
Piero: “Mis dias mas felices fueron ver nacer a mis hijos”
Música abril 9, 2019El cantautor visito "Mano a Mano con Monserrat" en una charla imperdible sobre su vida y carrera.
Piero Antonio Franco de Benedictis es el nombre completo del conocido cantautor Piero. Nacido en Italia y radicado en Argentina desde su infancia, supo ganarse el cariño de los argentinos gracias a su extensa producción artística. Su vida y obra como cantante de trova, protesta y rock, lo hicieron viajar por el mundo. Ha recorrido Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, donde también supo ganarse el afecto del continente apoyando diferentes causas sociales, como el proceso de paz en Colombia y contra la trata de personas y hambre cero a nivel global.
Sobre su infancia, Piero recordó su espíritu inquieto y movedizo. “Nací después de la 1ra Guerra Mundial, en el año 1945. Después de la guerra hubo una malaria más o menos como la de ahora acá en Argentina. La diferencia es que la malaria de ahora no tiene justificación. Mi padre, que era lo que se estilaba en ese momento, se vino a Argentina a buscar trabajo. Mi mamá me ponía arriba de la mesa para no agacharse y me peinaba. Me peinaba una banana en el pelo. Yo preguntaba todos los días por mi papá, quería saber dónde estaba. `En América´, me decía mi mamá. Me explicaba que había que ir hasta la estación, tomar el tren hasta Génova y de ahí tomar el barco. El barco tenía que cruzar todo el océano y llegar a Buenos Aires. Ahí encontraría a mi papá.” Además, el cantante recordó una anécdota increíble de esos años donde su padre estaba en Argentina. “Mi mamá me llevaba hasta la esquina y me miraba caminar 50 metros hasta el jardín de infantes de las monjas. Así todos los días, era una rutina. Tenía 3 años yo. Un día ella me va a buscar y yo no estaba en el jardín. Se preocuparon todos y empezaron a buscarme. Era imposible que no estuviera en el jardín. A las 4, 5 horas me encuentran en la casa de una amiga de mi mamá, que era planchadora en la vereda de su casa. Ella tenía todo abierto y veía pasar a los amigos. Mi mamá pasa buscándome por ahí y la planchadora le dice `acá está Piero´. Yo estaba con la vianda y mi mamá me preguntó qué hacía ahí. Yo le respondí que me iba a la América”.
En sus primeros años ya se revelaba su imposibilidad de mantenerse quieto. En el barco que los trajo a Buenos Aires junto a su madre y su hermana menor también vivió una anécdota similiar. “Cuando mi padre consigue trabajo nos manda a buscar. Íbamos con mi mamá y mi hermana de once meses. En un momento yo me perdí. Mi mamá estaba sola en el camarote con mi hermana y la tuvo que dejar sola arriba de la cama para salir a buscarme. Me empezó a buscar por todo el barco. Inclusive mandó a decir por los parlantes que buscaban a un niño con peinado de banana. Entonces mi mamá cerró con llave el camarote y la dejó a mi hermana. Me buscaron por todos lados. Aparecí en el tercer piso. Estaba con un grupo de jugadores de fútbol o de atletas olímpicos. Eran argentinos que volvían de Europa. Yo estaba con un chocolate en la mano, todo sucio y cantando con los muchachos. Ya empezaba a encontrarle la vuelta.”
La familia de Piero se radicó en Banfield hasta que en 1951 se mudaron a Allen, en la provincia de Río Negro, para que su padre pudiera llevar adelante un negocio de radios y tocadiscos. En el sur Piero cursó la escuela primaria y se inició en la música. Piero recordó que “no había antecedentes en la familia. Mi mama cantaba muy bien pero no era cantante. Le gustaba cantar. Un día se presentó en un concurso de Radio Belgrano y quedó entre los finalistas. Ella le escribió al padre para que le diera la venia pero no quiso saber nada. Ella se quedo ahí con esas ganas”.
A partir de su educación como seminarista en Viedma y en Villa Devoto, Piero desarrolló tanto su vocación musical como su sensibilidad social. La influencia de sacerdotes comprometidos con las causas sociales como Alejandro Mayol, Eliseo Morales y Carlos Mugica entre otros tantos, marcaría tanto su desarrollo humano como su trayectoria musical. “En esa época yo era muy amigo del ex cura Alejandro Mayol. Él era un cura que cantaba con la guitarra, tenía algo muy interesante. Él con su guitarra y su voz controlaba a los chicos, los embelesaba con las canciones. Junto a él hicimos “Sinfonía inconclusa en la mar”, que fue el tema que le dio el nombre al primer disco. Gracias a que los milicos lo prohibieron fue mi disco más vendido. Alejandro Mayol dejo de ser cura, fue padre de cuatro hijos. La verdad es que ha sido todo gracias a él. A mí nunca se me hubiera ocurrido grabar para niños”.
Entre 1975 y 1976, en los años previos al inicio de la última dictadura militar, se incrementaron los hostigamientos contra Piero. Todas las matrices de sus discos fueron quemadas y empezó a ser prohibido. Es por eso que llegó a escribir canciones junto a Alejandro Mayol. “Nos prohibían todas las canciones. Pensé que venían por mí. Tenía que grabar urgente algo que no sea tan prohibible (sic). Así fue como compusimos esas canciones para niños. Pero inclusive así tuve que exiliarme del país.” En 1976 debió exiliarse de Argentina cuando el terrorismo de Estado intentó secuestrarlo en Buenos Aires. Se refugió en España durante casi cuatro años dónde encontró un viejo Molino que se convirtió en su hogar.
