esa iniciativa, para ese marco de un Buenos Aires de 1919 también era innovador. En aquella circunstancias habían grandes palacios público, teatros, hoteles, pero el centro todavía no tenía un edificio íntegramente dedicado a oficinas para toda una nueva clase trabajadora que se estaba formando en la Ciudad”.
“Hablamos de abogados, contadores, arquitectos… todas esas profesiones liberales no tenían esa posibilidad de poder alquilar un espacio para trabajar en el centro. Buenos Aires en ese contexto se estaba convirtiendo en una de las metrópolis más importantes del mundo, se ubicaba a la vanguardia en temas arquitectónicos. Y había como dos tendencias; una que copiaba lo que era Europa y la de Palanti, que se aparta con el objeto de crear algo nuevo”, concluyó.
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