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Pompeyo Audivert: “El nosotros legítimo es el de las grandes mayorías”

Teatro agosto 17, 2019

El dramaturgo y actor argentino habló en "No Estoy Solo" sobre el estreno de la obra "Trastorno".

Pompeyo Audivert es un actor, director de teatro y dramaturgo argentino. Participó en decenas de obras de teatro además de contar con una extensa filmografía como actor en televisión y cine, entre las que se destacan “Epitafios”, “Cien años de perdón” y “Gato Negro”, entre otras.

Actualmente, escribe, dirige y protagoniza junto a Andrés Mangone la obra “Trastorno”. Este espectáculo forma parte de la trilogía de autores del sur, que abrió con “Muñeca” de Armado Discépolo y “Farsa de los ausentes”, de Roberto Arlt.

La obra está basada en el libro “El Pasado” de Florencio Sanchez y se estrena en el Centro Cultural de la Cooperación.

Pompeyo Audivert habló sobre el estreno y el cierre de la trilogía. “El tema de la trilogía y de “Trastorno” en particular es la identidad individual y colectiva. El teatro es una maquina destinada a sondear en esos niveles de la identidad. Por eso esas tres obras me gustaron porque sus temáticas aparentes permitían hacer ese juego teatral que es poner en juego la base temática del teatro. Algunas veces se recubre con alguna obra y uno queda envuelto en las vicisitudes de la obra y se olvida de esas cuestiones centrales. Las tres obras tratan de esas temáticas en si como obras que nos permiten hacer una jugada sobre el tema de la identidad. Le pusimos “Trastorno” porque creo que la identidad individual y colectiva estan sufriendo un trastorno. La individual anida en ella y es fruto de esa identidad colectiva. Creo que estamos en un momento de trastorno identitario. Por suerte el domingo pasado empezó a terminar algo de eso. Había una sensación de pertenecer a un nosotros que se encontraba abominado o anestesiado. Siento que eso está cambiando”.

En ese contexto, el escritor de la obra dijo que “trata de una familia de la aristocracia dentro de la cual hay una operación teatral para mantener confundido al príncipe heredero. Sobre esa anécdota podemos montar toda la reflexión vinculada a la identidad sagrada, a esa que ya excede lo histórico, a la suposición de que somos seres que venimos re encarnando. Es eso lo que la gente va a ver al teatro cuando va a ver gente que dicen ser otros y que actúan con más intensidad con la que actúan en sus vidas. Uno mismo asiste en ese ritual, a esa extraña situación porque también sospechamos sobre nosotros mismos. Hay varios planos de la sospecha existencial: la que da con lo sagrado, con la última de las tapas que nos es posible acceder y otra que tiene que ver con el frente histórico o con las cuestiones individuales familiares y todo ese engaño en el que a veces nos mantienen o nos mantenemos nosotros mismos”.

Por otro lado, Pompeyo Audivert habló sobre la identidad como punto de referencia para la trilogía. “Siento que básicamente la identidad nacional es una  identidad convulsa que tiene múltiples versiones que la van sujetando o se va intentando dar una versión definitiva según sea el poder que la detente. Eso viene sucediendo desde la época de Rosas hasta acá. Rosas es parte de nuestra identidad como también lo es Sarmiento. Uno no sabe cómo resolverlo. La identidad en nosotros, que somos argentinos, algunas veces es capturada por alguna clase social que lo utiliza para invisibilizarse, para no producir las delimitaciones políticas que anidan en ese nosotros. Entonces se generan esos nosotros como  “somos derechos y humanos”, el “somos el campo”. Parece que la identidad rural es un buen mito para generar coincidencias y afinidad. Se generan esos nosotros truchos que son falsos.” En ese marco, el dramaturgo opinó que “el nosotros legítimo, el verdadero, es que el concierne a las grandes mayorías, el que tiene sus gestas históricas, el que ha derramado su sangre, el que ha cambiado la historia, el que ha avanzado en los derechos sociales. Es el nosotros de las grandes mayorías. Siento que esto que se dice “la patria es el otro”, que también me parece una reflexión muy lucida, el nosotros somos todos, un nosotros radial, abierto, conectivo, poético. Conecta con todo. Creo en ese nosotros, no en ese nosotros que se genera a veces desde las clases poderosas, que es un nosotros trucho, nacionalista, que termina en esos fascismos simplificadores como sucede hoy en Brasil con Bolsonaro.”

