Miércoles 5 de Febrero de 2025 - 7:46 am

Martín Salinas: “La película Gaby me permitió despegar profesionalmente”

Espectáculos diciembre 28, 2024

El guionista Martín Salinas, pasó por El Gato en la Ventana (Sábados 15 hs por Radio Zonica) e hizo un repaso de su trayectoria.

Para el director Martín Salinas, la retrospectiva hacia los inicios de la industria cinematográfica es clave para entender cómo una historia puede tomar un rumbo inesperado. “Se decía que el cine no tenía futuro comercial aunque sí le apuntaban a un público con recursos, es decir, con fondos. Buscaban clientes que compraran el trabajo que ellos hacían, que tenían poder adquisitivo porque pensaban que para el público popular esto era inalcanzable. Fue paradójico porque la verdad es que se disparó todo lo contrario. Lo chistoso es que ese público adinerado eran obreros saliendo de su fábrica. De hecho hay un ejercicio de gente que enseña en talleres independientes que se trata del Regador Regado (Louis Lumiére,1895); generalmente se le propone a los estudiantes en las primeras clases. Es un gag. Yo estudié arquitectura, entré a la UBA a los 17 años. De hecho mientras estudiaba mientras trabajaba y un dia me empezó a picar el bicho de otra cosa, que tenía que ver con el cine. La realidad es que empecé haciendo animación porque dibujaba, podía hacerlo en movimiento porque en arquitectura uno aprende a dibujar algo que rota en el espacio. Yo hacía perspectiva, le hacía dibujos a un ingeniero que no dibujaba una perspectiva, para vender un proyecto con plantitas, árboles y el look vendedor. Además trabajaba en estudios dibujando planos de obra”.
A propósito de ese análisis, recuerda: “Un día en la facultad de arquitectura apareció un aviso de un independiente que se proponía derrotar a Walt Disney, lo que me pareció una movida interesantísima y a partir de ahí, y de que en ese momento andaba con ganas de otras cosas sumado a que en ese momento mi pareja estudiaba en el Bellas Artes se armó una conexión con eso y un día me senté ahí para trabajar y para morirme de hambre, por supuesto, je. Se trataba de cine mudo independiente de animación para chicos, por ejemplo con títeres. Ya después el grupo adoptó una posición ideológica muy clara y un día hubo que irse. En México seguimos trabajando hasta que descubrí la escuela de cine, un equivalente al ENERC, y decidí meterme a estudiar. A partir de ahí me dediqué a full primero a escribir y en mi segunda/tercera juventud, a dirigir. Estuve 13 años en México desde enero de 1977, éramos 17 contando los niños. El tema fue que cuando intenté volver en el 84 no hubo puertas que se abrieran. Jorge Goldemberg fue supersolidario pero era muy difícil entrar acá cuando yo ya había empezado a tener trabajo en México. Lo que pasa es que yo tenía a mi hija acá con lo cual estaba desesperado por verla. La cuestión es que no pude y tuve que quedarme un tiempo más allá y ver cómo articulaba para poder verla. Tuve más hijos y todo lo demás”.
Salinas evoca una ayuda que recibió en el momento justo: “José Luis Salinas, aquel dibujante, era mi tío abuelo y eso me fascinaba. Me acuerdo de ir a Adrogué, donde él vivía. Tenía una colección de soldaditos de plomo, y luego tenía sus dibujos como Poncho Negro. Eso a mi me fascinaba, por eso yo volvía a casa y trataba de hacer algo parecido y por supuesto no me salía. Pero ahí ya me acuerdo de esa admiración por contar algo en imágenes. Para un chico es muy mágico. Eso quedó sembrado en algún lugarcito. Me acuerdo que mi tío también tenía pavos reales en el jardín, era como ir a Disneylandia. Después lo otro que fue, si querés una coincidencia de la vida, es que él trabajaba para en las compañías americanas de comics, o sea, él dibujaba para Buenos Aires pero se editaban en EE UU. Y a mi el trabajo que me permitió despegar profesionalmente para dejar de ser solamente estudiante fue escribir una película que se hizo en inglés, que fue Gaby, protagonizada por Norma Leandro. Esa película me dio trabajo en los EE UU, al igual que lo que había sucedido con mi tío abuelo. Eso me permitió comer, vivir y volver a la Argentina, sin tener trabajo acá. Gaby fue la película que le dió la posibilidad a Norma Aleandro de estar ternada al Oscar como mejor actriz de reparto. Y esa sola situación me sirvió para conseguir trabajo allá porque siempre una película que toca esa zona atrae a las agencias”.
“El personaje principal (Rachel Chagall) tenía parálisis cerebral pero la protagonista no. Tenía una parálisis en el pie izquierdo del que ya se había recuperado, y ella, que hizo el papel de Gaby, precisamente lo único que movía era el pie izquierdo. Chagall fue, tiempo después, la mejor amiga de la Nanny, en la famosa serie que tuvo éxito en Argentina. Allí ganó notoriedad. La cuestión es que llegó y pronto demostró lo buena que era. El punto es que al director le gustó. Estaba sostenida por un elenco fuerte que hizo que no importase que la actriz fuera conocida o no. En ese trabajo me desempeñé como guionista. De Liv Ullman puedo decir que es una actriz con toda la sensibilidad de una actriz y toda la humanidad de un ser humano, eso es muy cómico porque tenía una estrella latinoamericana y una estrella noruega, con lo cual había que llevar adelante cambios en las escenas. Por lo que había que tener cuidado en que le llegaran a las dos. Su sensibilidad era muy estimulante pero me acuerdo que Norma estaba más tranquila, pero Liv tenía eso. A mí no me parecía mal para nada pero sí es una mujer de una creatividad importantísima. La veías encarnar algo que vos habías escrito y estaba mejor que lo que habías escrito. Lo mismo Norma, de quien recuerdo cuando armaba su personaje, en ese caso de sirvienta y contándome cómo se sentía cada vez que limpiaba un estante. Es decir, contaba todo lo que le pasaba y uno como escritor debía reescribir alguna cosa. Tenías al personaje ahí, vivido, era algo maravilloso”, cerró.
Martín Salinas: “Si vamos a contar nuestro cambalache, hagámoslo desde nuestro punto de vista”
Martín Salinas, guionista y co-autor de la serie Llámenme Francisco (que pudo verse en la plataforma Netflix), dialogó acerca de su nueva película Lunáticos, una comedia satírica filmada en Buenos Aires, México y Uruguay. La misma cuenta con un notable elenco de actores entre los que se encuentran Daniel Hendler, Verónica Llinás, Adolfo Dosal y Julián Kartun, entre otros. La producción ejecutiva estuvo a cargo de Liliana Mazure y este jueves 4 de agosto será estrenada en varias salas del país.
¿Cómo nació Lunáticos? ¿Cúal es su punto de partida?

