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Miguel Doura: “Mucha gente llega,me abraza y se pone a llorar, es algo que prefiero no racionalizar”

Arte febrero 5, 2022

El artista plástico conversó con "Estamos Sanando" sobre su vivencia de armar una galería de arte en el Aconcagua y vivir por ella.

Miguel Doura es un artista visual, con formación en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, quien también ha trabajado como fotógrafo artístico.

En cuanto al nacimiento de su galería de arte y tomar la decisión de irse, el artista afirmó: Nunca existió el día en que decidí venir. Llegué al cerro sólo con la intención de subirlo, pero lo que sí sentí fue una fuerza no razonada estando en el campamento. Aquí como en cualquier campamento de altura de alta montaña, es una pequeña ciudad, de hecho la llamamos la “ciudad de tela”, porque hay domos y carpas. Sólo por decir un número al azar, hoy hay 200 carpas. Estamos en el fin de temporada, en un cuello de botella, carpas con gente de cualquier parte del planeta. En estos días he charlado con gente de Rusia, Francia, Estados Unidos, Brasil, India, sólo por nombrar lugares al pasar, y todos conviviendo en el mismo campamento. Cuando llegué acá arriba me cuestioné o llegué a inventar qué podría hacer para estar más tiempo aquí. En su momento puse una estación de internet, lo cual me dio mucho tiempo libre, fui la primera persona en situar una estación así. A su vez traje lápices y papeles, había estudiado Bellas Artes por cinco años, por lo que no me molestaba llenar el tiempo pintando, y después fue creciendo solo, temporada tras temporada, de forma inesperada. Escuchando tanto comentarios comencé yo mismo a potenciar la idea de armar una galería de arte, cosa que es medio fantasiosa: pensar en colgar cuadros a dentro de una carpa, carpa que tiene que soportar vientos de hasta 100 km/h o más si es que no hay tormenta, que no se te venga abajo todo, y también tratar de hacer algo relativamente bonito o bello, con la intención de que los trabajos queden bien colados. 

¿Cómo se mantiene en pie una galería dentro de una carpa? Con alambre, acá todo se arregla con alambre. Algunos cuadros tienen marcos, otros no, y con los tornillos que tienen atrás también aportan a la estructura de la carpa. Hay que armarlo muy bien para que, especialmente, los vientos externos no hagan que se caigan o que se desarmen. 

Respecto al tiempo que lleva ascender a “Plaza de mulas”, Doura afirmó: Eso tiene dos respuestas, una es sobre el tiempo de ascensión, y otra  que ya es particular mío, es sobre el tiempo del armado de la galería. El tiempo de ascensión, uno puede pensar:  voy desde la ciudad de Mendoza me tengo que acercar hasta el Puente del Inca penitentes, pasar una noche porque se pasa a 2800 metros de altura, después una jornada hasta Confluencia. Allí ya estaríamos ingresando a lo que es la Cordillera, con 4 o 5 horas de caminata y los 3300 metros de altura, ahí ya hay que aclimatar y dormir. Después otra jornada larga de ocho horas de caminata, donde se llegan hasta los 4300 metros de altura. Ese sería el recorrido que debería realizar cualquier persona que se quiera acercar aquí, pero personalmente a eso le tengo que sumar todo el tiempo de armado. En total lleva unos 10 días, y también influye el clima, no es lo mismo armar una carpa o tienda con nevadas o sin nevadas, con viento o sin viento.

Regresar después de la pandemia. Al haber pasado una temporada sin venir, la estructura de la carpa que quedó armada se voló. Recordemos que en invierno los vientos son muy fuertes, por lo que tuve que volver a rearmar la estructura. Fue como verse nuevamente después de algún tiempo con todas las caras conocidas, volver al barrio. 