Además, el actor detalló que “me interesa que las obras además de sus temáticas de fantasía o sus temáticas aparentes, transparenten la temática de base del teatro. Que la máquina de teatro se pueda ver transparentada, no de una forma plena, sino que se produzca una hibridación entre la obra textual y estos asuntos que conciernen a la temática de base del teatro, traducidos en sus formas mecánicas de ser, en la puesta en escena, en la actuación. Por ejemplo, yo hago el personaje femenino que es el personaje principal, lo que cual le otorga una teatralidad muy manifiesta. Todos esos asuntos vinculados a la máscara o al grotesco como género, hace que la gente note que está viendo no un reflejo de la realidad tal cual es sino que está viendo una transformación de la realidad en un fenómeno teatral. Por lo cual quedan erizadas estas cuestiones, reflexiones y presentimientos que tiene uno respecto a su identidad. En la obra  “Muñeca”, que era una obra muy atractiva, la idea del personaje central que era un monstruo millonario rodeado de una corte de parásitos aduladores, donde él sentía esa mascara como una frontera entre la identidad sagrada, la que el sentía ser, y la identidad histórica, la que le devolvía el espejo, la que producía en los demás. Creo que la máscara es una frontera entre esas dos identidades.” Además, el actor agregó que  “de algún modo el teatro habla de eso, de la máscara, del misterio, todo lo que anida por detrás de los seres y por detrás del colectivo también, lo que somos más allá de lo que aparentemos. Creo que la realidad histórica es ficcional, es a veces más ficcional que el teatro. Está para ocultar una identidad de fondo que el teatro se dedica a sondear, revelarla y des ocultarla provisoriamente aunque mas no sea por una noche”.

Por otro lado, el actor habló sobre la obra “El Edipo en Ezeiza”, espectáculo que trae a recuerdo la vuelta de Perón del exilio en España y los misterios que todavía circulan en el inconsciente colectivo. “Me interesa el fenómeno de Ezeiza de 1973 en la vuelta de Perón porque creo que ese momento fue como un teatro griego. Fue algo importante en el sentido de que en una unidad de tiempo, en un mismo espacio y día sucedieron muchas cosas vinculadas al destino de nuestra nación. A partir de ese día, todo es caída, en términos históricos. En ese día, en un jardín nacional, donde la gente iba con sus hijos a hacer picnics, en ese día que vuelve el dios del exilio, el pájaro de hierro, donde el hijo prodigo y el hijo abominable se juntan para recibirlo y se sacan los ojos para ver quién es el que lo rodea cuando llega. En el mismo hecho, el dios pega la vuelta y baja en Morón, en una base área militar. Cuando baja ya es el otro Perón. Hay muchas versiones de ese día. Es poética la circunstancia. Políticamente es muy significativo lo que pasa ese día y a partir de ahí nada vuelve a ser lo mismo. Perón se baja trastornado, se vuelve más de derecha, no era más ese que había alentado la perspectiva del socialismo en la juventud sino que era más definido como lo que fue. Más allá de sus contradicciones y de que es un fenómeno valioso que acepto, me parece que ese día se jugaron muchas versiones de identidad y de pertenencia, de lo nacional y ninguna clausura a la otra. Son versiones que conviven en un mismo punto y discuten entre sí. Me parece un fenómeno absolutamente poético, teatral, político e histórico. El teatro puede hacer pie en eso para desatar estas versiones más sagradas con respecto a nuestra identidad.”

Por otra parte, el director habló sobre la significancia del teatro y su aporte a la construcción de la realidad. “El teatro es como un piedrazo en el espejo. El teatro debe erigir un espejo, una suposición de realidad, una ficción atractiva, que consiste en una unidad con el espectador, una unidad referencial, que uno sienta que está viendo algo de la realidad y de inmediato el teatro debe apedrear el espejo y dar cuenta que esa realidad es ficcional, es falsa, es provisoria, y debe ser destruida. Además, tiene un trasfondo metafísico que hay que rescatar, un nivel poético que hay que poner en juego”

Al finalizar, el actor habló sobre sus próximos proyectos. “Por un lado estoy haciendo una obra en el Camarín de las Musas, que estrenamos hace poco que se llama “Operación Nocturna”. Es una obra atractiva, misteriosa y que quiero mucho. La hacemos todos los lunes a las 21:00 horas. Por otro lado, volvemos con Rodrigo De la Serna a hacer la obra “El Farmer”, esta versión de la obra de Rivera sobre los últimos momentos de Rosas. Vamos a estar octubre y noviembre en el teatro La Comedia con Rodrigo de nuevo con esta obra maravillosa que nos dio tanto gusto y con la que la pasamos tan bien durante muchos años”.

Podés escuchar “No Estoy Solo” los sábados de 10:00 a 12:00 horas por La RZ.

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