Sobre uno de sus grandes éxitos, que ha conmovido a generaciones enteras, la canción “Mi viejo”, Piero contó detalles de cómo fue el proceso de creación. “Nos juntábamos todos los días con José Tcherkaski en un departamento chiquito en el que vivía José con su mujer. Un día nos sentamos, se fue su mujer y quedamos solos. Le dije que teníamos que hacer algo para el viejo. En ese momento lo veía a mi viejo como un capo, un súper héroe. Tenía la imagen del viejo que me tiraba para arriba y me atajaba. El tipo era Superman, era Gardel más Maradona más Messi. La cuestión fue que hicimos al revés que siempre porque cuando uno compone escribe y anota todo enseguida. Acá no. Estuvimos diez días pensando todo lo que significa el viejo hasta que un día nos juntamos, escribimos la letra y la música en diez minutos y listo.” Piero además relató que “para mí fue una cosa muy fuerte porque no me la esperaba, José tampoco. Su padre había muerto, yo al mío lo tenía vivo. Cuando la terminamos me surgió volver a casa a cantársela a mi viejo. Llegué a casa, toqué el timbre, lo encerré en el living y se la canté. Cuando levanto la mirada lo veo llorando al viejo. Eso para mí era de otro planeta, nunca lo había visto llorar. Cuando terminé la canción quedamos en silencio. Yo esperaba su devolución. Se levantó, se vino caminando hasta mi lado, limpiándose los anteojos por las lagrimas, se sentó en frente mío y me dijo: “ma quién camina lento ¡la puta que te pario!”
El cantante argentino relató cuales fueron los mejores y peores momentos de su vida y carrera. “De lo mejor que tuve sin duda que fue ver nacer a mis hijos. En mi carrera tuve conciertos con más 100.000 personas, cosas muy grandes, inolvidables, increíbles. Sobre lo peor nosotros tuvimos con mi ex mujer un chico que se llamaba Mariano y que murió a los 40 días de muerte súbita. Fue lo peor, eso fue terrible. Lo lleve a la vuelta de donde vivía, al Hospital Militar Central. Llegué y espere tanto a que baje alguien para que lo mire que no lo puedo olvidar más. Lo peor fue cuando yo lo tenía muerto en mis brazos, lo tuvimos que llevar hasta la morgue porque había que firmar los documentos. En el auto, en el medio del camino del hospital hacia la morgue, el tipo que iba de co-conductor se da vuelta y me dice “Tano, ¿me firmas un autógrafo que después no nos vamos a volver a ver más?”
Luego de regreso a la Argentina en el año 1981, comienza a apuntar a un público más joven. En el año 1982 llenó dos veces el estadio Obras, participó del festival B. A. Rock, y realizó siete espectáculos, colmados de público, en el Teatro Ópera de Buenos Aires. Acompañado por el poeta José Tcherkaski, realizó en 1985 una gira por Latinoamérica, que alcanzó su máximo éxito en Colombia y Ecuador, donde reunió 80.000 personas en total. Ese mismo año obtuvo un Premio Konex – Diploma al Mérito como baladista. “En Bogotá solo reunimos 80.000 personas. En Mar del Plata hicimos otro recital inmenso, cruzando los dos lobos marinos, en la calle, la playa, la gente toda agolpada, fue increíble. Grandes recuerdos de esa época. América es donde nos movimos y lo seguimos haciendo. Hoy en día en Argentina prácticamente no trabajo pero no paramos de trabajar en todo Latinoamérica. Hay canciones de los lugares que recorremos, de Bolivia, de Colombia, etc. Son canciones que tienen que ver con un montón de cosas. Estas canciones están todas plasmadas en “América”. Hay algunas canciones antiguas. La verdad que es un disco que a mí me encanta y va a pegar muchas vueltas”. El disco está actualmente disponible en Spotify.
Sobre la vitalidad que lo mantiene arriba de los escenarios y girando alrededor del continente, el cantante opinó que “la edad es una actitud. Cumplo 74 años la semana que viene. Yo con esta edad trato de tener 15, 16 años, que es cuando sos revoltoso e inconsciente. Prefiero la inconsciencia a la inoperancia, al choreo”.
Como Embajador de Paz de Buena Voluntad en Colombia, Piero asumió como compromiso fundamental llevar su música a las regiones más apartadas del país, realizar conversatorios y encuentros con las comunidades más duramente afectadas por el flagelo de la guerra, incluyendo las zonas fronterizas, para procurar espacios de sanación y de liberación del dolor y el rencor. El año pasado realizó un recorrido por el río Magdalena junto a otros artistas nacionales e internacionales, como el dramaturgo Sebastián Ospina, Los Corraleros de Majagual y los cantautores argentinos León Gieco y Víctor Heredia, entre otros, con el apoyo logístico del colectivo de artistas Amigos por la Paz. Aún así, Piero no concluye su colaboración en los procesos políticos de la región. “Tenemos muchas acciones solidarias por hacer y de trabajo muy interesantes que estamos por largar. No es momento todavía de frenar”.
Podés escuchar “Mano a Mano con Monserrat” los martes de 21:00 a 22:00 horas por Radio Zónica.