Martín Salinas: El punto de partida de esto que estamos estrenando es algo que escribí después de la crisis del 2001 sobre una persona desesperada por algo que le acababa de suceder, un personaje de la clase media argentina; seguramente había votado a los mismos que lo habían verdugueado, los mismos que finalmente habían causado su debacle y no la entendía. Estaba escrita en clave de humor negro, era algo trágico y al mismo tiempo resultaba cómica, al unísono.
¿Qué busca transmitir como autor de estas historias?

M.S.: Buscaba transmitir ambas cosas, lo trágico y lo cómico. Hay antecedentes en la manera de narrar. Por ejemplo en Mateo, de Discépolo, donde conviven escenas dramáticas con la comicidad. Todo giraba en el tema del dinero, el cambio de los tiempos, no entender lo que pasaba. En un momento pensé: esto es “la biblia y el calefón”. Una especie de cambalache que después se empieza a repetir en otra escala mundial en el 2007, 2008, con la gran crisis que se acercaba a la del 30.

Fue ahí que me empezó a interesar esa historia, qué pasaba con la gente, con los personajes. Exploré con personajes latinoamericanos pero finalmente lo armé tomando tres ciudades que yo conocía. Mi interés fundamental en ese sentido es contar con esos seres normales cotidianos y sobre lo que les sucede en situaciones extraordinarias. Pasan pero traen adentro el germen de aquello que los está destruyendo.

No hay figuras ni líderes en la historia sin que haya personas comunes que los hayan construido. La idea era ver, construir algo con características panamericanas, pero a partir de los personajes de la vida cotidiana que son entrañables y que, a su vez, tienen ese germen de su propia destrucción o la ajena, si las condiciones del capitalismo mundial los empujan para ese lado.

El resultado de todo eso es una especie de cambalache, porque hay algo que se repite desde el inicio del mundo en todos los países y en la historia mundial. Entonces me aboqué a buscar otras historias que sintonizan con esta donde el dinero y su escasez o su pérdida, fuera el tema central, el desamor, los conflictos familiares, la corrupción; todo aquello lo metí en este cambalache que venía trabajando junto con las otras historias.
¿Dónde transcurren estas historias?

M.S.: Transcurre en Buenos Aires, en la ciudad de México, y en Montevideo que es un centro financiero internacional. Así nació y nos embarcamos en hacerla, apareció Liliana Mazure como productora, estrella del proyecto. Apareció también un presidente norteamericano que puse como personaje que empezó a twitear de manera muy similar a un mandatario real de aquel país. Así fue mi punto de partida cómico y dramático para terminar de armar esta historia.
¿Cómo elegió a los actores?

