Víctor Bugge: “La foto del pacto de Olivos fue una de las más elogiadas por la gente”

Sociedad junio 14, 2024

El Jefe de fotografía de la Casa Rosada, Víctor Bugge, compartió las vivencias históricas de su profesión con Osvaldo Menéndez, en "Hablemos de".

´Si las paredes hablaran´… una de las frases de uso tan remanido, bien podría ajustarse a aquello de ´si las fotos hablaran´. Es que se trata de dos calles que se encuentran en la avenida de una confianza blindada para ser el fotógrafo oficial de la Casa Rosada. La trayectoria de Víctor Bugge se cuenta por sus anécdotas: “Estoy desde el año 1978, próximo a cumplir 47 años en el mismo puesto. Mi vida fotográfica nació con mi viejo que fue el reportero gráfico N° 15, casi uno de los fundadores de la Asociación de Reporteros Gráficos. Me crié en los pasillos del diario La Nación, en la vieja localización de la Avenida San Martín. Luego comencé a colaborar cuando era un poco más grande en la Editorial Atlántida. La cuestión es que yo iba a entrar en el 74 a la Casa de Gobierno pero la muerte del General Perón produjo un desorden que afectó a mi expediente, luego desapareció. Terminé entrando luego. Cuando entré justo coincidí con la presencia del General Jorge Videla en el poder, y lo que sentí es que tenía que registrar a ese hombre. Porque en la casa de Gobierno, el protocolo debía funcionar igual. Lo que sucedía es que más de uno, en los que me incluyo, nos enteramos mucho tiempo después, es decir, ahí no se percibía”.

“Con el tiempo que pasó, lo mío se convirtió en un relato, por lo tanto, elegir una genera un conflicto con la otra. Tengo miles de anécdotas, vivencias y fotos tengo miles. Hay una historia de un viaje a Córdoba (Carlos Paz) que terminó en la Base Aérea de Chamical donde coincidimos con vos (Osvaldo Menéndez). Fue una historia tremenda porque no sabíamos a dónde íbamos. (Un hecho que finalizó con el indulto a los militares de la última dictadura cívico militar en el país, llevado adelante durante la presidencia de Carlos Menem). No sé si recordas que al anuncio le siguió una actividad de lo que pasó allí en Chamical. Fue una ceremonia para inaugurar un barrio”, detalla con un entusiasmo que trasciende palabras.

Luego, Bugge revela (nunca un verbo tan preciso para un fotógrafo) un episodio que grafica su intuición, un olfato producto de su perseverancia: “Allí Menem, que no fumaba en público, le pide al Edecán del Ejército un cigarrillo, se prende el pucho y se le cae un mechón de pelo. Para mí esa es una de las fotos más impresionantes que le saqué al presidente. Mira que él tuvo fotos, pero asociado ese evento asociado a su estado de ánimo, cuando anuncia el indulto. Porque él fumaba cuando estaba en la Quinta, algún que otro habano, pero en público nunca. Lo llamé el pucho del indulto”.

“En un contexto de 1989 en un país en una hiperinflación, con una economía que le termina explotando a Alfonsín. Fue durísimo. Lo cierto es que lo llama el presidente Alfonsín a Menem para que se acerque a la Quinta de Olivos y se reúnen en la Jefatura. Le hago la foto sentados y Alfonsín tuvo un gesto muy paternal conmigo, porque me presentó a Menem. Le dijo textual ‘cuidamelo porque es buen pibe’. Yo tenía entre 27 y 28 años. Recuerdo que cerré la puerta, los dejé solos. Nos pusimos a un costado junto con José Ignacio López vocero de Alfonsín, Margarita Ronco que era su secretaria, para tomar un café como hacíamos siempre”, comenta el hijo de Miguel Bugge, quien fuera reportero gráfico del diario La Nación.

Víctor Bugge escucha preguntas, prepara su postura y dispara respuestas, con el mismo método con el que ejecuta el flash: “De repente se abre la puerta y salen ambos presidentes. El que estaba en ejercicio y el electo. Allí salen en dirección hacia los jardines mientras yo queda detrás, pero algo me llama la atención. Recuerdo que salieron desde el despacho de la jefatura que funcionaba en la Quinta porque como se dice vulgarmente estaba “alambrada”, es decir, había micrófonos.  Entonces decidieron ir a charlar al aire libre. Entonces miré las espaldas, miré el infinito y me quedé atrás. Caminaron hasta Cabildo, giraron a la derecha, retomaron por la calle principal de Olivos hacia Libertador (Maipú). Ya cuando se encaran por la calle principal que separa el patio de ceremonias, pero que son como diez cuadras hasta llegar a Libertador, yo quedo muy atrás a propósito y los voy fotografiando. Los gestos eran más que impresionantes. Fue una de las fotos más elogiadas no sólo por el periodismo, sino por la gente”.

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