Lo que deja a su paso, tanto arriba como en su hogar. La respuesta más simple es que dejo cosas que van a mantenerse acá, y que van a quedar esperando hasta la próxima temporada, por ejemplo suelo dejar una mesa, sillas, algunos libros, marcos, una palmera de plástico, una guitarra. Me han regalado esa guitarra por parte de un amigo salteño, que me dijo que me hacía falta una. Por otra parte también dejo el Cerro, el Aconcagua, es una sensación muy fuerte cada vez que me voy. Me cuesta mucho dejar abajo a mi mujer, a mi hermana, a mi madre, a toda la gente que quiero, es como un pequeño duelo, pero duelo que existe a la inversa cada vez que uno baja, porque uno se pregunta “¿A dónde voy?”. Dejando el tema de los afectos al costado, bajas y están los códigos que se manejan, como la gente que habla rápido, la gente triste en el real, llenando espacios hablando con cosas sin sentido solamente por hablar, haciendo problemas por cosas que ya tienen solución o no, pero haciéndose problemas igual.

Miguel Doura también comentó cómo es compartir con la comunidad que se va formando. Existen algunas personas ya sabiendo a dónde vienen, y otros que se encuentran con lo desconocido. El que desconoce le llama la atención la carpa con todo lo que contiene, y a mí a veces también me sigue llamando la atención. Cuando uno está afuera, está en torno a un anfiteatro del Cerro, totalmente aislado de la civilización, y de golpe entras a una carpa donde tenes cuadros relativamente bellos y enmarcados, con música acorde. Y hay otros de los que me asombro, porque me cuentan un montón de cosas que ellos saben de mí o de esta galería, que yo desconozco totalmente. Hay muchas cosas asombrosas. Prefiero no contar lo que me dicen, pero sí quiero compartir que se sacan muchas fotos conmigo. Algo que muchas veces me emociona es que mucha gente llega, me abraza y se pone a llorar, pero es algo que prefiero no racionalizar.  Hace 20 años que estoy aquí y siguen ocurriendo cosas que me asombran hasta hoy, obviamente que tienen que ver con las carencias personales de cada uno, la necesidad de encontrar cierto espacio de contención que vaya a saber por qué esta galería y pinturas ayudan a contener esos vacíos, pero ocurre. 

¿Cómo es el hablar en el Aconcagua? Es interesante. Quizás ahora hay 200 carpas, se puede multiplicar por dos o tres personas por cada una, así que en el campamento debe haber 500 personas. Le hace falta cierto orden o algún ente regulador, el cual le corresponde al Parque Provincial, tanto el campamento base como el Aconcagua y su entorno le pertenecen, que dependen de la provincia de Mendoza. Hay regulaciones propias y un cuerpo de guarda parques que tienen la obligación del control en diferentes aspectos, sanitario, logístico. Hay un servicio médico privado, con especialización en medicina de alta montaña, trabajan con los síntomas que se pueden llegar a sentir acá arriba, y las acciones a tomar muchas veces son de gran prioridad porque la posibilidad de muerte suele ser muy inminente. Un edema pulmonar o cerebral puede ser lo más común que ocurre acá arriba, no existe una gripe simple. 

Para finalizar, el artista Miguel Doura comentó brevemente las fechas para subir o bajar en el Aconcagua y cómo amoldarse a los climas. Las fechas de apertura y cierre del parque las regula precisamente la dirección de recursos naturales de Mendoza. Este año en un año atípico por razones obvias, donde la echa de apertura fue el primero de enero y el cierre se va a realizar el 15 de febrero, eso para las expediciones, es decir, ingresan ese día de enero y el ultimo día que tiene posibilidad de salir es el 15 de febrero. En mi caso y de quienes estamos en Plaza de Mulas, el ingreso fue el 20 de diciembre, tuve 10 días para armar el campamento y el desarme va a comenzar cuando las últimas expediciones bajen. Todo siempre depende del clima y cómo se vaya dando, hay que darle un orden en función de la climatología. 

Podes escuchar “Estamos Sanando” todos los sábados de 16 a 17 hs por Radio Zonica

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