M.S.: El primer paso fue el casting con el elenco, que no fue un casting propiamente dicho sino una selección que yo realicé yendo a buscar uno por uno, habiendo visto a cada uno. Con algunos había trabajado, con otros teníamos algún vínculo por otro lado. Fui a México y me entrevisté con Casandra Ciangherotti, Alfonso Dosal, Julieta Egurrola. Les pasé el guión y nos encontramos, fue importante que se entusiasmaron porque estaban fuera de mi presupuesto, son figuras que tienen mucha trayectoria en México. Ellos vinieron a Buenos Aires, llegaron cuatro días antes del rodaje, habíamos hablado bastante pero no habíamos trabajado sobre el guión hasta que estuvieron acá y fue maravilloso. Yo sabía los registros que tenían, la idea era que todo el elenco manejara un registro donde todo es real y que nunca se viera un tono de farsa. Lo que hay de farsa son situaciones, pero la idea no es sobreactuar ni subrayar esas escenas.

Cuando los actores son del nivel de ellos y el elenco acompaña perfectamente, empieza a tomar cuerpo lo que uno tenía en la cabeza por escrito, en todos los casos lo enriquecían y le daban vida, para mí esa fue la parte más sabrosa de la dirección.

Cuando yo dirijo busco una verdad. Cabe aclarar que la película fue partida al medio; los dos primeros tercios se hicieron, después vino la pandemia y tuvimos que interrumpir la filmación que trascurría en Montevideo, tuve que renunciar a un par de actores uruguayos que no podían cruzar del otro lado. Por suerte Daniel Hendler estaba acá, tuvimos que ensayar online con el elenco de Montevideo mientras estaba en cuarentena. Se hizo en un estudio con Cromas, se grabaron exteriores desde el coche y después se integró todo en pos producción. El aporte de los actores es fundamental y se logra cuando son personas que les encanta explorar y ver qué es lo que los entusiasma: sus defectos, sus momentos. Los personajes de la historia de Argentina pudimos ensayarla durante cuatro sesiones, esto fue mucho más ágil. Los actores que tuvieran los roles menos importantes debían entender el tono y el punto con el que trabajábamos con el resto del elenco, me parece que lo logramos. Eso lo deberán juzgar aquellos que vean la película.
¿Cómo fue esa experiencia de trabajar durante la pandemia?

M.S.: Ensayar durante la pandemia era hacer todo en forma online aunque estuvieras a pocas cuadras de los actores, eso creó una dinámica muy original con respecto a lo que uno está acostumbrado. Julián Kartun estaba en la costa, Daniel Hendler estaba acá muy cerca, Verónica Llinás estaba como a 30 kilómetros y así con todos, con Pablo Pintos tuvimos que hacerlo online y combinar horarios.
En una entrevista usted sostuvo que el proyecto tuvo dificultades para contar con apoyo del INCAA durante el gobierno de Mauricio Macri ¿Qué fue lo que sucedió?

M.S.. Con respecto al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, el INCAA, si no existiera dicho ente esta película tampoco hubiera podido ser posible.
Es una institución que hay que defender y alimentar para que al cine nacional se le provean los elementos y nuestra cinematografía tenga presencia en el mundo. A veces aparecen en el horizonte posibilidades de que los fondos de dicho ente sean administrados desde otro lugar como el Ministerio de Economia, cosa que sería un error imperdonable.

El proyecto en el Instituto estuvo complicado para presentarlo, fue en 2017, estábamos bajo una administración que no era fluida ni sentíamos que pudiéramos avanzar. Lo que sí debemos valorar mucho es la gente que trabaja en el Instituto que siempre tuvieron una actitud de mucho apoyo, no hablo de la conducción política sino los trabajadores. Si hay alguien que supo navegar contra aguas turbulentas fue Liliana Mazure como productora, que siempre estuvo del lado de los que trabajan cuando le tocó estar al frente del Instituto y de nuestro cine nacional.

Es vital que exista ese Instituto con fondos públicos para poder producir en paralelo y más allá de lo que se produce en y para las plataformas, si bien le dan trabajo a gente del quehacer cinematográfico responden a paradigmas, formas y fórmulas que tienen un límite, ni bueno ni malo. No hay un país excepto Hollywood que pueda tener un cine independiente para poder abordar historias y temáticas que tengan que ver con nosotros y nuestra cosmovisión del mundo. Por eso es fundamental que el INCAA siga teniendo autarquía y que siga recibiendo los fondos específicos que en este momento están jaqueadas por la realidad, incluso la asistencia a salas.
Tenemos muchos frentes con respecto a los derechos de autor, hay que dar una gran batalla en ese sentido.

Las plataformas llegaron para quedarse, pero no para nosotros. Al menos de nosotros depende que esto no suceda.

Escuchá el programa “El Gato en la Ventana” todos los sábados a las 15:00 horas por www.radiozonica.com.ar

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